Capitulo 4

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- Admirador secreto -

Veía la cámara con alegría, las fotos reposaban en ella, mi abuelo cargando un oso muerto y mi padre a su lado con la escopeta.

Pero la foto se tenía que arruinar cuando Cristian se puso ahí, junto con un ciervo.

Aún no podía creer que una casa tan como de la realeza, se encontrara cerca de un bosque, menuda idea, aunque supongo que esa idea fue de mi abuelo, desde los 16 iba de cacería como su padre, tuvo mucho éxito que hasta puso en un museo la cabeza de un animal, que lo llevó a comprar esa inmensa casa.

Pero mi abuela no se queda atrás, muchos pensaran que por tener esa cara bonita era modelo o actriz, pero mi abuela jamás fue de esas, en realidad ella conoció a mi abuelo en una cafetería, ella trabajaba como mesera, pero al final se termino convirtiendo en la señora Wood, podía jurar que mi abuela había sido una modems exitosa en su juventud, pero al final se convirtió en esposa de un cazador de animales salvajes, aquella cosa era muy famosa en su tiempo.

Mire por la ventana, íbamos de regreso a casa, me la había pasado bien esos días, aunque por lo sucedido con mi madre, me importaba poco, con ella siempre sería lo mismo, no tenía remedio. De igual manera, la seguía queriendo, por más que intentara odiarla.

Sentí una mirada penetrante en mi perfil, pero no le preste atención, iba en el asiento de atrás, era mucho más cómodo, pero sería mucho más divertido si fuera sola, no con el idiota de mi hermano y el estúpido de Cristian.

Si, Estupido.

Estupido, estupido, estupido, mil veces Estupido.

Aún recuerdo la primera vez que lo llame así, podía distinguir su cara de horror, al parecer era tan educado que no conocía esa palabra, pero desde ese entonces la odia, mientras que yo amo esa palabra.

Mire nuevamente la cámara, había fotos mías con mi abuelo, pase a la siguiente, continúe pasándolas, hasta que llegue a unas que parecían antiguas.

Sonreí cuando me percaté de quienes eran.

Mi abuelo estaba con su escopeta en la mano derecha, mientras que con la mano izquierda agarraba de la cintura a una mujer muy bonita, parecía otra mujer, pero al final de cuentas me percaté de que se trataba de mi abuela. Se veía muy joven, como si tuviera 16 años, o menos.

Mi abuelo ya se le podía notar la edad, no era para nada adulto, hasta se podía descifrar que tenían la misma edad.

Mi abuela sonreía hacia la cámara, mi abuelo le daba un beso en la mejilla, ella abrazan su cuello y él su cintura.

Que cintura para más envidiable.

Esa la heredé yo.

Era su única nieta mujer, mi padre solo tenía una hermana, que se decidió por no tener hijos, o eso es lo que ella dice, prefirió ser la tía cool y millonaria.

Continúe mirando las fotos, realmente se veían felices, mi abuela sonreía demasiado y mi abuelo la miraba como si fuera lo más maravilloso en el mundo.

Quisiera que alguien me mirase de esa misma forma.

Es por que tú no te dejas.

Cualquiera no se dejaría de mi, encontraría la manera de verme como lo más maravilloso del mundo, sin que yo se lo impidiese.

Menudo viaje, comía un caramelo luego de una hora, mi hermano iba durmiendo en la parte de atrás, mientras que yo iba sacando las foto para ponerlas en un álbum de fotos.

Como de costumbre, Cristian iba manejando, ojalá pudiera salirme del carro para que se estrellaran.

-¿Cuando dejarás de fruncir la frente?, te pondrás vieja—Mire por un lado como él continuaba mirando la carretera—¿Mucho estrés?

Odio irresistible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora