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•—¿Quién es? ¿Otelo?— hablo Viv mientras la luz iluminaba tenuemente
—Sí, Desdémona.— apareció Enzo mirándola de reojo
—¿No te acuestas, señor? — miro su rostro con duda
—Esta noche no —contestó Enzo con un tono glacial. Su rostro se había vuelto impenetrable y peligroso.
—¿Por qué no?—dudó Viviente
—Porque hoy hay que hacer justicia.— la voz de Enzo sonaba cada vez más oscura y amenazante.
—¿Qué quieres decir?—preguntó la joven, incrédula.
—¿Has rezado esta noche, Desdémona? — se quitó la chaqueta mientras las luces subían un poco haciendo que ambos se noten para los espectadores
—Sí, mi señor.— asintió mirando intensamente sus ojos
—Si te queda algún pecado que no haya alcanzado la gracia del cielo, Ruega su perdón. — hablo serio y Vivienne sintió los nervios invadir su cuerpo
—¡Dios santo! ¿Qué quieres decir con eso?
—Vamos, reza y no tardes. Mientras, me retiraré. No quiero matar tu alma si no está
preparada. ¡No lo quiera Dios! No voy a matarla — Enzo sentia nervios de tener que acercarse a la chica pero trataba de mantener su rostro serio y su voz profunda y grave—¿Hablas de matar? — este miro los ojos profundos de la chica y apartó la mirada para no distraerse
—Sí, eso he dicho.
—Pues que el cielo se apiade de mí. — bajo la mirada ella
Los dedos de Enzo tomaron su barbilla levantándola para observarse mutuamente, —Amén, de todo corazón.
—Si dices eso, no creo que quieras matarme. — hablo suave como un murmullo
—No me crees capaz de hacerlo, ¿verdad?— preguntó Enzo con tono áspero.
—Por favor, dime que me estás tomando el pelo. Eso no es divertido...—protestó Viv
—No. No es ningún juego.—dijo Enzo.
—¿Y por qué? ¿Por qué quieres hacerme esto, Otelo ?—dijo Viviente en un tono más bajo
—Piensa en tus pecados. — dejo de mirarla mientras está le colocaba la mano en el rostro
—Son amores que te doy.— murmuró suave , la mano de ella ardio en la piel del chico haciendo que sus nervios de pongan de punta , al instante quito su rostro
—¡Calla y escucha!
—Dime que sucede Otelo ¿Porque quieres matar a tu esposa
—Porque, mi amor, me has traicionado.—repuso el joven, acercándose más a ella.