Capítulo 1

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10 años después...

Ana

-Son preciosos, Leila.

-¡Me encanta este! -Elena señala un vestido con mangas a la altura de los hombros y un corset ajustado.

-Es divino. -lo veo y no puedo evitar que mi mente vaya a él. No puedo evitarlo, además, el vestido es similar al que yo había elegido para nuestra boda y eso no ayuda en nada.

 No puedo evitarlo, además, el vestido es similar al que yo había elegido para nuestra boda y eso no ayuda en nada

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Vestido que señala Elena

-¡Creo que ese es, Elena! -dice Leila alegre y con lágrimas en los ojos- Es el elegido. Disculpen.

Leila se aleja de nosotras para contestar una llamada y vuelve rápidamente.

-¡Rápido chicas! Guarden todo, mi prometido está aquí. -sonríe emocionada y nosotras la acompañamos haciendo desaparecer las revistas.

Leila nos deja por un momento y veo a Elena que me señala algo por la dirección en la que se fue Leila.

-Mira, creo que es él.

-No veo nada, Elena. -digo riendo mientras ambas tratamos de ver al misterioso hombre que está abrazando a Leila.

En ese momento llega el mesero con nuestras bebidas y Elena y yo olvidamos que estábamos espiando a la parejita, hasta que escuchamos el timbre de la puerta que señala que alguien entró y nos giramos para verlos.

Mierda.

-¡Chicas! Es él -ríe Leila mientras llega a nuestra mesa- Les presento a mi prometido, Christian Grey.

Inmediatamente siento mis piernas temblar y tengo que cruzar una sobre la otra para tratar de controlarme. ¿En serio? ¿De todos los hombres que hay en Seattle? ¿Tenía que ser él?

Siento como si el mundo se hubiera detenido y solo quiero huir de aquí. Hace diez años que salí destrozada de su oficina porque el cobarde no quiso casarse conmigo, y ahora se casará con una de mis mejores amigas, ja.

-Buenas tardes señoritas. -él me mira y aunque trato de evitarlo no puedo evitar fulminarlo con la mirada- ¿Anastasia? ¿Eres tú?

 -él me mira y aunque trato de evitarlo no puedo evitar fulminarlo con la mirada- ¿Anastasia? ¿Eres tú?

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-¿Se conocen? -le dice Leila extrañada. Quiero escuchar su respuesta.

-Sí... fuimos grandes amigos en la preparatoria.

¡Ja! Bueno, si quiere mentir yo no seré partícipe de esto. Al menos no por completo.

-Sí, nos conocemos.

-¡Que pequeño es el mundo! -dice Elena y yo solo me limito a asentir y tomar de mi martini, necesito algo que baje toda la ira que estoy sintiendo.

-Leila tengo que retirarme, justo me llamó mi asistente, necesito revisar unos manuscritos antes de las 5 del día de hoy. ¡Lo siento! Pero nos veremos en una semana para la prueba de los vestidos de damas. ¿Te parece?

-Claro Ana, no te preocupes y muchas gracias por hacer un espacio en tu ocupada agenda para reunirnos. Significa mucho para mi que seas parte del día más especial e importante de mi vida. Te quiero mucho Ana. -Leila me abraza y yo me siento como basura por desear que su prometido esté muerto.

Me despido nuevamente y salgo del lugar, la brisa del aire fresco hace que me relaje un poco y camino hacia mi coche cuando siento que alguien me agarra del hombro, y no tengo que ser adivina para saber quien es, mi cuerpo sigue reaccionando a él. Traidor.

-Ana, ¿podemos hablar? -me dice Christian cuando me gira para estar frente a él.

-¿De qué? De que conmigo no te quisiste casar y con ella sí, ¿es eso? ¿Sabías que éramos amigas? ¿Lo planeaste todo para vengarte de mi?

-¡No! ¿Cómo crees que sería capaz de algo así?

-Pues me dejaste plantada días antes de nuestra boda. Ya no espero nada de ti.

-Nunca me dejaste decirte mis razones. Te amaba, Ana.

-Lo bueno que me amabas, imagínate si no.

Veo como suspira y se mete las manos en sus bolsillos, los diez años que han pasado solo hicieron que se vea más guapo que antes.

-Te amaba, aunque no lo creas. Todo lo de la boda me hizo sentir asfixiado, quería estar contigo, pero de pronto todo era, no sé, ¿demasiado serio? Me dio pánico y tomé esa decisión. No sé si fue la correcta, y siento mucho haberte lastimado tanto.

Christian intenta agarrar mi mano pero no se lo permito.

-¡Obviamente era serio! ¡Nos íbamos a casar! -siento el nudo crecer en mi boca y me enoja que por más terapia que he tenido, no ha sido suficiente para evitar llorar cuando hablo de esto.

Christian solo me mira y yo siento las lágrimas acumularse en mis ojos.

-Yo me veía contigo para toda la vida, ¿sabes? Veía una casa que adornaríamos juntos. Veía hijos con mis ojos y tu cabello. Quería envejecer contigo y tú solo tomaste todos esos sueños y los tiraste a la basura porque tuviste "pánico". ¿Crees que yo no estaba asustada? ¡Estaba aterrada!, pero estaba contigo y eso me daba valor para lo que pudiera pasar. No te culpo por haber sentido que era demasiado porque tal vez si lo era, estábamos muy jóvenes y quizá si tomamos decisiones precipitadas. Tú tomaste la decisión de pedirme matrimonio y yo como estúpida enamorada acepté. Me da gusto que ahora si estés listo y aunque hoy no puedo desearte que seas feliz porque verte me genera repudio, eventualmente espero que pueda hacerlo. Leila se merece ser feliz, lastima que sea con alguien sin sentimientos como tú.

-Ana, por favor. Sé que quizás no me creas pero en verdad lo lamento. Te pido perdón y lo podía hacer toda la vida.

-No vale la pena. Estaré con Leila porque ya me comprometí a acompañarla en la boda, pero quiero que sepas que después de ese día ni tú ni ella me volverán a ver. La adoro, y porque la quiero no quiero lastimarla. ¿Sorprendente, no? Algunas personas no lastimamos a quienes amamos. No vuelvas a buscarme.

Me alejo de ahí y subo a mi coche, lo enciendo y me permito sacar todo el dolor y coraje que en diez años no he podido soltar. Veo a Christian por el reflejo del retrovisor y a pesar de la distancia siento como nuestras miradas se conectan y si no hubieran pasado tantas cosas entre nosotros...

Creería que el sentimiento sigue ahí.

Solo tengo que soportar un mes más para la boda y de ahí me iré a Italia a empezar de cero. Ya tenía planeado ese viaje porque tengo una convención en la que seré expositora, pero ahora he decidido quedarme ahí y no volver nunca a Seattle.

Es lo mejor.

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