1950

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La tormenta había inundado las calles de modo tal que era casi imposible caminar, el agua llegaba hasta los tobillos e impedía el paso.

Había dudado mucho en ir, ir era peligroso para él y para cualquier persona, no eran tiempos fáciles para la gente como ellos.
Sin embargo ni el miedo ni la lluvia le detuvieron y ahí estaba, parado bajo el techo de aquél cine, fingiendo ver la cartelera cuando por dentro le estaban comiendo los nervios.

Entró cerrando el paraguas y compró un ticket para la primera película, una que en realidad había comenzado hacía algunos minutos.

La señora que le atendió cortó el ticket y corrió una pesada cortina color bordo, haciendole pasar.

Era una sala de cine realmente pequeña y oscura con el aire absolutamente viciado por el humo de todos los cigarrillos encendidos.
la película ya había comenzado pero no había mucha gente viendola, solo una pareja que parecía más ocupada en ellos mismos y algún que otro solitario que no dejaba de fumar.

Tomó asiento por el medio y se quedó allí sintiendo como reventaban algunos pochoclos debajo de sus zapatos.

El tiempo pasaba y no sabía que tenía que hacer; había escuchado sobre estos sitios ocultos, pero se había olvidado de aprender como funcionaban.

Y entonces, cómo si el destino le escuchara, levantó la vista hacía uno de los tipos apoyados en las columnas y ahí estaba él,mirandolo.

Llevaba una camisa blanca arremangada con tiradores que sostenían unos jeans oscuros, lo que le hizo sentir algo desubicado, él llevaba traje.

tenía el cabello peinado hacía atrás como todos quienes no lo llevaban cortado a cepillo, y fumaba, mirándolo entre la oscuridad y el humo denso.

Cuándo se cansó del leve juego de miradas entre los dos arrojó la colilla al suelo, lo apagó con su zapato y le hizo un gesto, como pidiendole que lo siguiera, para luego abrir una puerta que él no había visto antes y desapareciendo por ella.

salió de la sala por una de esas puertas laterales y terminó en un pasillo angosto que no estaba vacio sino que en cada una de sus esquinas habían hombres fumando y hablando entre sí.
lo buscaba a él, pero no lo veía, asi que se quedó cerca de la puerta, esperando la más mínima señal para volver a la sala, ese sitio le asustaba.

Escuchó algunos pasos diriendose a él a uno de los costados y cuándo miró se encontró con él acercándose.

él parecía tranquilo, como si conociera el lugar como la palma de su mano.
con una sonrisa algo discreta se paró en frente y sacó una caja de cigarrillos de uno de los bolsillos de su pantalón.

-¿fumas?-preguntó, clavandole esos intensos ojos verdes

-si-respondió, mirando la alfombra vino del suelo

le acercó uno hasta los labios y lo encendió para luego prender el suyo

-gracias-murmuró obligandose a mirarlo. él respondió con una sonrisa

-¿es tu primera vez acá?

-¿se nota?

-un poquito, estás nervioso

-no estamos haciendo nada malo, solo fumamos-dijo dando la calada más larga de su vida

-claro-respondió relamiendose los labios sin perder la sonrisa-¿vamos?-preguntó apuntando a la puerta del final del pasillo por la que no dejaba de entrar y salir gente, parecía un baño oscuro

-¿es un baño?

-no no, es una habitación presidencial

-¿en serio?-preguntó, estaba cada vez más sorprendido

1950: 𝐞𝐬𝐭𝐞𝐛𝐚𝐧 𝐱 𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora