Christian
Mis ojos no pueden creer que de nuevo veo como Anastasia se aleja de mi, pero lo entiendo. Jamás pensé que ella sería la "Ana" de la que tanto me había hablado Leila.
Regreso al restaurante y aunque trato de mantener mi atención en la conversación que mantiene mi prometida con su amiga, es inevitable no pensar en lo increíble que es que después de 10 años la vida haya decidido juntarme con Anastasia.
Como si la culpa por haberla dejado plantada en el altar no me carcomiera desde aquél día en que salió destrozada de mi oficina.
No le mentí hace un momento, me sentía muy asustado y sé que fui un cobarde por pedirle matrimonio y después decirle que ya no quería casarme con ella. Nunca pude encontrarla, por más que la busque con nuestros amigos en común y con detectives privados, era como si hubiera desaparecido del mapa.
Éramos muy jóvenes, mi empresa apenas comenzaba y tenía terror de que nuestro matrimonio no triunfara. Si tan solo ella me hubiera escuchado, no quería casarme con ella en ese momento, nunca deseé no hacerlo jamás...
Pero ahora la historia es otra. Cuando conocí a Leila me gustó, su cabello castaño y ojos verdes me flecharon, o al menos así lo creía por mucho tiempo, verdaderamente sentía que había dejado de sentir algo por Ana, pero hoy me di cuenta de que no es así.
No hay espacio para una historia de amor entre ella y yo, esta vez no planeo cometer el mismo error y aunque tal vez este matrimonio si sea un fracaso, no puedo romper el corazón de Leila, no puedo hacerle lo mismo que a Ana.
La reunión de Leila termina y me pide que la acompañe a la degustación de platillos y postres que ha elegido para la boda, acepto ir con ella y llegamos rápidamente al lugar.
-Cuando vi que tenían estos platillos me volví loca, Chris! Estoy segura de que te van a encantar.
Leila me sonríe emocionada y yo la imito, no tengo ánimos de platicar y gracias a Dios en ese momento llegan con la comida. Probamos con tranquilidad cada platillo y escogemos una entrada, plato fuerte y postre.
Dios, dame fuerza para soportar todo lo que viene. ¿Por qué volviste a ponerme a Ana en el camino?
Dejo a Leila en su casa porque sus papás no nos dejan vivir juntos hasta que nos casemos y ahora agradezco mucho por eso. Llego a mi departamento y marco el número de la persona que me ha acompañado y escuchado en mis momentos más bajos cuando solo podía pensar en alguien.
-Hola grandulón. ¿Cómo va todo?
-De la mierda, Elliot.
-¿Y eso?
-Volví a ver a Anastasia.
-¿En dónde? ¿En tus sueños? -dice riendo.
-No estoy para bromas, Lelliot. Ana es una de las amigas de Leila.
-¿Qué?
-Lo que escuchaste.
Elliot se queda callado y solo puedo escuchar su respiración.
-¿Y qué piensas hacer?
-Seguir con la boda. -digo inseguro.
-Entiendo. ¿Estás seguro? ¿Pudiste hablar con ella?
-No estoy seguro pero tengo que hacerlo, no puedo lastimar a Leila.
-Pero a Ana si... -lo interrumpo.
-Sabes perfecto que yo no estaba negado a casarme con ella después, en ese momento me sentí presionado a pesar de que fue mía la decisión de pedirle matrimonio.
-Esta bien. ¿Si hablaste con Ana, entonces?
-Algo así. Me odia, Lelliot. -siento mi corazón romperse de nuevo como cuando la alejé de mi lado.
-No creo que te odie... ella se moría por ti, hermano.
-Eso era antes...
-Un amor tan fuerte como el de ustedes no termina de la noche a la mañana.
-Han pasado 10 años.
-Lo sé, pero tú me entiendes. Mierda hermano, simplemente recuerdo como se le caía la baba al verte, y tú... bueno, ella era tu mundo.
-Un mundo al que alejé de mi.
-Hemos hablado de esto, Christian. Todos cometemos errores y tomamos decisiones precipitadas, no podemos cambiar el pasado, no sé... sabes que Leila me agrada...
-¿...Pero?
-¿Por qué la vida hizo que Ana y ella sean amigas? y lo que es mejor, ¿por qué los volvió a poner de frente a ustedes dos?
-Me gustaría saberlo también.
Siento el amargo sabor del whisky que recorre mi garganta mientras que Elliot se queda callado de nuevo, estoy a punto de reclamarle cuando suelta algo que me deja helado.
-Quizá porque su historia de amor aun no ha terminado.
Solo logro soltar un suspiro y me despido de Elliot, necesito pensar.
Me levanto del sofá y me dirijo a mi cuarto, entro a mi vestidor y tomo la caja donde guardo mis cosas más preciadas...
Me siento en el suelo y la abro, sonriendo tomo una de las fotos que tengo ahí.
Fue en nuestra primera cita aunque no sabíamos que lo era. Ana y yo fuimos a un bar con unos amigos de la ciudad, recuerdo que uno de ellos nos gritó para que nos colocáramos juntos para la foto, habíamos tomado y solo sentí como Ana pegó su cuerpo al mío, mi piel se erizó por completo y como pude posé mi mano sobre su espalda, pegándola más a mi, el flash nos cegó y mi amigo nos enseñó la foto, ambos sonreímos y nos miramos por lo que parecieron décadas, era como si nadie más estuviera ahí.
Suelto una carcajada cuando veo esta foto, nos dirigíamos a una gala de beneficencia que habían organizado mis papás, yo venía platicándole a Ana sobre las nuevas adquisiciones que tenía en la empresa cuando sin darme cuenta tomó esta foto, fue tan rápida que guardó de nuevo el celular y cuando me la enseñó le reclamé porque no me estaba poniendo atención, y su respuesta hizo que mi corazón se derritiera.
"Quería congelar tu emoción y entusiasmo cuando hablabas de las primeras inversiones de tu empresa, para que en un futuro volvieras a esta foto y te dieras cuenta de que todo valió la pena."
Pero se equivocó, nada valía suficientemente la pena como para perderla.
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Vuelve a mi
Romance-¿Lo dices en serio? -Sí, te amo y quiero casarme contigo. [...] -Tú dijiste que me amabas y que querías casarte conmigo. -Cambié de opinión. [...] -Te presento a mi prometido, Christian Grey. -¿Anastasia? -Christian.