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Desde aquel día, mi relación con mi madre no ha mejorado mucho, aunque mi papá intenta mediar la situación. No parece que ella esté enojada, simplemente no sabe cómo hablar conmigo.

No entiendo la razón por la cual no quiere dejarme entrenar, si ella misma es una maga, y una poderosa. Bueno, eso no cambia el hecho de que practicaré por mi cuenta.

Después de algunos meses, al fin logré aprender a leer. En este mundo, el abecedario es parecido al que solía conocer, por lo que realmente no fue tan difícil.

A muchos les sorprendió que aprendiera a leer teniendo tres años sin algún tutor, pero me apresuré en ello por una razón en específico.

Concentro mi energía en el aire que me rodea, tratando de visualizar las moléculas moviéndose a mi voluntad. Cierro los ojos y me sumerjo en un estado de concentración profunda. Sin embargo, a medida que intento controlar las moléculas, siento que mis fuerzas se agotan rápidamente. Es evidente que aún no he dominado completamente esta magia.

Me encuentro en mi habitación, rodeada de libros y pergaminos que contienen antiguos conocimientos mágicos. Con determinación en mis ojos, me siento frente a mi pequeño escritorio y tomo el libro que encontré, deseosa de repasar los conceptos básicos.

Deslizo mis dedos por las páginas desgastadas, leyendo cada palabra con atención. Pero a medida que avanzo, me doy cuenta de que hay algunas partes que me resultan confusas. Las palabras parecen danzar frente a mis ojos, desvaneciéndose en un torbellino de letras.

Parece que mi intento de visualizar las moléculas de aire se ha vuelto abrumador. Me siento en mi escritorio, con el libro de magia de aire frente a mí, y observo las complejas fórmulas y diagramas que tratan de explicar el funcionamiento de esta magia.

Cuando aprendí a leer, descubrí que la magia también puede expresarse como fórmulas, facilitando así su comprensión, pero una cosa es entender la teoría, y otra aplicarla a la práctica.

En un intento por simplificar las cosas, tomo la pluma que tengo a mi lado y comienzo a dibujar formas en el aire, tratando de capturar la esencia del movimiento del viento. Mis trazos son torpes y descoordinados, que estoy segura de que no me llevarán a ningún lado.

Una suave corriente de aire acaricia mi rostro, apenas perceptible. No estoy segura de sí fui yo quien logró mover el aire o simplemente fue una casualidad. Mi cuerpo tiembla ligeramente, sintiendo el cansancio que esta práctica me está causando.

Me siento en el borde de mi cama, tratando de recuperar el aliento. La magia de aire resulta mucho más agotadora de lo que esperaba. Es como si cada intento de manipular las moléculas invisibles me exigiera una gran cantidad de energía y concentración.

Me dejo caer en mi cama, buscando un momento de descanso y calma. Esta práctica de magia de aire está resultando más desafiante de lo que imaginaba, y para colmo, hoy parece haber más ruido de lo habitual en mi casa. ¿Qué estará pasando?

Los sonidos provenientes de otras habitaciones llegan hasta mis oídos, interrumpiendo mi concentración. Voces, risas y pasos resonando por los pasillos. Suspiro con frustración, sintiendo cómo mi enfoque se desvanece poco a poco.

Intento bloquear el ruido, cerrando los ojos y respirando profundamente. Pero cada vez que parezco encontrar un momento de tranquilidad, una nueva ráfaga de ruido irrumpe en mi espacio. Parece que todo el caos del mundo se ha congregado justo fuera de mi puerta.

Con un suspiro resignado, me siento y me cubro las orejas con las manos, buscando aislar el bullicio a mi alrededor. Pero incluso con mis oídos protegidos, las vibraciones y murmullos se filtran a través de mi cuerpo, recordándome que no puedo escapar de la realidad que me rodea.

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⏰ Última actualización: Apr 30 ⏰

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