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Son las seis de la mañana y una estruendosa alarma suena sin piedad en el cuarto de Geto, quien apenas comienza a despertar luego de haber tenido un reparador sueño.

En su mano, aun siente el calor de la mejilla de Satoru, y en su retina, aún está congelada la clara imagen de su rostro que lo miraba con afecto y sin ningún tipo de prejuicio.

Y entonces desea no despertar nunca, desea quedarse ahí para siempre; sin embargo, ahora tiene que prepararse para asistir a las monótonas clases de siempre, e intentar ver a su amigo a la cara lo más cotidianamente posible después de aquel sueño.

Apesadumbrado por culpa de la terrible realidad, se dirige hacia el aula armándose de ánimos para comenzar el día.

Ese sueño fue una especie de bendición y maldición a la vez, pues siente que ya nada le dará tanta satisfacción como ese momento. Solo quiere volver a dormir.

Al llegar a la sala, ve a Satoru sentado en su pupitre, jugando con su lápiz. Sólo como siempre.

Geto dará los primeros pasos hacia él, se sentará a su lado, y le preguntará, ''¿qué haces aquí solo?'', y él responderá, ''te estaba esperando''. Igual que casi todos los días.

—¿De nuevo estás aquí solo?—dice.

—Te estaba esperando—responde el albino balanceándose en su silla.

Lo mismo de siempre, las mismas respuestas sugerentes que nunca llegan a nada.

Una sombría expresión imposible de describir aparece en el rostro del pelinegro quien solo se sienta y comienza a sacar sus libros.

—Oye, ¿cómo te ha ido con los sueños lúcidos?; ¿has tenido resultados?—pregunta curioso Gojo.

—Ah...no, tenías razón, es una farsa—contesta con su mirada hacia uno de los libros, evitando el contacto visual.

—Já, lo sabía, esas cosas no existen después de todo.

—Claro que no—miente.

Shoko entra por la puerta acompañada de su característico olor a cigarrillo, y seguido de ella entra el profesor de turno.

La chica de cabello castaño, analiza el ambiente y de inmediato sabe que algo está raro, aunque ciertamente no logra identificar qué.

Las horas de clases pasan y al terminar la jornada, el profesor se marcha de la sala dejándolos a los tres libres de acción.

Geto está en su mundo.

—¿Todo bien?—pregunta de pronto Shoko.

Pero Geto no escucha.

—Te estoy hablando a ti fleco raro.

—¿Podrías ya no decirme así?, es molesto cuando todo el mundo lo hace—contesta.

—Lo siento, pero es que estas en las nubes hoy, ¿estas bien?

—Si... es que no dormí bien anoche.

—Bueno, ya que las clases terminaron podrías ir a tomar una siesta ahora—sugiere Satoru.

A Geto le parece un mal chiste que sea Satoru quien lo sugiera.

—Si... creo que iré a dormir un poco—responde.

El moreno toma todas sus cosas y parte directo hasta su cuarto, sin decir nada más.

—¿Crees que este deprimido?—pregunta Shoko.

—No sé, tal vez mañana amanezca mejor.

Suguru se deja caer sobre su cama totalmente dispuesto con volver a encontrarse con ese chico de su sueño, con Satoru, pero es distinto, pues esta persona le corresponde por completo.

Entonces cierra sus ojos y cruza los dedos para volver a soñar con él.

Y de pronto ahí está de nuevo, bajo ese viejo árbol de cerezo en un templado día de primavera, y Satoru se encuentra con su cabeza recostada sobre sus piernas, mientras juega con su cabello que cae lacio sobre su cara.

Al parecer en este ''universo'', ambos tienen una relación profunda y libre de ser demostrada. Todo lo que Geto desea.

Te extrañé—dice de pronto el chico recostado sobre sus piernas.

—También te extrañe—responde Geto—¿Qué haces mientras no estoy?—no puede evitar preguntar.

—Solo espero hasta que llegues.

De la nada, Suguru recuerda todas las veces en las que Satoru se encuentra sólo en aquella sala de clases, y su ensayada respuesta tan propia de él cada vez que le pregunta qué hace ahí sólo.

''Te estaba esperando.'' responde cada vez, aunque solo se trate de una broma.

De pronto, siente la mano de Satoru estrechar tiernamente la suya.

—Estás aquí ahora—dice la ilusión como tratando de recuperar su atención.

—Desearía poder quedarme aquí para siempre—confiesa.

—También me gustaría tenerte aquí para siempre—responde el chico de forma casi automática, acertando en cada palabra todo lo que Geto desea escuchar.

De pronto, el chico de blanco cabello y ojos claros, se incorpora poniéndose a su altura, estrechando la distancia entre ambos, mirándole fijamente a los ojos, con sus narices rozándose.

En el mundo real, algo como esto sería vergonzoso, pero aquí es distinto, pues se siente como lo más natural del mundo. Y de pronto "Satoru" le roba un beso, que es lento y cálido; le hace sentir como en casa, el beso perfecto.

Varios días pasan, y Satoru empieza a notar una creciente distancia por parte de su amigo. No sabe en qué momento, pero las cosas han cambiado demasiado. Geto ya casi no se rie de sus bromas, y tampoco quiere salir junto a él después de las misiones. Al principio creyó que seguramente había conseguido una novia, pero pronto comenzó a notarlo cada vez más decaído. Siempre que pregunta al respecto, Geto solo responde que necesita dormir.

Estas actitudes por parte de Geto, le hacen sentir solo.

Y no solo eso, sino que también, tal vez de forma egoísta, le molesta sentir que ya no es importante para él.

Mientras piensa en esto, en un repentino impulso se incorpora de su silla decidido, pues sabe que no llegará a nada solo pensando. La única forma de saber lo que pasa es preguntando directamente y sin rodeos.

Entonces camina con paso rápido hasta el cuarto de Geto, quien obviamente sigue dormido, y entra sin siquiera tocar a la puerta.

Pero al entrar, Geto no despierta, ni siquiera con todo el ruido que hizo al pasar por la puerta. Su sueño es demasiado profundo.

Camina silenciosamente hasta el borde de la cama y le observa dormir. Se ve adorable, con su cabello suelto todo despeinado y esa aura de paz en su rostro. Y de pronto, ya no puede despegar la mirada de él.

Se hinca a un costado de la cama y sonríe con ternura. Siente pena de despertarlo.

Geto jamás sabrá lo mucho que le gusta. Y entonces un aplastante sentimiento de tristeza se riega por su cuerpo, resignación más bien, pues ya ha aceptado desde hace tiempo su título de "mejor amigo".

Finalmente, se marcha del cuarto, incapaz de despertarle de aquel plácido sueño, mejor preguntará sus dudas otro día.

LUCID DREAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora