𝒞𝒶𝓅𝒾𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟤

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—Mira, Julie, es tu primer día y ya hay alguien queriendo ser tu amiga

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—Mira, Julie, es tu primer día y ya hay alguien queriendo ser tu amiga. —anunció su padre con emoción entrando con un sobre en la mano.

Julie apenas alzó la vista de sus uñas, extrañada de recibir correspondencia.

—No creo que sea para mí, tal vez sea de los antiguos dueños.

—Dudo que antes de ti hubiera otra Julie Mason.

Finalmente Julie se mostró interesada. Cerró el esmalte de uñas y le extendió la mano a su padre quien le pasó la carta, emocionado porque su hija tuviera contacto con el mundo.

Desde que su diagnóstico fue en picada Julie se había encargado de alejarse de todos. Cortó comunicación con sus amigos de la escuela, dejó de visitar a sus primos con los que solía convivir en los fines de semana y se limitaba a hablar solo con los pacientes más moribundos del hospital puesto que, según sus propias palabras "no alcanzarían a volverse cercanos". Incluso limitó las visitas de su madre de dos veces por mes a solo en cumpleaños, acción de gracias y navidad pues no quería frecuentarla.

Por lo que ver a su hija leer con entusiasmo la carta le devolvió la esperanza de una mejor etapa en su vida. Claro, eso junto con la promesa de conocer a una eminencia médica.

Julie refugió la carta entre sus manos antes de subir a su habitación. La guardó bajo su almohada y tomó su bolso, asegurándose de que estuviera su libreta y plumas que solía usar para redactar sus cartas o entretenerse durante los tiempos de espera.

—Estoy lista.

Su padre asintió tomando las llaves del auto e indicándole a Julie pasar.

El camino al hospital no fue la gran cosa. El pueblo era pequeño por lo que no había mucho tráfico o distancia entre los lugares, aunque claro, la distancia entre la casa de los Mason y el hospital era digna de mencionar.

—Buen día, tenemos una cita con el doctor Cullen. —saludó el padre de Julie una vez llegaron a la recepción.

Julie no mostró mucho interés al lugar, era más grande de lo que imaginaba, pero igualmente más pequeño que los hospitales que solía frecuentar. Aunque apreció el silencio y la calma que emanaba el lugar imaginando que al ser un lugar tan pequeño no había muchos accidentes o fuentes de caos.

Antes de que les dieran indicaciones de tomar asiento Carlisle Cullen apareció. Julie boqueó sorprendida por la apariencia del doctor. Era un hombre tan bien parecido, tan irreal, que la palabra "deidad" habría sido más acorde que "hombre". Su piel era pálida y su cabello rubio dorado, sus ojos emanaban cierto brillo a pesar de ser oscuros y estar rodeados por manchas de tonalidad morada que Julie pudo adjudicar a la exigente vida de ser un médico.

—Tu debes ser Julia, ¿cierto?

Julie asintió atontada ante la majestuosa voz del doctor. Era el ser más perfecto que alguna vez había podido ver.

—Julie está bien. —murmuró.

—Un placer, Julie. Soy Carlisle Cullen y yo seré tu doctor durante tu estadía en Forks. —le sonrió cálidamente antes de dirigirse a su padre. —Señor Mason.

El mencionado asintió a modo de saludo, algo aturdido por lo irreal de aquel doctor.

—Si gustan acompañarme a mi oficina. Le he echado un ojo al expediente de Julie, pero creo que podría saber más conversando con ustedes.

Los Mason asintieron siguiendo al doctor hasta su oficina. Para ser completamente honestos, Julie no prestó mucha atención a la conversación desarrollándose frente a ella pues su padre se hacía cargo de todo muy bien.

Básicamente el doctor Cullen corroboró todo el expediente; diagnostico, hace cuánto fue hecho, las esperanzas de vida y como poco a poco habían ido disminuyendo, las repercusiones físicas, los medicamentos, los cientos de hospitales y médicos que ya habían trabajado con ella, su tanque de oxígeno, sus limitaciones actuales y sus planes de reincorporarse a un ritmo de vida más normal.

—Interesante diagnóstico.

Julie soltó una risita.

—Solo los doctores encuentran interesante el cáncer.

—Lo que es interesante —comenzó Carlisle con suavidad. —es que tienes años con un diagnóstico intermitente. —extendió una hoja a ambos mostrándoles una recopilación de anotaciones de diversos doctores. —Mira, terminal... prospero... terminal... prospero... positivo... optimo... terminal...

—Doctor, es mi expediente, sabemos lo que dice. —interrumpió algo cansada de sentirse en un horrible y deprimente círculo. —Y a menos que tenga algo nuevo que aportar no entiendo por qué nos...

—El cáncer no suele tener tantos avances y retrocesos. —explicó. —No es "normal" que pase de terminal a próspero y creo que ahí es donde debemos empezar.

La calma del doctor Cullen era contagiosa. Cuando salieron del hospital el padre de Julie no cabía de la emoción. La esperanza de un mal diagnóstico, un milagro, una gran recuperación o lo que fuera lo tenía fascinado y extasiado.

—Creo que venir a Forks ha sido una gran idea.

Julie se limitó a sonreír, incapaz de arrebatarle la sonrisa a su padre.

Para Julie, con amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora