Prólogo

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Anastasia y Christian estaban recuperando el aliento después de haber tenido varias sesiones de sexo durante la noche y gran parte de la madrugada. Él se encuentra acariciando la mejilla de Ana quien está recostada sobre su pecho sudoroso.

-Me haces tan feliz, mi amor.

-Tú también a mi, Christian.

Christian podía sentir la sonrisa de Ana sobre él, lo que hizo que su corazón se acelerara como cada vez que estaba con ella.

-Quiero casarme contigo.

Ana se levantó abruptamente y miró a Christian.

-¿Lo dices en serio?

Christian sabía que nunca había estado más seguro de algo en su vida. Quería todo con Ana, boda, hijos, perros y envejecer juntos.

-Muy en serio. ¿Aceptarías?

Ana no podía creer lo que estaba escuchando. Había estado enamorada de Christian desde la primera vez que lo vio en la preparatoria, cuando ni si quiera sabían exactamente lo que sentían y solo se dejaban llevar por las hormonas que abundaban en ellos.

Fueron el primer beso del otro, la primera relación sexual y el primer noviazgo, demasiadas primeras veces.

Y ahora él le estaba hablando de matrimonio y ella solo sintió sus ojos llenarse de lágrimas.

Ella con 20 años y él con 23, eran jóvenes, pero la ilusión de estar juntos para toda la vida a veces puede ser más grande que la razón.

-Sí.

Ana lo supo desde aquél momento en el que cruzaron miradas en la escuela.

Él era el indicado. Solo él.

[...]

6 meses después, la familia de Ana y Christian tenían todo listo y era cuestión de dos semanas para que ellos unieran sus vidas para siempre.

Ana tocó a la puerta de Christian y entró para sorprenderlo. Él estaba sentado concentrado en su escritorio viendo fijamente a la pantalla de su computadora, ni si quiera se dio cuenta de que Ana había entrado hasta que sintió ese calor que solo ella emanaba, cubriendo su cuello y dejando besos en su cabello alborotado.

-Hola guapo. ¿Muy ocupado?

Christian sabía que tenía que decírselo, se sentía como un cobarde, pero era lo mejor.

-Bastante.

Ana lo miró extrañada cuando él se levantó y se alejó de ella.

-¿Está todo bien?

-No. Ya no quiero casarme contigo.

Ana sintió como todo su mundo se detuvo y solo se limitó a mirar a Christian buscando algo de broma en sus ojos. No encontró nada. Al contrario, vio la misma determinación que cuando le pidió matrimonio.

-¿Estás seguro?

-Completamente seguro.

Christian quiso explicarle sus razones, pero era demasiado tarde, Ana se había ido, dejándolo solo en su oficina.

Y no volvió a saber de ella.

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