Amor Salvaje.

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El deseo es tan desesperado que aunque estemos pasados de tragos estámos demasiado excitados como para parar esto que esta sucediendo, tan sólo con poner un pie en esta habitación de hotel, demaciado barata diría yo, Mario se lanzó sobre mí dándome un beso feroz y vehemente, ya no sabía donde tocar, sentía como sus dedos picaban aún sin yo tocarlo, se separó un poco para poder respirar pero ni siquiera pasaron dos segundos y ya estaba encima de mi de nuevo, me tomó por los muslos y me elevó en el aire para darme tiempo a enroscar mis piernas al rededor de su cintura, empezó a dirigirse hacía la cama, se tiró en ella conmigo en sima, y sin siquiera el decirme algo tome la punta de su camiseta y la quite con demaciada desesperación diría yo, cuando tuve al descubierto su abdomen empeze a tocar por todos lados el seguía dándome beso y más besos hasta quedarnos sin aliento, soltó mi boca y empezó a dejar un rastro de besos calientes al rededor de mi cuello, bajando hasta mi mandíbula, luego era la hora de que el tomara mi pullover, si lo se, una mujer no debe ir con esas fachas a una fiesta pero da igual, lo que importa es divertirse ¿cierto? también noté que el quito esta prenda de la misma forma que lo hice yo, dejándome solamente en sujetador, deseaba que me quitara ese estúpido trozo de tela, y como si hubiera leído mis pensamientos, metió sus manos bajo mi espalda y desabrocho eso que tanto estorbaba en estos momentos, solo tuvo que hacer algo para volverme loca, dió suaves besos en el valle de mis pechos haciéndome soltar un sonoro gemido. Y al parecer eso le gustó, le gustó, mucho, con una de sus manos tomó uno de mis pechos, y dirigió su boca al otro, tan sólo con sentir el roce de sus labios sobre mi pezón los vellos de la piel se me pusieron de gallina, metió el pecho completamente en su boca y dió una suave lamida, después un succión y por último una mordida que hizo que soltara un grito de placer podía sentir entre mis piernas el gran bulto que se había formado, así que decidí hacer algo de lo que no me arrepiento en los absoluto, puse una de mis manos en su estómago haciendo que con ese simple tacto todo su cuerpo se tensara, empece a bajar mi mano hasta la ebilla de su pantalón desabrochandolo en el acto, Mario me miro con los ojos bien abiertos.

-¿Seguro?- preguntó el a lo que yo asenti

-Segura- respondí yo.

Después de apartar un poco su bóxer, tomé su miembro en mi mano, ¡Oh Dios! si que era grande. Sinceramente no tenia  mucha experiencia en eso pero me arriesgue.

Comencé a mover mi mano de arriba, abajo, soltando una pequeña risita, al ver cómo mi querido amigo con beneficios, si se le puede decir así, gruñia de satisfacción, al parecer si le había gustado. Seguía y seguía, hasta que sentía que mi mano me dolía un poco por tantos movimiento salvajes, aprete un poco lo que tenía entre mis dedos, dando un brinco al sentir un líquido caliente colarse entre los orificios que quedaban sin cubrir y allí me di cuenta, Mario se había corrido en mi mano, no puede evitar soltar una risita nerviosa, algo que a él término de sacar de su ensoñación, sus movimientos fueron tan rápidos, que cuando miré abajo ya no tenía mis bragas puestas, estaba expuesta a el, lo había estado con dos o tres chicos más pero con el se sentía diferentes, me sentía como su fuera mi primera vez, se sentía como si estuvieramos haciendo el amor y no follando, como acostumbra a decir la gente, el se estiró para alcanzar algo en la mesita de noche pero lo detuve por el brazo. El me miro confuso, como diciendo _que demonios_ le sonreí y le dije.

-Quiero hacerlo piel a piel.

Sus ojos se abrieron con sorpresa ante mis palabras.

-Alison, ¿estas segura?.

-Chico, ¡que si!

El entendió y volvió acomodarse entre mis piernas tomando una de ella, y rodeando su cintura, de un momento a otro, me sentí en las estrellas, fue como si una corriente eléctrica corriera por mi cuerpo, de una embestida entró en mí sin piedad a lo brusco, pero fue algo que no me molesto, me encantó mejor dicho, el empezó a moverse lentamente. Pero para que, si ya habíamos perdido el control en todos los sentidos.

-Por favor más rápido- le pedí en un susurro.

El hizo lo que le pedí encantado.

-Y así fue nuestra maravillosa noche de sexo salvaje.

Mis nietos se quedaron mudos.

-Abelita, y que pasó después de eso con el abuelo- decidió hablar Jacob

Recordar aquellos momentos eran tan lindos.

-Bueno mi niño, después de eso tu abelita Alison y abelito Mario, tuvieron un bebé ellos no querían pero pasó, y adivinen quien era el bebé.

-¿Quien?- preguntaron al unísono.

-Su querida y hermosa madre.

Todos formaron una O con sus pequeños labios, y luego empezaron a reír por sus horrendas caras.

-Abelita, y ¿que pasó con abuelo?

-Hay mi niño eso es otra historia muy larga, solo diré que abelito murió cuando mamá tenía 18 años estando embarazada de ti- le toque la nariz a Jordán el mayor de los cuatro hermanos. Sisi mi hija es una fábrica de bebés lo se.

Amalia iba a preguntar algo pero se calló cuando vió a su madre.

-¿Que hacian?- preguntó.

-Abelita, nos contaba una historia.

-Y.. sobre que era esa historia.

Dalia fue abrir la boca pero le hice un gesto para que hiciera silencio.

-Le contaba sobre cómo conocí a un unicornio al final del arcoiris..

Jordán hizo una mueca de asco.

-Y por lo que veo a Jordán no le ha gustado nada.

Dijo Amelia mi hija. Todos soltamos unas risitas cómplices, pero mi hija no se dió cuenta.

-Bueno niños es hora de dormir. Vayan todos para sus habitaciones.

Todos se fueron, menos Jacob.

-Que pasa mi rubio bello.

Le dije apretando su mejilla, Jacob era el hermano del medio.

-Hubiera querido conocer a abuelo Mario.

Eso hizo que se me encogiera un poco el pecho.

-Yo también hubiera querido que lo conocieras mi  niño.

Una lagrimita se deslizó por su mejilla rosadita, la seque con el pulgar, siempre había sido un niño sentimental.

-¿Te digo algo?

El asintió.

-Te pareces mucho a el.

Sus labios se curvaron hacia el cielo, en una sonrisa.

-Bueno vamos ahora a dormir que mañana hay escuela.

-Te quiero mucho, abelita.

-También te quiero, mi Mario pequeño.

Me dió un abrazó antes de irse. Y yo me quedé sola en medio de la Sala.

Solo faltaban unos minutos para tomar mi pastilla. Se preguntan para que, bueno les digo tengo una enfermedad, angina de pecho, es su nombre a lo que dicen los doctores ees algo en el corazón y necesito pastillas para eso... En cualquier momento podría morir y no quiero eso no ahora.

Siento la alarma del móvil sonar y me dirijo hasta la cocina en busca de una vaso de agua, pero antes de llegar a ella, siento un dolor en el pecho, un dolor que hizo que me quedase sin aire. Intento volver a caminar pero no puedo me desplomo en el piso, quería llamar a Amelia, pero mi voz no salía se había ido, quizás era mi hora, aunque no me sentía preparada para irme, pero uno no puede controlar su Estado de vida, ni puede prolongar el tiempo que le queda de ella.

Siento como mis párpados se hacen pesados, y el aire no llega a mis pulmones, el dolor en el pecho sigue presente no ha cesado en ningún momento.

Ya veo, esto si que es un _adiós_.

Mis ojos se cerraron, pero no por corto tiempo, sino para siempre, era la hora de dejar este mundo y volar a reunirme con el amor de mi vida, el me prometió que me esperaría, y siento que su promesa sigue en pie.

_FIN_

El Cuento De La Abuela AlisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora