Campos de fresas por siempre.

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Aunque parecía inimaginable, una dama hermosa llamada Mimzy, amiga de Alastor hizo acto de presencia en nuestra ceremonia nupcial. Danzaron juntos durante gran parte de la velada y parecían sumidos en una conversación interminable. Esta situación me causó un dolor profundo en el día de mi propia boda. Se suponía que yo era quien había conquistado su afecto, y sin embargo, sentía que mi cordura se esfumaba entre mis dedos. No podía resistir la tentación de enfrentar tal situación, pero sabía que mantener la compostura era lo más acertado. Si me dejaba llevar por las emociones, temía perder el sentido de mi ubicación y de las personas con las que compartía tan especial momento. Era un desafío mantener la calma, pero comprendía que era necesario para preservar la armonía en tan trascendental jornada.

Después de esa noche, desnudos uno al lado del otro, tuvimos una conversación sobre nuestras opiniones, el resultado y nuestras interacciones. Recuerdo que en esa ocasión pregunté sobre Mimzy, y él me comentó que era una amiga que había conocido en un club y le agradaba bailar con ella. "Mantén la cabeza, niña. Mantén la cabeza", me repetía una y otra vez. Prefería imaginar a esa mujer muerta antes que verla de nuevo con mi hombre. Los celos y la angustia se apoderaron de mí, pero luché por mantener la compostura. Sabía que no podía dejarme llevar por mis emociones y que debía encontrar una manera de superar esta situación y preservar mi relación.

Después de nuestra boda, en el año 1929, las expectativas de un futuro hijo se cernían sobre nosotros como una sombra ineludible. A pesar de nuestros esfuerzos incansables, concebir parecía una tarea esquiva, un enigma que se resistía a desvelarse. Y así, el sueño de esa criatura, cuya imagen se desvanecía en la penumbra de la realidad, nunca pudo materializarse. La mera contemplación de lo que pudo haber sido desencadena un nudo en mi garganta, un dolor profundo que se enreda en mis pensamientos.
Así que continúo escribiendo, dejando que las palabras fluyan de mi pluma, liberando mi alma de la carga aplastante de la infertilidad, el miedo y el dolor que siento, encontrando un atisbo de esperanza en medio de la oscuridad.

1929, Aún lo recuerdo como si fuera ayer.

Mientras regaba mi huerto de fresas, una sombra ominosa se adueñó de mi mente, susurrando en tono desafiante: "Nada de esto es real". Me repetía esta frase una y otra vez, tratando de negar la realidad que se desplegaba ante mis ojos. En la bañera de nuestra morada, yacía el cuerpo inerte de un hombre, un espectro que desafiaba toda lógica y cordura. Vivir es fácil con los ojos cerrados, pero en este momento, la realidad se desdibuja y cada visión se convierte en una interpretación distorsionada de la verdad.

Mi esposo, aquel en quien confié mi vida por completo, ahora se convierte en una amenaza, un portador de mis oscuros secretos que nunca tuve el valor de revelar. ¿Cómo los descubrió? ¿Cómo se enteró? Estas preguntas se agolpan en mi mente, alimentando mi temor y mi angustia. Espero que mis campos de fresas, ese refugio de paz y serenidad, permanezcan inalterados, un santuario donde pueda encontrar consuelo en medio del caos. Mi campo de fresas por siempre.

En este momento, siento que nada más importa. La presencia constante de Mimzy, molestando desde que me casé con Alastor, ha desgastado mi paciencia y mi tranquilidad. La escasa lujuria que Alastor muestra hacia mí solo alimenta mi baja autoestima, dejándome con un sentimiento de insatisfacción constante. Además, mi padre parece empeñado en revivir lo que una vez sucedió entre nosotros en mi infancia, una sombra que sigue persiguiéndome. Mi hermana, entrometida como siempre, añade más peso a mis preocupaciones. Se que puede parecer repentino leer esto ahora, sin embargo mi tiempo en libertad es limitado, pero mi deseo de ser comprendida es infinito.

Justo ayer, mis problemas cotidianos parecían tan insignificantes, tan distantes en comparación con lo que enfrento ahora. Anhelo tanto el pasado, deseando regresar a aquellos días en los que mi vida parecía más sencilla y sin complicaciones. De repente, me encuentro siendo apenas una sombra de lo que solía ser, una versión desvanecida de mí misma.

La pregunta se alza en mi mente: ¿Por qué habría de hacer tal cosa? Un enigma sin respuesta, pues él nunca me lo revelaría. Su amor, lo que más anhelaba en este vasto mundo, se desvanece ante mis ojos, y ahora anhelo desesperadamente un refugio, un santuario donde pueda huir y ocultarme de la ansiedad que me consume.

La desesperación me llena mientras regaba mi campo de fresas, ¡Que alguien me tienda una mano, por favor! Desde mi más retorcida infancia, siempre me he empeñado en valerme por mí misma, sin desear la ayuda de nadie. Sin embargo, ahora dudo de todo lo que he vivido, me siento sumida en la confusión y la incertidumbre. Me encuentro perdida, incapaz de mantener los pies firmes sobre la tierra. Ruego que alguien acuda en mi auxilio, pues necesito apoyo como nunca antes lo había necesitado.

En medio de la soledad y la incertidumbre, mi amado se aproximó a mí en la cama, envolviéndome en un abrazo por la espalda, sus labios rozando mi cuello, un anhelo que no hace mucho tiempo no conocía, cuando no había rastros de sangre derramada en nuestra bañera. ¿Comprenden? No tenía ningún lugar al que ir. El me susurró al oído que era la mujer más hermosa de este vasto mundo. ¿Entonces, aquí es donde se encuentra la gente solitaria? Nunca me había visto desde esa perspectiva hasta este preciso instante.

Conozco a la perfección todo lo que he guardado en silencio durante tantos años, sé muy bien las mentiras que he tejido, lo impensable se ha vuelto rutina, me he convertido en su cómplice, callando y mintiendo. Soy consciente de lo que he hecho, incluso de los actos mortales. Mi pobre padre no merecía el destino que le hemos dado, y la pobre Mimzy, a pesar de que deseaba su muerte desde hace años, no merecía ese final. Me sentí bien en su momento, pero ahora me arrepiento. Oh, mamá, te extraño tanto en este preciso instante. Nunca pensé que llegaría a extrañarte, pero ahora te necesito de verdad, a pesar de tu amarga personalidad. En este momento, me esfuerzo por convencerme a mí misma de que solo querías ver la mejor versión de mí. Mamá, estoy aterrada, siento náuseas por todas estas emociones que me abruman ahora mismo.

Fuego Pálido (Alastor X Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora