Epílogo: Mi mejor fotografía

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–¿Era la última caja?– le pregunté a mi esposa abrazándola por la cintura.

–La última cariño– Enid giró hasta quedar frente a mi sonriéndome a mi y después a la pequeña morena que descansaba en sus brazos.

La pequeña abrió sus ojitos verde esmeralda y sonrió aún mostrando el pequeño diente de leche que le estaba naciendo.

–Lo sigo diciendo, es una copia tuya– dijo mirando con amor a la pequeña Maddie.

Hice una pequeña mueca y levanté una ceja en desacuerdo.

–Es idéntica a ti, pitufa. Solo mírala– acaricié la mejilla de la pequeña que me miraba con curiosidad.

–Tiene tus ojos, tu cabello...–

–Pero tiene tu tono de piel y cuando tenga más dientecitos estoy segura de que tendrá tu sonrisa– protesté cruzándome de brazos.

Enid rió de la forma más encantadora como ella solo sabe hacerlo y acarició mi mejilla.

–Es una copia de las dos–

–Estoy de acuerdo contigo–

–¿Estás feliz de volver?– siguió acariciando mi mejilla.

Yo sonreí ampliamente plantándole un beso en la frente.

–Como no tienes idea, Napa Valley siempre será un buen lugar para volver. ¿Tú estás feliz?– pregunté de vuelta llevándome a los dos amores de mi vida al sillón que había colocado hace dos minutos. Enid colocó a Madison en su coche con cuidado y se sentó en mi regazo.

Mi esposa miró a su alrededor y después me miró a mi con una hermosa sonrisa.

–Contigo todo es felicidad– se acercó a mi rostro y me plantó un pequeño beso en los labios.

Poco a poco fui profundizando el beso pidiendo acceso a su boca pero ello me apartó antes de que pudiera lograr mi objetivo.

–Hay que terminar de desempacar– murmuró muy cerca de mis labios mientras yo negaba con la cabeza.

–Podemos enviar a alguien a hacerlo por nosotros...– hice un puchero y ella lo besó.

–Maddie está aquí... Amor– susurró al sentir mis labios en su cuello.

Con un suspiro besé por última vez su cuello y sonreí al verla aún con los ojos cerrados.

–Entonces vamos a desempacar– entrelacé nuestros dedos pero antes de que pudiéramos dar un paso el timbre de la puerta sonó.

Mientras mi esposa tomaba a mi pequeña pitufina 2.0 en brazos yo me dirigí a la puerta revelando a todo nuestro grupo de amigos. Mi hermana y Yoko, su esposa, tenían a la pequeña Emily en brazos. Sabrina y Olivia al pequeño Dani de igual manera. Bianca y Ariana tenían a la pequeña Jennifer en su coche. Rowan y Ally tenían a su hijo Jake comiendo una compota y por último Xavier, Ajax, Liam y Eugene estaban aún solteros porque según ellos "eran muy jóvenes y guapos para encartarse"

Todos nuestros hijos nacieron en el mismo año, porque como somos tan buenos amigos decidimos encargarlos para que fueran un sólido grupo como el nuestro.

–¡Addams!– exclamaron todos sonriendo.

Mi esposa llegó a mi lado con Maddie tomando un biberón.

–¡Chicos, adelante!– dije saludando a todos de un abrazo.

Todos felices entraron a nuestra nueva casa admirándola totalmente.

–Es bueno volver ¿no?– comentó Bianca dándome un suave empujón.

–Totalmente... Ningún lugar se comparará con este– contestó mi esposa sentándose a mi lado.

Después de cinco años fuera de Napa Valley habíamos regresado para quedarnos. Yo dirigiría mi galería de arte desde aquí y Enid dijo que se tomaría un descanso del baile para cuidar a nuestra pequeña.

–Este lugar, está hecho un desastre. ¿Vamos al jardín?– sugerí cargando a mi pequeña en brazos.

Todos accedieron rápidamente y me siguieron hasta el jardín que estaba mejor organizado que el resto de la enorme casa.

–¿Qué tal ha sido volver?– pregunté a mis amigos jugando con los dedos de mi pequeña princesa.

–Increíble... La ciudad es guay, pero nada se compara con esto. Es lo mejor– contestó Ari con una sonrisa.

Duramos hablando varias horas sobre todo lo que más nos gusta de volver a Napa Valley hasta que llegaron nuestros padres. Era como una reunión familiar ahora y la mejor parte es que estaba haciendo calor y teníamos una piscina.

–¿Por qué no van y tiran a todos para que se den un chapuzón?– nos susurró mamá a Divina y a mi –nosotros nos encargaremos de los niños–

Divina y yo sonreímos con malicia y le susurramos el plan a Sabrina, Xavier, Ajax, Bianca y Rowan y ellos emocionados aceptaron.

Corrimos hasta los demás y cargándolos en brazos nos sumergimos a la piscina.

–¡Casi me matas de un susto!– exclamó mi esposa riendo.

Todos juntos en medio de risas empezamos a lanzarnos agua como si fuéramos unos niños. Más tarde nuestros padres se unieron a nosotros con los niños en la parte menos onda de la piscina para que ellos pudieran jugar con el agua.

Hubo un momento en el que mi esposa cargó en su regazo a Maddie y la hacía reír frotando sus narices.
La escena era increíblemente tierna, así que salí de la piscina y corrí hasta una caja abierta donde se encontraba mi vieja cámara de secundaria y sigilosamente capturé el momento... El flash me delató.

–¿Todavía sigues tomándome fotografías?– preguntó con una sonrisa.

Yo reí dejando la cámara en un sillón y volviendo al agua junto a ellas dos. Recordé el día del bazar cuando exhibí mi fotografía y ella con lágrimas en los ojos me besó frente a las miles de cámaras.

–Siempre has sido mi mejor fotografía pitufina–

Dije antes de unir nuestros labios en un tierno y lento beso.

- Fin -

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⏰ Última actualización: Mar 10 ⏰

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Photograph | Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora