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—¿Qué es lo que pasa realmente con esta chica, Enzo?

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—¿Qué es lo que pasa realmente con esta chica, Enzo?

Enzo podría considerar a Matías su amigo más cercano dentro del cast. Al compartir cierto protagonismo y escenas, se complementaron y habían logrado entablar una buena amistad donde la confianza primaba y eran libres de compartir palabras entre ellos.

—Es una amiga.

—¿Una amiga? —su voz se rajó con una carcajada de por medio. —Flaco, la miras como a nadie y la conociste hace unas semanas.

—Eso cree ella.

Matías se volteó lentamente sobre sus talones y dejó caer la ropa limpia en el cajón sin doblarla. —¿Perdona?

Enzo alzó la mirada de su teléfono y soltó una risa burlona al verlo tan confundido.

—No me digas que sos de esos viejos verdes que son stalkers y no dejan en paz a las que son menores de ellos. Ya sé que sos viejo, pero no te lo tenías que tomar tan en serio.

Ofendido, Enzo le lanzó una almohada a la cabeza y negó.

—Cuando era chico mi papá me llevó a un teatro que había cerca de mi casa, dijo que había una presentación de baile y mi tía la había organizado. —explicó apagando su celular y cruzando las manos sobre su regazo.

Continuó con su relato. —Nos dieron un folleto donde aparecían los nombres de las minas que bailaban. Ahí la vi por primera vez a Diana.

—¿Diana es de Uruguay?

—Sí, pero de la parte de los platudos, nunca me hubiera conocido si no salía a mi barrio. Aparte, yo la vi cuando ya tenía como 12 años, ella tenía ocho, era una nena.

—Dime que no te gustó en ese momento, porque eso sería turbio.

—Claro que no, Matías. —soltó.—Si me enamoré de algo, fue de su baile, no le saqué la mirada de encima.

—¿Y la reconociste en el evento?

—Leí su nombre en la lista de invitados. —explicó encogiéndose de hombros. —Me dio un golpe de nostalgia y quise conversar con ella.

—Pero como está buenísima ahora te la quieres comer.

—Matías, es imposible hablarte, viste. —puso un tono más serio aunque el menor no dejaba de reírse, había logrado que se le pusieran las mejillas coloradas.

—Fuera de broma ahora. —Matías suspiró y se enderezó al hablar, Enzo a veces lograba olvidar que en realidad él ya era un adulto y responsable por sus acciones pero se veían opacadas por la actitud energética e infantil que solía tener. —Ten cuidado. Si los descubren les va a ir mal.

Enzo lo miró con cariño, un sentimiento fraternal inundándolo al recordar que él estaba viviendo la presión del público en carne propia.

—No te preocupes por mi, flaco, no dejaré que pase algo.

ESCAPE, enzo vogrincic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora