Irreversible sueño

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Por alguna razón, ir a las citas ya no sonaba tan mal, con tal de hablar de Aquino estaría bien.

Pero, aún así, el vacío me carcome, ¿Y si nunca vuelvo a verlo?, no podría seguir viviendo con eso, no creo poder tener otra conexión con alguien más, ninguna podrá superar lo que tuvimos.

No quiero volver a estar solo, Aquino es lo único que tengo, él me acompañó por varios años, no me puede dejar pudriéndome en esta ciudad completamente aislado.

Él sabe que mis padres me odian, él sabe que mis amigos me ignoran, él sabe que es el único.

Necesito su presencia, su mirada sobre mí.

Lo extraño demasiado, quisiera cumplir cada una de las promesas que le hice.

Me eché en el diván esperando su típica pregunta mientras sostenía mi antebrazo nervioso.

──¿Cómo estás, Duxo?

──Bien, esta vez no miento.

──De acuerdo ──vuelve a apuntar en su libreta, ya no me preocupa qué piense de mí.

──Quiero hablar de Aquino de nuevo ──murmuro sin ganas.

──Adelante.

──Él me regaló esta pulsera ──levanté mi muñeca, esta era adornada con una pulsera de cuentas naranjas pálidas── . Aquino solía usarlas, nunca supe la razón porque me dijo que no le gustaba ponérselas.

──Continúa ──escribe de nuevo, ¿Qué es lo que dice?

──Mi recuerdo más feliz con él fue cuando lo aceptaron en una mejor Universidad para continuar sus estudios, él saltaba de felicidad alrededor mío. Aunque sabía que lo extrañaría, lo dejaría ir para que cumpliese sus sueños.

──¿Hace cuánto fue eso?

──Creo que un año y medio.

──¿Es ese el período de tiempo en que no lo ves?

──Sí, le envío todos los días un mensaje pero nunca contesta, debe estar muy concentrado.

──Me imagino...

──...

──¿Y no crees que te esté ignorando?

──Nunca haría eso.

──Hace un año y medio que no contesta, ¿No se te pasó por la cabeza?

──No.

──Piénsalo.

──¿Y si le perdió su celular?, cuando regrese le puedo dar mi número de vuelta.

──Tal vez.

──Ojalá sea pronto.

──¿Tienes un psiquiatra?

──Uhm, no.

──Bien, te recetaré clozapina ──me entregó una tableta de pastillas blancas redondas que sacó de un cajón.

Me explicó en los momentos en que tenía que consumirlas.

Será divertido sentir cómo se derriten en mi lengua.

Aunque, no haré eso, no tomaré ninguna pastilla.

Si es para mantenerme como un zombie es un rotundo no.

Tengo que seguir pensándolo bajo los efectos de mis propias drogas. A menos de que él sea la droga.

Mi castaño despistadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora