Manuel no consiguió su teléfono, consiguió su dirección eso era aún mejor. Sin pararse ni un segundo, a las ocho de la tarde de aquel día, se dirigió hacia la casa de la muchacha.
Otra vez el olor de su colonia se hallaba, esta vez en el portal, donde fijamente Manuel miraba el letrero del buzon, donde por suerte, solo estaba el nombre de María, al primero izquierda, sí alli, donde pasaron diez minutos y nadie contestaba al timbre.
-¿Y tú a quien buscas? - Exclamó una dulce voz y a la vez brusca, aquella voz que hacia dos días que no oía.
-A ti, o eso creo, si no es mucha molestia-
-Anda pasa, no se que buscas pero tal vez pueda ayudarte
Recorrió el camino que aquel pasillo le llevaba hacia el salón donde la frialdad llegaba con el caer de la noche.
-No se que haces aqui, y si lo quiero o no lo quiero, pero tal vez no sea el momento para recibir una visita- Dijo la anfitriona
-Yo solo quería decirte que te dejaste los bolígrafos y me parecía feo que estuvieran alejados de la dueña, lo siento
-Si es así está bien, me gusta que me devuelvan aquello que pierdo y después busco, esta bien- Asintió María
Los minutos pasaban tan rápido, le contaba lo ocurrido en la oficina y a Manuel se le caia el alma, María estaba sin trabajo y con una casa que pagar, el muchacho se sentía mal pero jamás quiso salir de allí. Llegaron las doce y María solo quería dormir y que pasaran los dias. Manuel al marchase, cogió los bolígrafos y los guardó de nuevo en su bolsillo
-Gracias por escucharme, no me ha venido tan mal desahogarme, y tal vez es lo que quieran hacer mis bolígrafos, desahogarse del bolsillo en el que un inutil les ha secuestrado- Dijo extendiendo su mano
-De nada, hoy por ti mañana por mi. Ahora me voy. Intuyo que mañana me encontraré por error tus bolis en mi bolsillo, entonces mañana tendré una excusa para volver a verte y devolvertelos. Buenas noches - Exclamó Manuel con una sonrisa que se alejaba por el rellano.