━━━ Mateo es el chico más codiciado de su escuela, todas las chicas lo admiran y darían lo que fuera por estar con él... Es una lastima que tenga pareja... ¿o no?
Esto no detendrá a Ángel, quien a pesar de todo se convirtió en SU 𝙖𝙢𝙖𝙣𝙩𝙚...
...
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Él comenzó a besarme, a besarme como si nunca lo hubiera hecho antes. Parecía desesperado por algo, tal vez intentando encontrar mis puntos débiles; yo no podía reprocharle nada, simplemente no podía hacerlo, alguna palabra para mí defensa propia no salía de mi boca y me sumergia en un océano de falsedad, del cual no quería salir aunque me estuviera ahogando.
Mateo tenía gran influencia sobre mí, él ocupaba una gran parte en mi corazón y eso era preocupante, después de todo ¿cómo un chico tan egoísta y manipulador puede ocupar un lugar tan significativo dentro de ti?
Dicen que el amor es ciego y te hace actuar como un idiota; por Mateo sentía muchas cosas, por no decir que eran sentimientos tan fuertes como para hacerte doler el pecho. Lo único que quería era ser feliz con él; quería ser su pareja oficialmente, ya no más José; esa a la que le diera besos, abrazos, toques de forma tierna, aquella que estaría para apoyarlo en sus momentos difíciles, con la que haría el amor siempre de forma cariñosa y llena del mismo sentimiento, con sus latidos sincronizados, que sería uno con él, con la que compartiría su calor... Amarnos hasta la muerte...
Entendía que él no era el indicado para eso... pero realmente tenía la necesidad de creerlo.
Pestañeé un par de veces para drenar las leves lágrimas que salían de mis ojos y a su vez para volver a la realidad, necesitaba dejar de pensar tanto o terminaría recargándome...
Escuché su voz después de tanto silencio entre ambos y ruidos extraños, aquella voz que sonaba tan linda pero a la vez tan cruel... No podía escucharlo sin ponerme a fantasear, él me tenía loco.
─── Mierda Ángel... ─── él soltó un suspiro contra la piel de mi cuello para luego apartar sus labios de aquella zona repleta de besos y chupones. Finalmente alzó su vista y fijó sus hermosos ojos grises en los míos.
─── M-Mateo... ─── su nombre fue lo único que salió de mi boca en ese instante en forma de suspiro también, estaba demasiado enfocado en la sensación que él me brindaba, haciéndome parecer un estúpido... Eso me gustaba.
Por instinto eché mi cabeza hacia atrás, él me tocaba de una forma algo desesperada, como si realmente quisiera sentirme, tenerme, tomarme por completo. Solté un pequeño quejido de sorpresa cuando sentí como apretaba mis muslos por debajo de la tela del pantalón. Cerré mis ojos y apoye mi cabeza contra su hombro, mirando también lo que podía de los alrededores... Sería terrible que alguien subiera y nos viera, ya que en este lugar los chismes corren de boca en boca como una botella de agua.
─── Necesito hacerlo contigo ahora ─── su voz adquirió un tono autoritario y fuerte, uno que yo estaba encantado de oír. Sin embargo un sentimiento extraño de apoderó de mí, sabía que eso no estaba bien, o no era lo más correcto si se le puede clasificar así.
Alcé mi mirada para encontrarme con la suya, con una expresión confundida y tan sumisa, una de la que estaba muy arrepentido; no quería actuar de esa forma, no puedo rebajarme, pero hay algo en él que me hace actuar así... como su mascota. ¿Eso es algo idiota de mi parte?
Claro que sí.
Entonces la baje otra vez, tome su muñeca y aparte su mano lentamente de mi cuerpo. Tal vez me arrepentiría de eso, dejar escapar la oportunidad de tenerlo nuevamente sólo por un capricho mío. Es confuso, un sentimiento indescifrable que recorría todo mi cuerpo.
─── No me siento bien ahora Mateo ─── Le dije usando un tono de voz tan estúpido y falso que seguro sabría que le estaba mintiendo, pero nada perdía con intentar.
Solté un quejido leve cuando sentí que levantó su mentón para que lo mirara. Sus ojos parecían ser una mezcla de emociones intensas, pero no se esas que te hacen feliz. Entonces trague saliva, asustado.
─── Quiero cogerte ahora. ¿Es tan difícil de entender eso? ¿No cabe en tu cabecita de pibe frágil? ¿O acaso preferís que te la meta Lucas, eh? ─── Se puso agresivo, y eso no era algo que me gustara.
Jure que mi cuerpo empezaba a temblar, mirándolo con vergüenza, y tal vez rabia. Pero, sentía tanto mi rostro como a mi corazón arder.
─── ¿¡Eres imbécil!? ¡Yo no-!
No me dejó terminar, y me abrumo con su palabras.
─── Mirá esto ─── Señaló con picardía y burla mientras sacaba su celular y parecía buscar algo en su celular. Una aplicación o un contacto quizá. ─── Tal vez al chilenito ese le guste saber lo que piensas.
Lo empezó a llamar. Intente quitarle ese celular de sus manos, así que me abalance contra él, cayendo ambos en el suelo.
─── ¡DAME ESE MALDITO CELULAR! ─── le grité, alzando mi mano, pero sin poder alcanzarlo.
Luego solté un quejido de dolor, me había puesto contra el piso y ahora estaba encima de mí. Sólo podía morder mi labio, ya que aquel golpe había sido doloroso, y aún más porque me estaba sujetando, no podía moverme.
Pero temblé, temblé al oír ese "¿hola?" al otro lado del celular.
─── ¿Aló? ¿Lukita? Mirá, perdón por actuar de esa forma hace rato, pero tengo que contarte algo ─── volteó a verme con una sonrisa burlesca antes de continuar. Definitivamente Mateo no estaba nada bien de la cabeza.