Recostado sobre la madera de la cuna, Alexander observaba al bebé que estaba sobre está, mirando su delicada y tersa piel, viendo como abría y cerraba los ojos con cansancio, mientras hacia lo mismo con su boca, creando un sonido que no sabía cómo explicarlo, un sonido creado por su saliva y su pequeña lengua, movía sus manitas intentando levantar su diminutos bracitos. Perdido en sus movimientos, no se dio cuenta en qué momento Marta había entrado y detenido en la puerta para admirar la escena con ternura acercándose nuevamente con lentitud.
—Es muy lindo no crees —opino la mujer cuando había llegado a su lado, sacando un paquete de pañales de la enorme caja donde tenían los objetos de aseo para el pequeño Jess.
Alexander la miro unos segundos, pero volvió su vista al pequeño, apreciandolo nuevamente, dándose cuenta que el pequeño lo miraba directamente a el, con sus pequeños ojos azules como el mar —si, supongo —Alexander soltó un suspiro y volvió a hablar —la abuela Crís dice que se parece mucho a Carlo por las facciones y también dice que el color de sus ojos son como los míos.
Menciono lo último apuntando sus ojos. Marta solo lo miro con una sonrisa y volvió a atender al menor, respondiendo —Si te soy sincera, se parece mucho a ti, a cuando eras pequeño, mírale el pelo, castaño casi rubio como el tuyo cuando eras pequeño y tus ojos realmente son muy similares, los de Carlo eran verdes.
Alexander asintió levemente y fijo su vista en el pequeño cuerpecito, viendo que esté ya estaba dormido aunque Marta le estuviese moviendo para cambiar el pañal. Miro hacia la ventana, y observo el cielo nublado, parecía que pronto comenzaría a llover.
Guadalajara esa mañana 23 de diciembre estaba un poco fresco y parecía que se avecinaba una pequeña tormenta, el no había escuchado ser mencionada en la televisión, al parecer se había formado de repente.
—Podrás cuidarlo tu solo estos días? —pregunto Marta, haciendo que el chico fijará su vista en ella, frunciendo un poco sus cejas y después revolvió su cabello.
—Yo creo que si, no es como si fuera el fin del mundo cambiar un pañal usado o preparar la leche —respondio Alexander con una pequeña sonrisa, restándole importancia al asunto, pues ya muchas veces había visto a la mujer hacer esas cosas, incluso algunas veces le había dejado que el lo hiciera, así que no le resultaba tan complicado.
—Bueno —la mujer, sonriente puso de nuevo las cosas en la caja limpiando sus manos con desinfectante —me iré mañana por la mañana, para preparar la cena de noche buena -hizo una pausa mirándolo -seguro que no quieres venir, somos pocos en mi familia, me dará mucho gusto que vengas, no creo que haya vuelos para Miami a estás alturas —Alexander negó suavemente —Bien, ya no voy a insistir, pero igual si cambias de opinión dime y pondré un plato más reservado especialmente para ti.
La mujer lo miro con ternura nuevamente, acariciando el cabello de Alexander con sus arrugadas manos.
Marta había sido contratada para cuidar al pequeño bebé desde que Alexander llegó a Guadalajara, ella realmente ya estaba algo anciana, tenía unos 65 o 67 años, pero era muy energética y cuidaba de los dos menores como si fueran sus propios hijos. Aunque aun estaba algo perpleja con la situación ella se había ofrecido a cuidar de ellos, no creía de verdad que el bebé fuese hijo de Alexander por la corta edad que el tenía, además de qué lo conocía de pequeño, pues cuido de él y sus hermanos cuando eran pequeños y hacían viajes a Guadalajara, fue hasta después de que Alexander le contara le sucedido meses atrás cuando descubrio la realidad. Algo anonada recibió la noticia de que la madre de Alexander y su hermano Carlo habían muerto. Marta realmente había sido más como una abuela para Alexander, que la propia Cristina que no había defendido para nada al menor ,en cambio Marta hasta había peleado con Emmanuel para que esté no dejará solo al adolescente con el pequeño Jess, pero de nada sirvió, Emmanuel había tomado la decisión el solo, Alexander sería el nuevo papá para Jess y nadie podía decir nada.
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ALEXANDER
Teen FictionEl, un niño que dejó de serlo para fingir ser el padre de uno. Dime ¿Quién eres tú para hacerlo sonreír? Si no eres ese pequeño de ojos azules