[Skulls And Crossbones]

Prólogo

Personas...uno nunca llega a conocer bien a alguien.

Por más que lo intentes, todos tenemos secretos que nada más retenemos en nuestras cabezas, los cuales repetimos una y otra vez.

A veces, este tipo de recuerdos suelen aparecer en momentos inesperados, momentos que suelen revivir algo que queremos enterrar dentro de nosotros y olvidarnos de ellos para siempre. Desgraciadamente es imposible, somos tan débiles por dentro que mantenemos vivo todo ese remordimiento.

Tal vez sea por una simple razón.

Tal vez sea por la culpa que sentimos.

Tal vez sea por esos recuerdos que nos van destruyendo poco a poco hasta terminar matando nuestro ser por completo. Y aunque no lo veamos, estamos rodeados de cadáveres que se camuflan entre la multitud y conviven con nosotros.

Al estar muertos por dentro, lo único que nos mueve por la vida es nuestro corazón, o al menos es lo más coherente...

Después de todo, cada quien es un mundo. Podemos mejorar aprendiendo de los errores que cometemos o simplemente seguir viviendo sin motivo alguno.

Muchos eligen la primera opción, deciden cambiar y olvidarse de sus pecados, los ocultan en alguna parte de su cuerpo y los van enterrando poco a poco, así vuelven a ser felices.

Otros en cambio, prefieren fingir que nada ha pasado. Su vida se basa en recordar siempre todos los errores que cometieron y no paran de castigarse a si mismos...ellos son los cadáveres que se ocultan entre la multitud.

Empiezan a actuar de forma precipitada ya que nada les importa, son capaces de hacerle daño a los demás y ni si quiera inmutarse, aunque en su interior les queden esos recuerdos para siempre...

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Aún con las manos ensangrentadas, la mujer que estaba al lado del cuerpo encendió un cigarro para desestresarse un poco.

Con la mirada vacía se levanto del borde de su cama y se quedó observando aquel escenario, cualquiera pensaría que es algo grotesco, pero para aquella chica era otro mal recuerdo que trataría de olvidar junto a otros más.

La ventana abierta hacía que entrara ese viento de madrugada, gélido y silencioso como él solo.

Aquella habitación tenía algo especial, algo que provocaba una sensación de tranquilidad y relajación al mismo tiempo.
Las sabanas blancas manchadas de sangre creaban el contraste perfecto junto el ambiente de ese lugar.

Al menos eso fue lo que esa chica pensó durante todo el rato que se quedó observando toda la escena, seguramente fue el tranquilizante que llevaba ese cigarro lo que provocó todo, o tal vez esas pastillas que se había tomado en la mañana empezaban a hacer efecto en ella. 

Fuera cual fuera la razón, sus pensamientos comenzaron a desvanecerse.

Con la cara manchada de sangre, se quito algunos mechones de pelo que le cubrían los ojos y absorbió la mayor cantidad de humo que desprendía su cigarro para después sacarlo de un suspiro.
Estaba en su mayor punto de éxtasis, no pensaba, no reaccionaba, no razonaba, nada le importaba en ese momento, nadie le importaba...

Llevaba buscando esa sensación por mucho tiempo, quería sentirse bien con ella misma, olvidar todos sus problemas, todo el daño que provocó por existir y sobre todo, olvidarse de los pecados que cometió y seguiría cometiendo.