Prólogo

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Narra T/n

Martes 12 de Diciembre 2012

¡Atención! El vuelo ha finalizado. Tras horas de viaje, les deseamos que tengan una feliz instancia en su nueva ciudad, Los Santos. – Había despertado después de todo un largo viaje en avión, el tipo que estaba al lado mío roncaba como un animal, así que digamos que mi siesta no fue tan cómoda – Por favor, les pedimos a todos los pasajeros que bajen del avión y en breve recibirán su equipaje.

Cuando bajé del avión, el aeropuerto estaba lleno de gente, que iba y venía, me costaba moverme por todos los empujones, ojalá pudiera meterle un tiro en la cabeza a toda esta gente, en especial a ese idiota que roncaba. Pero no puedo, no quiero ser arrestado con 17 años.

Cuando recogí mi equipaje, me dirigí a la salida del aeropuerto donde me estaría esperando Richard, mi primo. Oh, todavía no les conté porque estoy aquí, bueno, es una larga historia.

Toda mi vida estuve en Florida, en la casa de mis padres, al igual que mis hermanos, que tengo 3 más en total, yo soy el mayor de todos. Bueno, a lo que iba, nunca recibí la atención que merecía, desde pequeño tuve que apañarmelas solo, siempre me metía en problemas, hacía pequeños tratos con gente mala, pero no más que hurtar tiendas, o "tomar prestadas" algunas riquezas de gente desconocida para recibir un pequeño pago de 5 miserables dólares. Todo para recibir un poco de atención de mis padres.

¿Lo valía? Sí.

El desgraciado de mi padre nunca se molestó en sacarme de la prisión, ni siquiera de visitarme o echarme un regaño, y mi madre, ni te cuento. Cada vez que salía, era el mismo ciclo, una y otra vez, robar, robar, robar, y robar, no había nada más en mi diccionario que no sea esa palabra.

Aunque después de un tiempo, la palabra "Matar" empezó a aparecer de vez en cuando...

Algo de lo que sin duda me arrepentiría...

Era una rutina que tenía desde los 14 años, lo hacía solo por mi supervivencia, no porque quería, si hasta también debía irme de casa a otro pequeño departamento que tenía de un hombre al que le ayudé muchas veces, si no, seria morirme de hambre, y ni cuenta se darían. Pero un día, mi padre se hartó de mi.

Padre: ¡Estoy cansado de tus putas mierdas! Nos han caído cientas de denuncias gracias a tu puto comportamiento, no haces nada más que robar, nunca te interesaste en conseguir un trabajo ni salir de casa. Gracias a ti tenemos que gastar lo poco que nos queda de dinero para arreglar los daños que TÚ provocaste.

Yo solo me mantenía en silencio. No tenía palabras para describir lo que sentía en ese momento. Mi padre nunca me había hablado de esta forma. Me sentía con miedo, enojo, impotencia, todas las malas emociones recorrían mi cuerpo en ese instante.

Padre: ¿Con que no vas a hablar? – Entonces, en ese momento, un golpe de mi padre azotó mi cara y caí en seco contra el suelo, y todo lo que siguió fue puro dolor, golpe tras golpe, mi cara iba quedando cada vez más hinchada y roja por la sangre que salía de las heridas provocadas por cada golpe. Al terminar, todo se veía borroso, las únicas palabras que entendí fueron "No quiero volver a verte", y me desmayé.

Al despertar, estaba tirado en un callejón, no lograba saber en qué parte de la ciudad me encontraba. Cuando logré recuperar la conciencia del todo, simplemente me dispuse a llorar mientras me acurrucaba en una esquina de la pared enfrente de mí, tanto tiempo haciendo trabajos solo para conseguir dinero y que mis padres se fijen en mi, no había valido la pena.

No sabía que hacer, no podía simplemente quedarme ahí y dejar que el hambre haga lo suyo. Recordé que mi primo Richard tenía un pequeño departamento en una ciudad llamada Los Santos. Así que era empezar de nuevo en Los Santos, o morir de hambre en ese mismo callejón. Lo llamé y me dijo que no tenía ningún problema, que me buscaría en el aeropuerto el Martes a las 12 del mediodía, que es hoy.

Los Santos, Una bonita ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora