~¿Vivo y muerto?~Héctor se encontraba en su habitación, con su rostro en medio de las piernas de Sofía, quien gemía satisfactoriamente por los movimientos circulares que hacía la lengua de su novio, en su sensible clítoris.
—Lame más — la chica aferra sus manos en el cabello del chico y lo acerca más su feminidad.
El peligro aumenta el ritmo, y apreta los muslos de la chica, a tal punto que deja sus marcas en ellos. Succiona sus labios y Sofía no tarda en venirse, empapando la boca del chico con sus líquidos. Héctor aparta su rostro y dirige su miembro sumamente duro y pulsante, a la entrada de la chica, su zona estaba tan mojada, que fue fácil penetrarla. Sus movimientos empiezan lentos, pero no demoran en ser fuertes y profundos. El sexo con Héctor no prometía ser tierno y dulce, no más entraba en tí, él te tomada con fuerza las caderas y te daba emboscadas como un animal, tu cuerpo no te pertenecía en ese momento, eras como un saco de boxeo dónde te penetraba tan fuerte, brusco y dominante, que te podía causar el mejor orgasmo de tu vida, pero también el peor dolor en tu vagina, que te duraría unos dos o cuatro días.
—Dí mi nombre — exige, con la respiración irregular, su mano sostiene uno de los pechos de la chica, que movía su cuerpo al ritmo del chico.
—Hec...— logra pronunciar, también con la reparación agitada —Hec... ¡Aaaaahh — grita despavorida cuando abre los ojos y ve a un chico debajo del marco de la puerta.
De inmediato se aleja de Héctor, que queda confundido —¿Qué te pasa? — inquiere algo enfadado, y Sofía señala detrás de él.
El sujeto en la entrada llevaba puesta una máscara banca, con tinta negra chorreada.
—¿Que mierda? — pronuncia el pelinegro —¿Quién eres tú, y por qué andas con esa maldita máscara? — interroga, y cubre su miembro con un cojín.
Sofia permanece en una esquina de la cama, toma una de las sábanas y cubre su cuerpo. Héctor retrocede con el cojín, y toma un mono que se encontraba en el sofá individual que había en la habitación.
—Vaya, no quiera encontrarte en una situación como ésta, pero son cosas que pasan — habla el de la máscara, y se adentra más a la pieza.
—Pregunté quién eres, ¿y por qué carajos estás aquí? — Héctor alterna su mira en el sujeto y el bate que llevaba en su mano.
—¿Creíste que te ibas a deshacer tan fácilmente de mí, Héctor? — pregunta el sujeto, que da una mirada rápida hacia Sofía, que cubre su rostro para que no la viera.
—¿De qué hablas? — dice Héctor, para que volviera a retomar su atención en él y no en su novia.
—Solo quería asegurarme de que supieras que tu hermano Nícolas está muerto, al igual que lo estará Michael... y tú — Héctor retrocede al oír sus palabras, y trata de no alertarlo mientras retrocedía lentamente para tomar el teléfono de la habitación.
—Oh, no te preocupes en llamar a los de seguridad, corté los cables — informa el chico, sonriendo detrás de la máscara.
Héctor se siente acorralado, y piensa rápidamente en un plan para escapar de la habitación con Sofía. La chica aún no entendía por qué ese sujeto estaba en la habitación, y mucho menos entendía por qué había dicho que Nícolas estaba muerto.
—Solo quiero preguntarte algo Héctor, ¿Dónde está Michael? — el tono del chico es poco amigable, y Héctor nota como poco a poco sacaba una pistola.
—No sé quién eres, y tampoco sé porque estás aquí, pero baja el arma — pide cuando el chico lo apunta.
—Te hice una pregunta.
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El Grupo Confuso
Random"Confiar no es un término que se use en Phillips Academy A veces el menos pensado termina siendo el más psicópata". Advertencia: +18 Contenido categorizado y no apropiado para todo público. Aquí se tratarán muchos temas como violencia, adicciones, s...