Capítulo 1: Un Castigo de Amor

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En el humilde palacio del reino Lumaria, la joven princesa Crystalia estaba siendo preparada por sus criadas ya que sería presentada al príncipe Kayden, puesto que el rey quería unir el reino de Kayden con el su suyo para expandir sus dominios.

La princesa Crystalia no estaba de acuerdo con su padre, que insistía día tras día que se casara con alguien de su mima sociedad. Pero, de lado del príncipe él también se negaba a casarse con ella ya que él ya tenía otros intereses.

Ella se miraba al espejo mientras sus criadas le ponían todo tipo de accesorios. Se debía ver muy bien. Todas estaban emocionadas de poder ayudarla en esa tarea.

(Perspectiva de Crystalia)
Mientras mis criadas terminaban de alistarme hablaban entre ellas de lo emocionante que debía ser que ese día comenzaría a tener algo con alguien llamado Kayden. Aunque yo no pensaba eso en absoluto. Miraba como me ponían un poco de maquillaje y me peinaban.

—Que alucinante que te casarás con el príncipe. Algunos dicen que es guapo.
—No lo sé, Amelia.—Dije.—Ni siquiera es que lo conozca. Mi padre insiste mucho en ello pero yo no lo deseo así.
—No digas tonterías—Dijo mi otra criada mientras me recogía el cabello color castaño con un tocado de diamantes con forma de flores de color azul.—Tu compromiso es beneficioso para todos en el pueblo. Un príncipe tan guapo que una princesa tan bella deben estar juntos.

Fruncí el ceño. No me gustaba para nada el hecho de que mi padre decidiera mi matrimonio. ¿Por qué no pensaba y se daba cuenta de lo que yo quería?

Me terminaron de poner los pendientes que hacían juego con el tocado. Ya estaba lista. Lista físicamente nada más. Mis criadas me observaron con expresión de admiración, se veían muy felices por su trabajo. Me vi en el reflejo del espejo. Observé lentamente detalle por detalle. Al parecer era cierto que había quedado bien.

Intenté sonreír ante ellas.

—Se ve perfecta.—Dijo mi criada Amelia intentando contener un gran grito de emoción.—Lo conocerás y verás que sí es alguien para ti. Estoy segura.—Dijo regalándome una sonrisa sincera. Le devolví el gesto para hacerla sentir bien. Me vi por última el espejo mientras mis criadas me felicitaban. Una de ellas me dio un gran abrazo, Amelia,  antes de bajar por las escaleras de caracol al salón principal.

Cuando llegué vi a mi padre charlando con otra persona que parecía ser Kayden en medio del salón y parecía que se la estaban pasando bien. Notaron al instante mi presencia. Kayden me volteó a ver e intentó mostrarse feliz, aunque aún asi luce un poco serio. Ambos nos acercamos el uno al otro.

—Kayden. Ella es mi hija, la princesa Crystalia.

Lo miré aún más. Era ciertamente atractivo, pero no estaba convencida. Su pelo color negro demasiado corto, los ojos pequeños pero sinceros  azules un poco claros. Intenté terminar cuanto antes el contacto visual. Al lado de él estaba otro joven que parece ser su sirviente quien observaba atentamente, cosa que yo también.

—Un gusto princesa.—Hizo una reverencia.—Soy Kayden, el príncipe del reino vecino.—Dice sonriendo.
—Sí, lo sabía.—Noté que había sido demasiado fría, sobretodo por la mirada de mi padre. Así que le devolví la sonrisa más sincera que pude.—Parece una persona interesante.

Tomó mi mano y la besó. Se me hizo un gesto lindo.

—Podemos salir a caminar por algún lugar para conocernos más.—Ofrezco.
—Estoy de acuerdo.—Oh—Volteó a ver a quien parece ser uno de sus sirvientes.—Él es Alexander. Es uno de mis sirvientes.—Acerté.—Él nos acompañará y nos ayudará con lo que necesitemos.—Observé a Alexander hacer una reverencia. Calculé que tendría nuestra edad.

El río de las promesasWhere stories live. Discover now