Vida pasada
Me encuentro un poco abrumada por toda la gente que se encuentra en este evento y decido ir al balcón de este salón para tomar un poco de aire, mientras voy caminando observo a la gente, como todos socializan con otros, como todos ríen y como todos se la están pasando tan bien.
Cuando llego al balcón doy gracias porque no hay nadie aquí así que me recuesto sobre el barandal y miro hacia bajo, me doy cuenta que estar en el piso 48 es estar demasiado alto así que decido alejarme y me siento en una de las sillas que hay por aquí, saco un cigarro y lo enciendo ya que de verdad lo necesito, doy la primera calada y empiezo a sentir como los nervios van desapareciendo poco a poco.
Procuro no manchar con cenizas mi vestido rojo para que Edmond no se de cuenta de que estuve fumando.
Después de un tiempo empiezo a sentir culpa ya que le había prometido a mi esposo que lo dejaría pero al menos digo para mí misma que este será el último y espero no se entere.
Antes de apagar en cigarro veo como mi esposo entra al balcón buscándome y su semblante cambia completamente cuando me ve con el cigarro en la mano y maldigo para mis adentros porque se lo que se viene ahora.
—¡Qué diablos estás haciendo con ese puto cigarro en tu mano! —dice mientras está caminando hacia mi— ¡me prometiste que lo ibas a dejar!
—Mi amor por favor no te enojes de verdad no me sentía muy bie... —trató de explicarle pero el agarra mi mano de una forma muy brusca y me lastima— mi amor me estás lastimando por favor no te enojes.
Sin importarle que le diga que está lastimándome me lleva de arrastradas al barandal y me pone contra el, mientras mi mano que tiene el cigarro está colgando fuera de el.
—¡No me digas mi amor Eliza! Te prohibí que tocara otro cigarro en tu vida y tú vienes y me desobedeces —dice mientras con cada palabra aprieta más mi muñeca.
—Edmond me estás lastimando por favor suéltame —trató de decirle tranquila para hacerlo entrar en razón.
—¡Tira esa cosa ahora! —dice gritándome.
—Déjame apagarlo primero, puede ser pelig... —trató de decir pero el no me deja terminar la frase.
—¡Qué lo tires ahora mismo te dije, joder! —dice mientras empieza a inclinarme por el barandal.
Así que no puedo hacer otra cosa más que tirar el cigarro, cuando lo hago estoy viendo sus ojos y veo que ya no puedo seguir con esto, veo sus ojos y veo que en momentos como estos el se vuelve otro hombre, se vuelve otra persona de la cual yo no me enamoré, así que prefiero ver hacia otro lado que no sean sus ojos.
Me suelta y da unos cuantos pasos hacia atrás, empieza a entrar en razón y toma mi otra mano con gentileza y toma mi cara para que lo vea.
—Hermosa lo siento tanto, no quería lastimarte, perdóname por favor, solo me altere porque no me gusta que te hagas daño a ti misma y no me gusta que me desobedezcas —dice mientras veo como cambia su mirada.
—Todo está bien Edmond, perdóname por no haberte echo caso —digo bajando la mirada hacia y mano lastimada y veo como quedaron marcados cada uno de sus dedos.
El me suelta y empieza a caminar hacia la mesa donde está mi cajetilla y se la guarda en una de las bolsas de su traje.
—Venía a buscarte porque es hora de la entrega de los premios así que ponte tus guantes que no quiero que nadie pregunte por eso —me dice mientras señala mi mano.
Camino hacia la mesa donde se encuentra mi bolsa, la abro y saco los guantes de satin blancos, me los pongo y me percato de que alguien está viéndonos desde el salón pero no logro distinguir quién es.
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Para el día que realmente nos perdonemos
RomanceEl es parte de mi inocencia e indecencia, el es parte de mi madurez e inmadurez, el es parte de mi doble moral, el es parte de mi pureza e impureza, el es parte de mi felicidad y tristeza, el es parte de mi orgullo y decepción, pero sobre todo el es...