capitulo

33 1 0
                                    

El estridente sonido de la alarma me arrancó de mi sueño, marcando el inicio de otro día. Sin perder tiempo, me levanté de la cama y me dirigí hacia la cocina para preparar un desayuno energético antes de enfocarme en mi rutina de ejercicios matutinos. Levanté pesas, trabajé mis glúteos y esculpí mi cuerpo con dedicación, consciente de la importancia de mantenerme en forma para mi trabajo. Tras una intensa sesión de ejercicio, regresé a casa para ducharme y alimentarme adecuadamente, preparándome para las demandas del día.

Mientras disfrutaba de un momento de lectura tranquila, mi teléfono celular vibró, interrumpiendo mi paz. Al contestar, reconocí la voz de mi jefe, quien no perdió tiempo en explicar la situación urgente.

—Hola jefe, ¿en qué puedo ayudarte?
—Victoria, sé que hoy es tu día libre, pero el teibol está abarrotado esta noche, y todos están solicitando tu presencia. Necesito que vengas lo antes posible.
—Entendido, jefe. Déjame cambiarme de inmediato.
—Victoria, hoy es sábado de disfraces.

Concluida la llamada, me dirigí a mi colección de lencería con determinación. Sabía que cada atuendo era una inversión en mi éxito y en mi seguridad financiera. Tras evaluar varias opciones, opté por un conjunto de conejita, completo con orejeras coquetas. Rápidamente empaqueté todo en mi mochila, incluyendo mis tacones de aguja y una pequeña bata blanca de encaje.

Sin perder tiempo, solicité un taxi y me dirigí hacia el teibol, lista para enfrentar la noche con confianza y determinación, sabiendo que cada paso que daba me acercaba más a mis metas.

Entre al teibol por la puerta trasera y Vi al jefe esperándome.

—victoria que bueno que llegas sigues después de la chica que está bailando ahora así que ve a cambiarte.

—Victoria, qué bueno que llegas, sigues después de la chica que está bailando ahora, así que ve a cambiarte.

Sin decir nada, corrí hacia los cambiadores y me apresuré a cambiarme. Cerré la bata rápidamente y me coloqué detrás de la puerta de la tarima, esperando a que saliera la chica que estaba bailando. La vi salir y escuché al jefe hablar por el micrófono con autoridad: "¡Y ahora entrará Flor de Capullo al escenario!". La música comenzó a sonar, y yo me preparé para hacer mi entrada.

Caminé sensualmente por la tarima, consciente de las miradas que se posaban sobre mí. A lo lejos, divisé la entrada de un hombre muy atractivo, acompañado de imponentes escoltas. El murmullo del club se apagó, todos los ojos se volvieron hacia él.

A pesar de la distracción, me concentré en mi actuación. La música seguía sonando, y era mi turno de brillar. Con movimientos seductores, me acerqué al poste y comencé a bailar, dejando que la atmósfera del lugar me envolviera.

Mientras me movía con gracia y sensualidad, sentía la energía del público y la presencia magnética del hombre en la entrada. Era un desafío mantener mi atención en la actuación, pero me esforcé por dar lo mejor de mí en el escenario.
Vi cómo el jefe se acercaba al hombre, y aunque solo intercambiaron unas palabras, sentí un escalofrío recorrerme cuando el hombre me señaló con el dedo. ¿Qué habría dicho sobre mí?

El patrón  se dirigió hacia la puerta, y pude escuchar su voz resonar a través del micrófono, anunciando que era hora de que yo saliera. Con el corazón latiendo con fuerza, salí al escenario, sin poder evitar mirar hacia donde estaba el hombre.
Cuando mis ojos se encontraron con los suyos, sentí una corriente eléctrica recorrerme. Su mirada era intensa, penetrante, como si pudiera ver a través de mí. ¿Qué había detrás de esa expresión seria y enigmática?. Ahora sí salí y Vi ahí a el jefe.

—Aver victoria, necesito que te comportes Yo sé que tú eres una chica muy especial —hizo una pequeña pausa, como si buscara las palabras adecuadas—, pero él es un cliente muy especial. Tratarlo bien y te irá súper bien. Las chicas que se han sentado con él han hecho su noche, así que pórtate bien.

—¿Tengo que preocuparme por algo? —pregunté, extrañada por la advertencia implícita en sus palabras.

—Claro que no, solo... pórtate bien —repitió, con un dejo de insistencia en su voz.

Con la instrucción resonando en mi mente, sentí las manos firmes de uno de sus escoltas guiándome hacia la mesa. Los nervios se apoderaban de mí, pero me obligué a mantener la compostura. El escolta me dejó frente a la mesa y se posicionó alrededor de ella, junto con los demás.

—Siéntate —ordenó el que, aparentemente, era el jefe, sin siquiera mirarme a los ojos.

Tomé asiento con cautela y finalmente me atreví a levantar la mirada hacia él. Sus ojos eran tan oscuros que parecían penetrar en lo más profundo de mi ser.

—¿Quieres algo? —preguntó, clavando su mirada en la mía.

—Lo que usted pida está bien —respondí, tratando de mantener mi voz firme y segura.

—A ver, aquí hay lo que tú quieras, no lo que yo pida —su tono revelaba un leve rastro de enfado.

—Un whisky está bien —murmuré, notando cómo él hacía una seña y de inmediato un camarero se acercaba y en cuestión de segundos el whisky estaba sobre mi mesa.

—¿Sabe qué, señor? —interrumpí, con un deje de timidez en mi voz—. ¿Me permite ir al baño? Bailé bastante y tomé mucha agua.

—Vaya —acompañó su voz con un gesto de manos, como si concediera un permiso con cierta indiferencia.

Agradecí con un asentimiento y me levanté de la silla, sintiendo el alivio de poder escapar por un momento de la tensión que se había acumulado en la habitación. Con paso apresurado, me dirigí hacia el baño, tratando de mantener la calma mientras mis pensamientos se agitaban en mi mente.

Al entrar al baño, me detuve frente al espejo y observé mi reflejo con detenimiento. Mi corazón aún latía con fuerza por la situación tensa en la que me encontraba. Respiré hondo, tratando de tranquilizarme, y me rocié un poco de agua en el rostro para refrescarme.

Mientras me miraba en el espejo, las palabras del hombre resonaban en mi cabeza. ¿Qué era lo que realmente quería? ¿Por qué estaba tan interesado en complacerlo? Sentí un nudo en el estómago al considerar las posibles implicaciones de mis acciones.

Decidida a no dejarme intimidar, me enderecé con determinación, ajustando mi vestido con firmeza mientras acomodaba mis senos. Con un rápido retoque de polvo, estaba lista para enfrentar lo que fuera. De repente, un chorro de agua fría mojó mi espalda, y el fuerte olor a tequila llenó el aire, lo que me hizo voltearme enojada. Frente a mí, se encontraban dos mujeres no muy atractivas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 09 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Lujuria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora