Capitulo 1; El primer encuentro.

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La suave luz de la noche, me nubla la visión. El relajante sonido de las olas cuando rompen, me envuelve. La arena de la orilla, me ensucia los pies. La brisa marina, me traslada a otro mundo. Y todo en su conjunto, es mi mayor debilidad. La playa por la noche, sola y fría. Nada es como cuando era pequeña, cuando permanecia todo el día revolcada en la orilla haciendo castillos de arena, bañandome, y haciendo más castillos después. Ahora odio la playa, el mar, y todas sus criaturas. Pero solo de día, porque de noche se transforma. La arena es fría y me abraza los pies enfriandomelos. Sus criaturas parecen haberse esfumado, todo lo malo se va, claro.
Estoy andando tranquila por la arena cuando de repente veo un extraña luz que llama mi atención aparecer de la nada en medio de la oscura noche.
Una silueta que me resulta familiar se acerca hacia mí, y me abraza mientras lo que supongo que son sus lágrimas caen sobre mi hombro.
Estoy perpleja.
«Vete.» Me susurra y se esfuma, como si nunca hubiera existido.
Un "¿que acaba de pasar?" es lo primero que se me viene a la mente tras lo sucedido.
Fuera lo que fuera, o fuese quien fuese, tengo la agobiante necesidad de salir corriendo. Pero algo va mal, algo me lo impide. Es como si algo estuviera sujentando mis pies para impedir que me vaya.
Con poco éxito intento ahogar un grito, pero no me sale demasiado bien.
Y aunque fuera salido bien, tampoco hay nadie aquí para ayudarme con esto que me esta pasando, sea lo que sea.
Intento tumbarme en la arena para intentar soltarme los pies y poder escapar. Mi espalda al completo choca contra la arena haciéndome daño en la cabeza, y cuando intento levantarme estoy en mi habitación. Son las cuatro y media de la mañana, por lo que debo de llevar al menos tres horas dormida.
Cuando me levanto para bajar a beber algo de agua, al sujetar el pomo de la puerta para abrirla, toco algo que no debería estar ahí. Es una nota de papel arrugada y que parece que llevara ahí medio siglo y medio, pero esta tarde antes de irme a la playa a pasear sola un rato no estaba.
«Tardaste demasiado en irte, lo siento.»
¿Como?¿Quien me ha dejado esta nota y como ha entrado a mi casa? Se lo diría a mi madre, pero estoy sola en casa hasta mañana por la tarde, cuando vuelva del instituto.
Como no tengo nada que hacer, arrugo la hoja de papel, la tiro a la basura y bajo a darme una ducha. Un vaso de agua ya no es suficiente. No quiero pensar en nada de lo ocurrido.

Mientras las frías gotas de agua resbalan sobre cada uno de los centimetros de todo mi cuerpo, oigo como la puerta principal de mi casa, se cierra. Aunque ya estaba cerrada. Me entra un escalofrío por todo el cuerpo, y por un momento, quiero salir en busca del ruido para ver que lo ha producido como hacen en las películas de terror. Pero cuando hacen eso, acaban muertos, a si que borro inmediatamente la idea de mí cabeza. Aunque pensándolo mejor, a lo mejor a sido tan solo una ilusión mía, estoy demasiado cansada y con todo lo que ha pasado hoy, no me extrañaría demasiado. A si que, después de todo decido ignorarlo y salir de la ducha para volver a ir a dormir. Aunque no quiero dormir, por miedo a que algo o alguien se encuentre deambulando por mi casa mientras yo no puedo impedir que haga lo que se le venga en gana. Algo como dejar más notas misteriosas en mí habitación.
Al subir a mi habitación todo esta como lo deje a si que eso me consuela en su justa medida. Cierro la puerta e intento tranquilizarme, pero todos los pensamientos tranquilos que tenía, por pocos que fueran, se desvanecen cuando oigo pasos por la escalera. Hay alguien subiendo.
Voy a dar un grito, pero lo impido a tiempo. Intento bloquear la entrada a mi habitación colocando una silla. Pero ese algo intenta abrir, puesto que veo el pomo girar. Corro rápidamente a mi mesita de noche a por el móvil. Pero esta apagado sin batería y tengo el cargador abajo, genial. Por la ventana me sería imposible saltar puesto que justo debajo hay unas zarzas venenosas, justo para que ningún ladrón pudiera saltar y salir ileso de allí. A si que no tengo mejor opción que apretar la puerta y tener fe en que se rinda pronto y se vaya.
«Marina.» me dice.
La voz es femenina, y me resulta extrañanamente familiar.
«Sal por favor, que soy yo.» añade.
No pienso salir. ¿Quien me dice a mi que no es algún ser extraño que quiere matarme y a adoptado una voz familiar, para hacerme creer que le conozco y que salga y matarme pues? No voy a salir. O eso pretendía hasta que volví a oír la voz y ahora si logré identificarla y la debilidad me pudo.
«Marina, por dios, no seas infantil.»
Es mi prima Paula. La prima con la que mas unida e estado y estaré en toda mi vida. La misma que murió el año pasado en navidades. El mejor regalo de todas mis navidades, si, si. Sufrió un accidente de coche con sus padres y su hermano menor. Pero fue la única que murió. Nunca deje de quererle a mares. Ya noto como las lágrimas recorren mi cara en su totalidad. Desde el lagrimal, hasta el cuello. Quiero salir, pero no puedo. No puede ser ella, claro que no. Ella esta muerta, yo fui a su funeral, yo la vi en su tumba y por poco inundo la ciudad de lágrimas.
«Tu no eres Paula, vete.» Solté cuando ya me creía capaz.
Me seco las lágrimas de la cara con el brazo cuando le oigo suspirar y sé entonces que también está llorando.
«Solo abreme, por favor. No te haré daño» De forma impulsiva le grito, pero me lo impide diciendo algo más alto que yo. No entiendo todo lo que me dice, pero si entiendo algo muy claramente.
«Te quiero Marina.»

Se acabó el tiempo. O quizas no...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora