𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 7

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Como de costumbre, Alice esperó pacientemente la hora de visitas para poder pasar un poco de tiempo con su querida Julie

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Como de costumbre, Alice esperó pacientemente la hora de visitas para poder pasar un poco de tiempo con su querida Julie. Estaba muy agradecida con Carlisle por permitir que el padre de Julie pudiera estar todo el tiempo con su hija, no solo en la hora de visitas. Al mismo tiempo, estaba de lo más agradecida con el señor Mason por cederle el tiempo entero de las visitas.

Sin embargo, al llegar y ver a una mujer algo mayor sentada al frente de Julie no pudo evitar poner una mueca de disgusto. La presencia de Alice no pareció desconcentrarla de su tarea, fuera cual fuera más allá de tener la cabeza en dirección a su regazo y gesticular quien sabe que cosa.

¿Quién era esa mujer y por que le estaba robando tiempo a solas con su Julie?

En cuanto la vio en el marco de la puerta Julie le sonrió a través de la mascarilla de oxígeno, invitándola a pasar y tomar asiento a su lado, como de costumbre. Alice obedeció sin desviar la atención de la señora, la cual parecía no haberla notado.

Cuando Julie notó que Alice llevaba demasiado tiempo viendo a Margaret oscamente le tomó la mano para llamar su atención, reprochándole sin mucha convicción. Alice no estaba segura de la razón, mas, asumió que probablemente era por la forma en que veía a aquella mujer.

Alice finalmente optó por ignorarla, centrándose en Julie y ayudándole a cambiar la mascarilla por la cánula, acariciándole el rostro en momentos. La humana le sonrió con dulzura y Alice devolvió el gesto.

—¿Quién es? —susurró, señalando con la cabeza a la mujer.

—Su nombre es Margaret, viene de vez en cuando a orar por mí. La enfermera dijo que lleva años haciéndolo con cada paciente que pisa el hospital.

Por un momento Alice se sintió culpable del recelo que le invadió al verla. La mujer solo tenía nobles y puras intenciones. Como una pequeña disculpa implícita optó por sostener la mano de Julie e imitar la posición de Margaret, acompañándola en su oración, aunque sin decir alguna plegaria.

Pasados unos minutos la mujer se levantó, puso su mano en la frente de Julie e hizo una pequeña petición a su Dios. Ambas chicas le agradecieron al verla partir.

—No pensé que fueras una persona religiosa.

—Prefiero el termino espiritual. No soy muy cercana a ninguna religión, pero sí creo en algo. —Alice asintió. —Cuando pasas por todo lo que yo, necesitas creer en algo, sentir que hay algo más que terminará ayudándote de alguna u otra forma; salvándote.

El rostro níveo de Alice se contrajo en una mueca.

—¿Te sientes ayudada... o salvada?

—Siempre se puede estar peor.

—¿Y sientes que Dios... perdón, que ese algo te esta salvado de algo peor?

Sabía que no debía, sabía que estaba en contra de todas las leyes, pero de repente, las probabilidades de vida de su Julie se sintieron mucho menores de las que ya de por si se sabía.

¿Qué tal si Alice era ese algo que podía salvarla?

—Tal vez, o tal vez este es el límite y mi siguiente paso es la muerte. —Julie se encogió de hombros, no parecía muy afectada por su posible final.

—¿Y si no?

Para Julie, con amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora