El desierto de los hombres convertidos

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Alejados de un pueblo del desierto, se encontraban un anciano y su joven nieto. El sol, posado en el cielo, comenzó a ocultarse oscureciendo el mar de arena.

-Abuelo, ¿me contarías una historia mientras el sol desaparece?

-Escucha atentamente.- Su abuelo se aclaró la garganta y comenzó a narrarle.- Nuestros antepasados, los que vivían en este desierto, contaban que cuando Tierra, Marte y Júpiter se alineaban con el astro rey, una gran tormenta de arena cubría este desértico paisaje. Y a todo hombre que estuviese expuesto a ella, se le teñirían los pelos de los brazos de oro o este hombre se convertiría en arena del desierto.

Al acabar de pronunciar sus últimas palabras, comenzó a levantarse el viento proveniente del sur, arrastrando la arena que se encontraba a su paso. El anciano agarró firmemente pero con delicadeza las manos de su nieto.

-Abuelo, ¿qué está ocurriendo?- El niño estaba muy asustado.

La tormenta les cubrió, ya no podían verse aunque aún notaban sus manos agarradas. Cuando la tormenta comenzó a disminuir su fuerza y el polvo levantado se posó ya en el suelo, el nieto miró a su abuelo. Contemplaba como él se iba deshaciendo, convirtiéndose en arena. Miró también sus brazos, brillaban, eran oro.

Volvió su mirada hacia el montón de arena, que era su abuelo, lo besó y marchó, triste, a contar lo ocurrido a sus padres.


Palabras: Pelos y viento.

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