Los meses pasaron, Manuel seguía trabajando y no sabia nada del giro que la vida de Maria habia dado. Ahora ella, era feliz, trabajaba para un periódico, un trabajo tranquilo que le daba lugar a verse con una persona muy especial, Jose, aquel vecino que desde hacía tres semanas compartia con ella rellano.
Manuel, por otro lado, no dejaba de pensar en ella, aún guardaba en su memoria cada momento y cada conversación, trabajaba de mal gusto, y solo se dedicaba a ello.
En un arrebato de recuerdo, Manuel dejó el trabajo y esa misma noche alrededor de las doce, fue a aquel bloque que hacia meses que no visitaba. Otra vez el olor, las costumbres y diferencias de María le saludaron. Ahora ella era otra, reía, y no resultaba tan gruñona como siempre. Invitándole a entrar, Manuel se sentía en una nube, parecía que tenía todo en sus manos, si la tenía a ella enfrente, pero desgraciadamente no estaban solos.
-Él es Jose, nos estamos conociendo.- Afirmó tomandole la mano
-Encantado, supongo, o, no se. Ahora tengo prisa o no, nos veremos en otro momento tal vez..- Se marchaba indeciso, Manuel se alejaba y con él todas las ilusiones que tenía en su cabeza. De camino a casa reflexionaba, ya no tenía nada, ni trabajo, ni a María, en realidad, jamás la tuvo ni la iba a tener por el momento.