El libro negro

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"Sacrificaré mi vida por la de todos ustedes, vivan libres y sin miedo"  Narava Kir. Era del origen.

Cuando menos lo esperaba, el joven elfo blanco fue llevado por una extraña energía a través de los árboles y setas enormes del Bosque Negro. El no entendía nada; nadie debía pisar ese sitio bajo ningún concepto y menos atravesarlo pues se decía que estaba embrujado por un antiguo ser divino... Pero algo lo empujaba a hacerlo, algo fuera de su comprensión.

El elfo escuchó historias sobre el bosque y zonas prohibidas para su raza, lugares donde la presencia de los demonios, conocidos por los elfos como los Akmorianos o simplemente Akmoras, era significativa.

El joven llegó a un pequeño túmulo abandonado entre jadeos; por el aspecto derruido del sitio nadie había estado ahí hace milenios. Entró sin pensarlo por el portón de hierro, adentrándose en una sala llena de libros, todos sin título y con una estrella en su carátula. Caminó por esa sala vieja y abandonada, llena de telarañas, hasta que encontró un pozo donde no se lograba ver fondo. Cada vez que miraba el pozo sentía más curiosidad por ver qué habría al fondo, y la idea de tirarse era cada vez más fuerte que su propio espíritu. No podía aguantar más; mientras las lágrimas salían de sus ojos y la única fuente de luz que tenía se apagaba, se lanzó al vacío del pozo en una caída libre. No gritó, sólo lloró por dentro de sí mismo, esperando su final... Pero al caer, una superficie cálida lo amortiguó. Abrió un ojo mientras se levantaba y miró a su alrededor, viendo con asombro una sala de piedra negra, donde la única luz colgaba de figuras de manos hechas con ébano señalando un pedestal donde estaba colocado un libro totalmente negro.

El pequeño elfo se incorporó totalmente y se dirigió lentamente al libro; a cada paso que daba, escuchaba voces las cuales hablaban en un idioma desconocido para él y se volvían más fuertes cada vez que se acercaba al pedestal.

- ¿Qué es esto... qué clase de locura es esta? - dijo el elfo entre sollozos mientras sostenía el libro.

- Ábrelo, elfo, hazlo ya - le decía una de las voces, ahora en su idioma.

-No quiero hacerlo. Quiero que esto termine, deseo morir maldita sea. ¡Que los divinos me ayuden! -exclamó el elfo entre lágrimas, al borde de caer en la locura.

El Elfo no puedo aguantar más y abrió el libro de donde sus páginas llenas de textos ilegibles e imágenes de runas akmorianas, empezaron a surgir unos brazos negros que lo agarraron por las manos, impidiéndole soltar el libro. Aturdido y colapsado mentalmente por la situación, solo quería que acabara todo eso, deseaba la muerte, pero entre gritos las manos le obligaron a mirar el libro y le levantaron los párpados para que no pudiera cerrar los ojos. Comenzó a leer, pues las letras cambiaban a su idioma al paso de los segundos, y poco a poco empezó a calmarse, pues el conocimiento antiguo de ese libro estaba llenando su mente. La información lo estaba transformando; en su mente solo resonaba un pensamiento: la garra negra del dragón.

El Pueblo de Ari·Nogar buscó al elfo durante días, la desaparición no pasó en vano pues era el más joven de los hijos del jefe de la casa mayor del poblado. Los chamanes enviados por el jefe empezaron a sospechar que el elfo se habría adentrado en el bosque prohibido, ya que habían explorado todos los sitios colindantes a la aldea y preguntado en las aldeas vecinas con la esperanza de que alguien lo hubiera visto. Tras formar un grupo con voluntarios, decidieron adentrarse en el bosque con la pequeña esperanza de encontrarlo vivo.

Llegaron al antiguo túmulo de Karmaus y entraron con cautela, pasando por el portón de hierro hasta llegar a una sala redonda vacía, llena de telarañas y polvo por doquier, pero sin rastro del elfo. Todos habían perdido la esperanza; es el único lugar que les quedaba por investigar pero no estaba, era como si hubiera desaparecido de la faz de Lindia...











Libro negro: La garraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora