ᴏɴᴇ

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El karma existe.

El sabía eso a la perfección. Pero de nuevo y como ya era habitual en su vida, decidió creer que el momento era lo que valía la pena, y que de las consecuencias se haría cargo su yo del futuro.

Divorciarse fue una de las mejores decisiones que había tomado, y también de las más caóticas. El largo matrimonio que compartió con su esposa sufrió el desgaste del tiempo y los golpes debilitantes de la vida. Uno de ellos fue su increíble incapacidad para mantener la pija guardada dentro de sus pantalones, acompañado de la desaparición de esa lealtad y fidelidad ciega que sentía por su mujer.

Las primeras veces fueron cosas de una sola noche, o mañana, o tarde, no importaba. Cogidas rapidas y desordenadas en lugares incómodos y arriesgados con mujeres que rara vez volvía ver. Y él, de verdad creía que no era la gran cosa. Mientras regresara a los brazos de su amada compañera al final del dia, nada mas importaba. ¿No?

Bueno, tristemente esa percepción se acabó en el momento en que unos ojos con un color similar al de las esmeraldas se posaron sobre él. Perdió toda pizca de razón al escuchar su risa aguda acompañada de pequeñas arrugas debajo de esas hermosas gemas.

Enamorarse de Paulo le fue tan fácil como respirar el aire de cada día, y tan intenso como la euforia que experimentaba cada vez que iba a salir a la cancha.

Intentó aplastar a las malditas "mariposas" que no sentía hacía muchísimo tiempo. Quiso con todo su ser, que Dybala no fuese el motivo de la emoción cruda que se asentaba en su pecho cuando era convocado para jugar con la selección. Jura por Dios, que trató con todas sus fuerzas impedirlo, pero le fue inevitable ceder a los encantos que el mayor no se daba cuenta que tenía.

Ser correspondido por Paulo, fue una verdadera obra de la suerte. Porque ni en cien años podría hacerse la idea de que era merecedor de tal reciprocidad.

Las miradas sutiles al rozar sus muslos cuando estaban en el banco de suplentes; los sonrojos y las risas nerviosas al estar desnudos lado a lado en las duchas; y el calor que invadía sus cuerpos cuando compartían más tiempo del necesario en los abrazos festejando la victoria; todas y cada una de las maneras que tenían de comportarse con el otro fueron evidencias sólidas del amor que comenzaba a aflorar en sus pechos.

No le tembló el pulso ni la voz, al decirle a Camila que quería el divorcio. Habían sido demasiados meses e incluso años de engaños y mentiras que minimizó para no sentirse culpable. Y ya no podia seguir haciéndolo, porque quería amar a Paulo sin sentir la culpa de que un anillo decoraba su dedo y una mujer lo esperaba en su casa bajo el título de "esposa".

El juicio por la separación fue más rápido y llevadero de lo que esperaba. Camila no se resistió a la demanda, y eso le dio una misera parte de alivio a su alma. 

Los ojos cansados de la que alguna vez fue al amor de su vida, lo miraron con pena mientras le pedían una explicación de su decisión. Y no le quedó más que ser sincero, se lo debía.

"Me enamore de alguien más". Dijo con toda la transparencia que pudo reunir, y orgullo por poder aceptarlo en voz alta.

La sonrisa con burla que recibió en respuesta lo confundió en un inicio, y lo hizo sentir enfermo al escuchar las palabras que la acompañaron.

"¿Enamorarte? Vos no sabes lo que es amor Leandro. Lo dejaste de saber el día que decidiste serme infiel, y lo seguiste haciendo con cada mina con la que me gorreabas. Vos no sabes amar, y puedo apostar mi vida a que a esa persona le vas a hacer lo mismo"

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⏰ Última actualización: Mar 20 ⏰

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𝑲𝒂𝒓𝒎𝒂 - 𝑪𝒖𝒕𝒊𝒃𝒂𝒍𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora