Aria.
Matthew me está besando, me está besando y posiblemente se esté transmitiendo a nivel internacional.
El beso al principio es suabe, pero se va tornando más agresivo. Su lengua intenta abrirse paso por mi boca y yo permito que lo haga.
Esto se siente como aquel día en Nueva York. Debo de detener esto.
Mi cerebro me dice que me aleje de él, pero mi cuerpo me pide lo contrario.
Muerde mi labio inferior y rompe el beso.
—Eso estuvo tan jodidamente caliente — susurra para que mi padre no lo escuche.
Santo dios. Mi padre presenció este maldito acto de lujuria.
Miro al frente y los reporteros están tan sorprendidos al igual que yo. Nadie en esta habitación esperaba que Matthew me besara, eso incluye a mi padre.
—Si eso responde su pregunta — habla mi padre —. Los invito a salir de las instalaciones. Gracias.
En cuestión de pocos minutos la sala queda vacía. Entonces aparece Declan, se acerca a toda velocidad hasta donde esta Matthew y lo toma de la chaqueta.
—¡Maldito cabrón! — lo estampa contra una pared —. ¡¿Cómo te atreves a besar a mi hermana?!
Mi padre le susurra algo al oído y suelta a Matthew.
—¡¿Qué carajos te pasa, Declan?! — le grito.
—¡Te estaba besando! — se excusa.
—¡Con un demonio! — nos interrumpe papá —. Ya dejen de gritar. Matthew besó a tu hermana porque así lo pactamos.
Declan tiene cara de confusión, mi padre pone los ojos en blanco.
—Ellos fingirán tener una relación, esto debido a las fotos que subieron a las redes — Declan parece caen en cuenta —. Esto también puede generar mucho marketing para el equipo.
Declan le pide una disculpa a Matthew y él la acepta.
—Ustedes dos saquen su maldito trasero de aquí y vayan a su entrenamiento.
Los dos salen de la sala entre risas y empujones. Yo voy detrás de ellos con tal de que mi padre no empiece a darme un maldito sermón.
Mi celular empieza a vibrar, veo el nombre de Daniel en la pantalla, así que no contesto la llamada.
Me dirijo al estacionamiento del estadio, voy directamente a mi auto. Subo en el y arranco.
Necesito ir a tomar aire fresco, lo que pasó fue demasiado para procesar.
Quince minutos después, estoy sentada en una banca comiendo un helado.
Demonios, hace mucho tiempo no comía uno. Es el maldito paraíso.
Mi teléfono vibra y sé que es mi padre. Han estado llegando muchos mensajes de él. No pienso contestar. Todo esto es su culpa, si tan solo hubiera rechazado la estúpida idea de Matthew, yo no estaría en esta situación.
Veo a varias familias a mi alrededor, todos se ven felices, los niños, los padres de los niños, las otras parejas igual.
Me pregunto si algún día llegara esa persona que me haga sentir segura, que saque lo mejor de mí.
Alguien toca mi hombro y yo brinco asustada.
—¿Qué haces aquí? — pregunto enojada.
—Buscándote, ¿no es obvio?
—¿Cómo rayos me encontraste?
—Te seguí — se encoje de hombros —. Después de que tu padre me echara de la sala, espere a que salieras, pero tú no me viste. Solo te quería pedir una disculpa por lo que hice.
Que alguien me dé un pellizco en el brazo porque creo que estoy soñando. Matthew Eastwood me acaba de pedir disculpas.
—Disculpa aceptada — digo.
Toma una bocanada de aire y luego la expulsa.
—Sé que puede ser raro que yo pida disculpas — los dos tomamos asiento —. Pero cuando lo hago es porque sé que la cagué. Y esta fue una ocasión en donde eso pasó. Antes de besarte yo te debía pedir permiso, pero no lo hice porque me ganó la emoción.
—Descuida — lo tranquilizo —. Yo acepto tu disculpa, solo que para la próxima avísame antes de actuar.
Me pongo de pie y empiezo a caminar. Matthew me sigue a unos cuantos pasos atrás.
Salí del estadio precisamente para estar un momento a solas y resulta ser que él me seguir solo para pedir disculpas. Quise salir para no pensar en él, pero, a decir verdad, él no coopera.
Con un carajo. Matthew Eastwood ocupa varios de mis pensamientos.
Algunos se relacionan con el hockey, pero otros lo incluyen a mí y a él en una cama de hotel.
—No puedo seguir con esto — habla mientras me toma de la mano —. No sé qué carajos hiciste, pero siempre tienes que aparecer en mi mente con tu hermosa sonrisa.
—¿Qué? — le pregunto confundida.
—Aria Brennan, me gustas demasiado — confiesa —. No sé si es solamente atracción sexual. No sé si fue amor a primera vista, pero de que siento algo por ti, eso es seguro. Me tienes jodido, porque no he podido de pensar en ti desde Nueva York.
Mis pulmones se quedaron sin aire ante su confesión, mi garganta se siente seca.
Creo que me voy a desmayar.
—Dame una oportunidad — me atrae a su pecho.
—Pero ni siquiera nos conocemos lo suficiente — lo miro a los ojos.
—Exacto — baja su cabeza y se me dificulta respirar —. Acéptame varias citas y te demostraré que soy la persona indicada para ti.
—Esto está prohibido — nos señalo—. Conoces los riesgos que esto conlleva.
—¿A que le temes?
—A todo — respondo con sinceridad —. Le temo al rechazo, le tomo a que no funcione, le temor a que no sea suficiente para otra persona.
Matthew acaricia mi mejilla y quita varias lágrimas de ella.
No me di cuenta de que estaba llorando.
—Ya no debes de sentir eso — me dedica una sonrisa —. Ya no te preocupes de no ser suficiente para otra persona. Porque tú, Aria Brennan, eres suficiente para mí.
—¿Cómo sé que lo que dices es verdad? — susurro.
—Porque es la primera vez que me siento así, nunca nadie se había metido tanto en mí. Aria, ten por seguro que lo dejaría todo por ti.
—Estas tan jodido — Trato de bromear.
—Una parte en mi lo está.
—¿Qué hay de la otra?
—La otra parte siente que me estoy enamorando.
Su boca arremete contra la mía, sabe lo que hace porque el beso es salvaje, trato de seguirle el ritmo, pero me es imposible. Un gemido abandona mi boca, mi cuerpo exige más que un beso. Se separa de mí y tiene una sonrisa en su rostro.
—¿Te vas a disculpar por ese beso? —bromeo.
—Ni de coña — responde riendo.
Yo tampoco esperaba que lo hiciera.
Pienso en su propuesta, los dos tenemos mucho que perder, pero como la gente dice: vida solo hay una.
—Hagámoslo — acepto —. Saldré a citas contigo.
—¿Por qué?
—Porque una aventura es más divertida si huele a peligro.
Suelta una carcajada y retomamos el camino.
Ahora sí, los dos estamos jodidos.
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OVERTIME
RomanceMatthew Eastwood es el nuevo jugador de los Vancouver Warriors. tratara de darlo todo para ser uno de los mejores jugadores de la NHL, pero también tratara de darlo todo para conquistar a la hija de su jefe. Para Aria Brennan, Eastwood solamente es...