Mi cabeza... No, no es solo mi cabeza la que duele... ¡Todo mi maldito cuerpo sufre!
Parece que he tenido una caída. Aunque... Curiosamente, no parece que me haya fracturado algún hueso o algo más grave... Supongo que no importa. Tal vez he muerto de nuevo y ahora estoy más hueco que antes.
Me levanto del suelo, observando a mi alrededor... ¿Dónde estoy? Parece ser una... ¿Cueva? Pero no es solo eso. Hay algo a lo lejos... Aunque no logro verlo bien.
Una gran grieta permite el paso de la luz. Hace frío. Mi cuerpo está adolorido y clama por descanso, pero no puedo permanecer aquí mucho tiempo. Es extraño. Mis ojos están nublados, lo que confundí con árboles son en realidad enormes pilares que se extienden desde el pequeño suelo que piso hasta el inalcanzable techo de la cueva. Es increíble. ¿Qué diablos es este lugar?
El aire pesado me rodea mientras avanzo, mi mano descansa sobre el abdomen intentando aliviar el agudo dolor interno. Ascendo por un sendero de tierra...
Para mi asombro, descubro huesos humanos dispersos por doquier. ¿Acaso es un cementerio al aire libre? Veo pequeñas huellas en el suelo, desordenadas y sin seguir un patrón, claramente no son humanas. No obstante, no me detengo a reflexionar sobre ello.
Oigo gruñidos tenues a mi alrededor, y sin deseo de descubrir qué o quiénes se ocultan en la alta hierba, continúo mi camino hasta llegar a un puente cerca de una cascada. Ah, ahora entiendo lo que veía: un árbol colosal, seguramente más grande que un castillo. Al pie del árbol hay una... ¿casa? Es insólito, ¿quién construiría su hogar dentro del tronco de un árbol gigante? Aunque debo admitir, suena fascinante.
Palpo los troncos que sostienen las cuerdas del puente, parecen lo suficientemente firmes como para soportar mi peso.
Cruzo el puente sin inconvenientes y me encuentro con la puerta que conduce al interior de la casa. Me aproximo y golpeo suavemente para que la madera resuene; hace tiempo que no uso mi voz, pero intentarlo no me hará daño.
"¿Hola? ¿Hay alguien allí dentro...?"
Espero unos segundos... No hay respuesta, pero escucho respiraciones tenues y risitas siniestras desde adentro. Diablos. ¿Será la anciana decrépita que vi tejiendo en la cabaña?
Con coraje renovado, abro la puerta. Dentro hay tres señoras y una joven. Las tres señoras son idénticas a la anciana decrépita, con sus vestimentas rojas resplandeciendo bajo la luz cálida de la chimenea que una de ellas tiene enfrente. Mientras tanto, la joven desciende las escaleras y se detiene detrás de la anciana frente al fuego.
"Keh heh heh. ¿Cuál es el alboroto?" preguntó una de las ancianas sentadas frente a la mesa. Carajo, ¿pueden hablar? Pensé que estaban demasiado ancianas para solo...
"¡Oh, mi...! Tu cara..." exclamó la misma anciana. "La cara de la maldición."
Mis ojos se abrieron lentamente al oírla, antes de que pudiera elevar mi voz... "Es un no muerto," murmuró la anciana frente a la chimenea. "Un no muerto ha venido a jugar. Heh heh."
"Todos acaban aquí, todos como tú," dijo la tercera anciana, seguida por la segunda frente a la chimenea. "Has hablado con esa vieja querida, ¿verdad?" La misma anciana bufó ante sus propias palabras, negando suavemente con la cabeza. "Estás acabado."
¿Está hablando de esa vieja decrépita? Estas ancianas no me dejan hablar...
"Vas a quedarte Hueco. Sí, te convertirás en uno de ellos," afirmó la anciana de la mesa.
"Los Huecos cazan a los humanos, se deleitan con sus almas. Ese es el destino de los malditos," añadió la tercera anciana, mientras la joven dejaba un vaso, presumiblemente con agua, a su lado. Las tres mujeres se burlaron de mí, comenzando a reír suavemente, sus risas llenando la pequeña habitación.
"¿Cuál es tu nombre?"
La anciana de la mesa preguntó, y yo no sabía qué responder... No podía recordar mi nombre... Carajo... Tal vez la caída realmente había revuelto mis recuerdos.
"No tengo uno, o al menos no lo recuerdo", respondí, acercándome a la mesa.
"Oh vaya, es una pena. Pero lo que cuenta es el intento, ¿verdad?" dijo la anciana, inclinándose sobre su costado con delicadeza, como buscando algo en el interior de su túnica. "Aquí tienes tu premio de consuelo por intentarlo." Y de su túnica, la anciana extrajo... una estatuilla. Parecía tener vagamente la forma de un humanoide...
"Es una efigie humana," dijo la anciana, alzando la figura sobre mi mano. Observándola detenidamente... "Mira más de cerca. ¿A quién crees que se parece?" Hice exactamente eso, acercando la efigie y girándola suavemente con mis dedos...
"Piensa profundamente en tu pasado," instruyó la anciana. Me concentré, entrecerrando los ojos ligeramente. "Exacto, es una efigie de ti."
La efigie comenzó a resplandecer con un color oscuro, más oscuro que el vacío interminable. Blanco y negro, una mezcla de estos colores, comenzaron a formarse en los bordes y en el interior de la efigie, respectivamente.
Esta efigie parece estar llamándome, mi corazón comienza a latir de nuevo. Al acercar la efigie a mi pecho, se desvanece en un fino polvo, y mi cuerpo recupera su color. Mis ojos se despejan, mi mente cesa de vagar por mis recuerdos... ¿Qué diablos...?
¡Mi cuerpo ha vuelto a su forma humana! ¡He vuelto a ser humano!
"Todos vienen aquí con el mismo fin: romper la maldición. No eres tan distinto, ¿debo suponer?" dice la anciana. Todavía estoy asombrado por lo sucedido, observando mis manos, que ya no están deterioradas... Es maravilloso.
"No te equivoques, joven. Sigues estando maldito, solo has recuperado tu apariencia humana con la efigie. Si deseas liberarte de la maldición, tendrás que emprender muchas otras tareas. Ja, ja, ja."
No comprendía del todo, pero aún así, me alegraba haber recuperado mi forma humana; ya no era esa criatura que solo parecía humana... Pero... no podía regresar a casa. Necesitaba liberarme de esta maldición de una vez por todas.
Después de pasar un tiempo conversando con las ancianas, finalmente atravesé la otra puerta que conducía a... ¿una hoguera?
Me aproximé a la hoguera, que tenía una espada con filo en espiral incrustada entre... huesos. ¿Qué relación tendría este lugar con los huesos? Sin embargo, al acercarme, la hoguera cobró vida, y por primera vez en mucho tiempo, me permití unos minutos para descansar frente a ella, sintiendo cómo el calor del fuego me envolvía, haciéndome sentir... vivo.
Tomé mi tiempo, disfrutando del calor que la hoguera me brindaba, reflexionando sobre mis próximos pasos. Una de las ancianas mencionó que existe un reino tras la puerta que podría interesarme. Observo un pequeño sendero que se extiende más allá del tronco del gigantesco árbol.
"Necesito un arma", pensé, consciente de que, aunque recuperé mi humanidad, sigo vulnerable ante cualquier peligro que pueda surgir. Lo primero es encontrar un arma; confiar solo en mis puños no será suficiente para defenderme de enemigos más grandes y fuertes.
Me levanté de la hoguera y avancé por el pasaje, observando varias entradas cubiertas por una niebla ominosa que hacían de muro. Nunca había presenciado algo así, pero eso no importa ahora, solo debo proceder con precaución.
Sin darle más vueltas, me aproximé a la niebla, la empujé con mi mano y me adentré en lo desconocido...
ESTÁS LEYENDO
Ecos de Drangleic: Odisea en Dark Souls II
FanfictionHistoria basada en mi gameplay de Dark Souls 2 Scholar Of The First Sin. Básicamente un retell agregando cosas que experimenté. Disclaimer: Todos los personajes, lugares, entre otros, mencionados en esta historia, son propiedad de FromSoftware.