Dear Ollie.

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Nota de la autora:

Primero que nada, quiero agradecerles por el apoyo a mis dos obras, les juro que me siento muy feliz de que las estén disfrutando aunque son sencillas.

Y, bueno, esta historia nació al ver al chiquitín de Ollie Bearman en acción para sustituir a Carlos Sainz debido a que está malito de la panza. Si bien ya conocía a Ollie, hasta ahora pude verlo aún más en acción y soy una fiel creyente de que Charles y Carlos le tienen mucho aprecio y pues es como su chamaco.

Sin más que decir, disfruten de este pequeño obsequio.

¡Nos vemos! ♡

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Desde el primer momento sus corazones se fusionaron; los orbes color olivo miraban embelesados aquellos color avellana.

Quizás podría sonar excesivamente cliché, pero Charles sintió que el mundo se detenía, hasta el aleteo de las aves se ralentizó en cuanto lo vio entrar a la oficina de Mattia y presentarlos formalmente como compañeros de escudería, era evidente que ya lo conocía, sin embargo, saber que sería parte del equipo le provocó cosquillas por todo su ser, ahí estaba Carlos Sainz Jr., un alfa en todo su esplendor, la mirada oscura que él le dedicaba le había hecho sentir escalofríos a la vez que la calidez llenaba su ser.

Desde lo más profundo de su alma, su omega, esa contraparte primitiva y animal levantó sus orejas y movió la cola ante el lobo del alfa frente a él.

Alfa, alfa, alfa...

Era como si su omega llamara al lobo alfa de Carlos, quien no le fue en lo absoluto indiferente y estrechó su mano con la del omega lo que le hizo soltar un chillido emocionado internamente.

— Hola, Charlie... — El marcado acento español le erizó los vellos de la nuca.

¡Nos ha llamado Charlie, no es indiferente a nosotros! ¡Somos su Charlie!

Charles empujó esos pensamientos lejos de su mente y extendió su mano: — Hola, Calos... — La falta de la letra 'r' se hizo presente sacándole una carcajada al mayor de los dos y un sonrojo al monegasco.

— Confío en que juntos lograremos cosas grandes, Charles. — Carlos le dijo sin dejar de mirarlo con atención.

Oh, sí, claro que lograrían cosas grandes, pero Charles jamás pensó que su relación daría una vuelta de trescientos sesenta grados a sus vidas, pasando de ser conocidos pilotos de la Fórmula 1, compañeros de escudería, amigos, pareja y... Próximamente padres.

El monegasco salía del consultorio con aquel sobre color manila con el grabado de los laboratorios.

Estaba muy nervioso, su omega, por el contrario, brincaba de alegría mientras la marca en su cuello le picaba de forma agradable, con pasos decididos fue hacia su automóvil, tomó lugar en asiento del conductor y cerró la puerta mientras miraba de nuevo aquel sobre, lo volvió a abrir y sacó la hoja membretada que tenía sus resultados.

Charles había notado cambios en su físico así como en su percepción de la realidad: Desde una mayor sensibilidad a los olores de sus compañeros alfas y omegas de la parrilla, sentido auditivo más preciso y sensible así como su vista más nítida y también un retraso de tres semanas para la fecha de su próximo celo; esto último desató alarmas en él ya que era un omega muy regular al momento de presentar sus celos.

Aún recuerda haber hablado de sus síntomas con Sergio, quien le sugirió realizarse estudios sanguíneos para descartar o confirmar una sospecha de embarazo. El omega mexicano le había explicado que los síntomas que presentaba eran más comunes de lo que se solía pensar y más si él era una persona en armonía con su lobo interno.

Dear Ollie. [Charlos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora