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Geto se encuentra sentado en el piso gris y alfombrado de la biblioteca, con un cúmulo de libros a su alrededor. En media hora, ha leído por lo menos unos cinco o seis títulos sobre la ciencia detrás de las maldiciones, y ya está cerca la hora de entrar a clases, por lo cual comienza a dejar de vuelta cada uno de los libros en la gran estantería, cuando de pronto, uno de ellos cae de sus manos, deslizándose bajo el viejo mueble de madera.

Geto se agacha, estira su brazo lo más posible bajo el oscuro y estrecho espacio entre el mueble y el piso; sin embargo, al sacar su mano devuelta, nota que está sosteniendo un libro diferente. Es como si el mueble hubiese cambiado un libro por otro o algo así. Extrañado, enciende la linterna de su celular para buscar mejor, pero el libro no está, no hay nada.

—¿Un error en la matrix?—piensa.

Entonces, ve el título de aquel misterioso libro que ha aparecido de la nada.

''La magia del mundo onírico y los sueños lúcidos''

—¿Qué es esto?

Por última vez y totalmente incrédulo, insiste en revisar debajo del mueble, buscando por ese libro que ha caído, solo para volver a confirmar que no hay nada.

La campana de inicio de clases suena y con su mente confundida por el extraño suceso, decide esconder el libro en su bolso, sin dar información de este hurto a la persona encargada de la biblioteca.

El pelinegro cruza la puerta de la sala, solo para encontrar a un solitario Satoru sentado en su pupitre, y seguramente tomando el capuchino con vainilla más cargado de azúcar de todo Tokio.

Por lo general para Geto, Satoru es una persona cálida en cualquier estación del año, y el invierno no es la excepción, solo que cuando el clima se nubla y todo tiene ese filtro grisáceo, su amigo parece camuflarse con el entorno, más aún cuando nieva; su cabello y su pálida piel lo hacen parecer como si él y el paisaje fueran uno, y debido al frío, sus mejillas se tornan más rosadas de lo normal. Es una imagen digna de admirar.

—¿Y Shoko?—pregunta, sentándose en el pupitre continuo.

—Ya sabes que siempre llega tarde—dice Satoru sorbiendo de su café.

—¿Por eso estabas aquí solo?

—Te estaba esperando—contesta con una leve sonrisa coqueta.

El peliblanco suele contestar de forma ocurrente ante este tipo de preguntas, y a casi cualquier cosa que su compañero diga; sin embargo, Geto nunca lo toma demasiado enserio, pues sabe lo mucho que su amigo gusta de hacer bromas, y entiende este tipo de respuestas como una forma de querer molestarlo.

—¿Me das un sorbo?—pregunta Geto apuntando al vaso de plumavit.

Sin dudarlo, Satoru acerca el vaso a su compañero con ambas manos, como haciéndole un regalo o algo por el estilo.

—Empalagoso como siempre—se queja después del primer y único sorbo.

—Si te vas a quejar de mi café, mejor no me pidas nada—refunfuña.

—Oye, ¿quieres ver algo interesante después de clases?—susurra inclinándose hacia Satoru.

—¿Qué es?—pregunta inclinándose de vuelta.

—Pasó algo muy extraño en la biblioteca.

La misteriosa charla es interrumpida, cuando el profesor de turno entra por la puerta dejando caer pesadamente un montón de libros sobre la mesa, y como es de esperar, tras de él aparece Shoko, llegando justo a tiempo para comenzar la clase, impregnada de ese aroma a cigarrillo tan característico de ella.

Luego de una aburrida y larga mañana repleta de charla teórica sobre energía maldita y sus variantes, la clase termina y el trío por fin es libre.

—Vaya mierda de asignatura, ni siquiera es necesario saber teoría sobre esto, en la práctica se entiende todo—reclama Satoru.

—Tal vez tú lo entiendas fácilmente—replica Shoko—pero otros necesitamos entender la teoría primero.

—¿Tú qué piensas Suguru?—pregunta el albino.

Geto no está prestando atención a la conversación, pues lo único que quiere es indagar pronto lo que sea que haya en ese enigmático libro.

¿Hm?

—Shoko dice que esta clase es necesaria, pero yo digo que es una pérdida de tiempo, ¿tú que crees?

—Creo que estoy con Shoko por ahora.

El peliblanco hace una mueca de disgusto entrecerrando los ojos, ya que no le agrada cuando Geto no está de acuerdo con él.

—Bueno, ya me voy.

—¿Tan pronto?—preguntan ambos al unísono.

—Lo siento chicos, Utahime me invitó a comer waffles y no pienso rechazar la oferta—contesta la chica de cabello castaño, tomando sus cosas y saliendo de la sala haciendo una señal con la mano.

—¿Crees que se molestó por lo que dije?

—No, al menos no esta vez—contesta Geto.

—Entonces... ¿qué es eso tan interesante que tienes que mostrar?—pregunta nuevamente en ese tono insinuante tan típico de él.

—Pensé que jamás preguntarías—mete la mano en su bolso y saca el libro dentro de él—esto apreció de la nada en la biblioteca.

—¿De la nada?; ¿como?

—Fue extraño, un libro cayó y cuando fui a recogerlo, en su lugar estaba este.

—Tal vez estaba ahí desde antes que llegaras y nadie lo notó hasta ahora.

—Si... eso tendría sentido si el otro libro no hubiese desaparecido. Es... como si hubiera salido de otra dimensión.

—¿Otra dimensión?; ¿crees en esas cosas?—pregunta el peliblanco.

—¿Tú no?—le cuestiona arqueando una ceja.

—...

—¡Satoru!; Tienes los seis ojos, ves monstruos y maldiciones con formas que ningún humano podría ni imaginar, ¿y me vas a decir que no crees en otras dimensiones?

—No lo sé... suena muy extraño para mí...; de todas formas, ¿de qué trata el libro?

Ambos miran el título en la cubierta de cuero.

—''¿La magia del mundo onírico y los sueños lúcidos?''—lee Satoru—¿A quién se le ocurriría un nombre tan rebuscado y difícil de recordar como ese?—pregunta casi ofendido.

—Alguien con mucho tiempo libre tal vez.

—Además, ¿qué carajos es un sueño lúcido?—ahora el peliblanco está un poco más interesado.

Geto abre la primera página del libro y lee la introducción.

—Aquí dice que son sueños que puedes controlar a voluntad, y que si sigues una rutina estricta puedes controlarlos cuando tú quieras.

—¿Entonces, puedes hacer lo que tú quieras en el sueño?; ¿cómo hacerte invisible?; ¿o comerte una pastelería entera sin que te cobren?

—Eso parece...

—No sé, suena como pura charlatanería para mí—dice el peliblanco.

Para Satoru, solo es uno más de esos libros de fantasía que su amigo tanto disfruta de leer, por lo cual, después de un tiempo olvida el tema por completo; sin embargo, para Geto es todo lo contrario.

Pasa exactamente una semana, desde que Geto ha comenzado a seguir estrictos rituales y rutinas, específicamente pensadas para lograr el tan deseado sueño a voluntad.

¿La razón?, realmente a él no le interesa ser invisible, ni volar, ni entrar a una pastelería sin que le cobren, pues, solo tiene una cosa en mente.

Satoru.



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