Capítulo 6

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A la mañana siguiente, Lou seguía dormido cuando me escapé de la cama. Lo dejé con una nota rápida, que decía que tenía que recoger algunas cosas de la oficina, pero volvería a casa a tiempo para las entrevistas.

Cheryl me había enviado un mail la noche anterior, diciendo que había señalado a varios candidatos para la posición de PA. Lo que era genial con respecto a ella, era que era parte de la manada, así que nunca tenía que esconderle nada.

También le dije sobre Lou y lo que era, así como la increíble asistente que era, ella llamó a los ratones y preguntó si alguno también estaba buscando un trabajo.

Así que, tendríamos una mezcla de leones y ratones que llegarían a las once. Y mientras tanto necesita correr a la oficina para dejar las llaves de mi apartamento, por lo que ella podría manejar a los de la mudanza, ese no era el objetivo principal de levantarse temprano de la cama.

Cuando Lou se quedó dormido la noche anterior, me di cuenta de algo... no había conseguido el arete para nuestro apareamiento. Si alguien, especialmente algún león, lo veía, la falta de arete sería un signo de que no habíamos solidificado nuestro apareamiento por completo. Y no iba a arriesgarme a que alguien pensara eso, especialmente cuando Lou no tenía idea del significado de ello.

Así que entré en mi auto, con una gran sonrisa en mi rostro y un plan en mente para cortejar a mi pareja. Después de que le dejé mis llaves a Cheryl, me metí en una joyería que le pertenecía a alguien de la manada. Técnicamente, la tienda no abría hasta las diez, pero sabía que Jacob llegaba allí más temprano, poniendo las cosas en orden y esas cosas.

Toqué la puerta, cuando llegué allí y esperé. Lo vi salir de la habitación de atrás, y cuando me vio, se le formó un ceño en su rostro. ¿A qué iba eso? El hombre mayor y yo siempre habíamos pasado tiempo juntos. Se acercó a la puerta y la desbloqueó, lo suficiente como para hablarme, pero no me dejó entrar.

—No eres bienvenido aquí, Harry —dijo con firmeza y me cerró la puerta en la cara.

Instintivamente, la detuve con la mano.

—¿Por qué no? ¿Y desde cuándo? —Mis ojos se ampliaron por el shock que me causo la forma en la que me trató. ¿Qué mierda estaba pasando?

—No le servimos a los de tu tipo, en mi tienda —espetó y sus palabras me golpearon como una tonelada de ladrillos.

—Tienes que estar bromeando —gruñí sonoramente. —¿Estás cortando nuestra relación porque soy gay? —Llevaba siendo un buen cliente desde hace años. Siempre me llevaba algo bonito de su tienda, para el cumpleaños de Cheryl y para navidad. Además, él tenía los mejores relojes, y había comprado dos docenas para los ejecutivos de mi compañía en navidad, hace unos cuantos meses.

—Sí, aquí no se permiten maricones.

—Escúchame, basura —siseé, mientras empujaba la puerta para abrirla más y lo agarraba por la camisa. —¿Buscas que te desafíe en la próxima reunión de la manada?

—N-No no puedes hacer eso —jadeó, sus ojos se agrandaron. —Esto no tiene nada que ver con los asuntos de la manada.

—¡Por supuesto que sí, Jacob! Estás insultando a un león más fuerte, a causa de con quien duerme. Eso me parece muy personal, y sabes cómo es que los leones manejan las disputas personales. No volveré después de hoy, así que serías un estúpido si dejas que el hecho de que sea gay acabe con nuestra relación de negocios, después de todo el dinero que llevo gastando aquí, desde hace años. Pero necesito el arete de mi pareja ahora, y sabes que eres el que se encarga de ellos, porque es una cosa de leones. Así que vas a permitirme comprar aquí y nunca volverás a faltarle el respeto a mi pareja o a mí. O te desafiaré y acabaré contigo. ¿Claro cómo el puto cristal?

Un chirrido y un rugidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora