Ryusui Nanami

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Estaba sumamente preocupada. Ryusui había escapado de la fiesta sin decir palabra. Dejé a Derek después de un baile, buscando preocupada a mi amigo.

Subí corriendo las escaleras, levantando un poco mi vestido en el proceso, todo para dirigirme hacia su habitación.

No toque, mucho menos pregunté, solamente entré.

Tenía miedo de encontrarme con la desagradable escena de él con otra mujer, pero no fue así, su habitación estaba vacía.

Cerré la puerta a mis espaldas, una mala sensación había inundado mi pecho.

¿Él con otra mujer? Puede que solo allá exagerado, él podría estar vagando por los pasillos enseñando los lujos de su mansión a mujeres ricas, recibiendo la atención que yo no puedo darle.

Tengo una vida ocupada, me la vivo entre papeleos y casos como pasante en el hospital. Así que nunca puedo cumplir por completo con el papel de: "Mejor amiga". Dirán que las relaciones entre hombres y mujeres solo siendo amigos son imposibles, y les doy toda la razón.

Estoy enamorada de mi chico de ojos castaños y hebras doradas. Su figura ilumina mis días oscuros entre casos de pacientes. Soy demasiado joven para tomar un papel tan grande en un hospital, ¿Pero qué se supone que haga? ¿Resignarme a mi talento y dejarlo morir? ¿Pasar hambre por qué no me alcanza para la renta?

Apenas entraría a mis 20 años, y no crei que mi mayor preocupación ahora fuera encontrar a Ryusui. Que más da si mi corazón se hace trizas por verlo amando a alguien más, que me recuerde en la cara que soy solo una amiga.

Para olvidarme de él, para hundirme en papeleo y ser la prodigio por la que tanto lucharon mis padres.

Empuñe mis labios dando un suspiro. Deslicé mi espalda por la puerta que cerré detrás de mí.

¿Soy tan difícil de amar?

Una pregunta que siempre me hacía. Soy doctora, salvó vidas, soy una prodigio, cada cirugía que hago me apasiona, pero, ¿Por qué siento que falta algo? ¿Por qué aún quiero su amor?

Su balcón estaba abierto de par en par, me levanté y no dudé en ir hacia ahí.

El manto estrellado del cielo cubría la vista y lo hacía su lugar preferido. Lo conocía a la perfección.

El cielo azul y sus estrellas eran unas de sus cosas favoritas, ya se habían presentado muchos casos en los que lo encontraba contemplando el paisaje como los viejos marineros que se guiaban con las estrellas.

Si él no está en su habitación, puedo disfrutar de la soledad un poco más. Pensar mejor las cosas.

Apenas puse un pie en ese lugar, su voz llegó a mis oídos al instante.

- ¿Qué más quieres tomar de mi? - cuestionó al aire con un tono de seriedad cansada. - Pídeme lo que quieras, de todas formas ya sabes que no me puedo negar. - exclamo con desdén con una voz aflijida.

Sorprendida, mis ojos se posaron sobre él. Estaba sentado sobre el suelo, con su espalda apoyada en el barandal de mármol.

Su mirada estaba perdida y sus brazos apoyados en sus muslos, su corbata deshecha y su saco ya hacia sobre el suelo al lado de sus pies.

Su desordenado cabello cubría su rostro de forma leve. Aún así podía ver sus empañadas mejillas.

Unas mejillas empañadas en lágrimas.

Un suspiro entrecortado salió de mis labios, era un alivio encontrarlo, pero un doloroso ataque al corazón verlo en ese estado.

Me arrodille delante de él buscando las palabras correctas para empezar una conversación. Quería tomarlo entre mis brazos, consolarlo y llenarlo de besos.

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