Él sin una palabra le miro a los ojos, se levantó de la banca, ella miro las lágrimas de sus ojos y cuando ya iban a caer las limpió y las detuvo.
-¿Acaso nunca pudiste hacer eso por mi?
-¿Hacer qué? -Dijo tratando de respirar.
-Limpiar mis lágrimas, no te pido que hayas limpiado las mil lágrimas que derrame por ti, pero pudiste limpiar una... Más sin embargo no nació de ti. Me viste llorar muchas veces ¿Y qué fue lo que hiciste? Simplemente te marchaste.
-Creí que te hacia daño, no era mi intención dejarte sola.
-Tú sabias que eras mi todo, lo sabias perfectamente.
-¿Era?
-Si, o ¿Creíste que estaría todo este tiempo esperándote? Discúlpame, pero aprendí muchas cosas de ti en esté tiempo y me enseñaste que sin tú presencia o con ella, la vida sigue -Dio la media vuelta y dijo- Ojalá que no llores hasta dormirte hoy, como solía hacerlo yo.
-La detuvo de un brazo y le dijo- ¿Me perdonas por todo el daño que te he causado?
-Ya te dije que si, solamente sueltame.
Él la miro fijamente y esta vez una lágrima recorrió todo su rostro hasta llegar al suelo. Él tomó la cabeza de ella y la inclino hacia abajo... y le dio un beso en la frente.
-¿Sabías que los besos en la frente no son para cualquier persona? -Ella dijo con un nudo en la garganta- Yo soy cualquier persona.
-Tú no eres cualquier persona, tú eres el amor de mi vida, aunque no lo quieras aceptar.
Ella tomó sus cosas y se marchó. Él se quedo mirando como se marchaba. Y así como ella una vez le miro partir, él también la miro irse con lágrimas en los ojos.