Gastón caminaba por la habitación de huéspedes de sus padres, sin poder ordenar sus pensamientos. Había intentado entrar a su casa pero los periodistas rodeaban la manzana y había sido imposible.
En el barrio de sus padres la seguridad impedía el ingreso y por eso había elegido quedarse allí. Volver a convertirse en el centro de atención y ver sus imágenes una y otra vez en la televisión y redes sociales era abrumador. Creía haber superado esa etapa, creía haberla enfrentado en el pasado y no esperaba tener que volver a hacerlo.
Pato lo había llamado para ofrecerle su casa, estaba viviendo en Barcelona, donde se había puesto un bar y vivía junto a su mujer y su pequeña hija de apenas un año, pero por más tentador que fuera, ahora tenía alguien por quien quedarse.
Miraba la pantalla de su teléfono con insistencia, no terminaba de entender porqué May no respondía sus mensajes. Recordaba sus ojos y no quería creer lo que habían intentado decirle. No podía odiarlo, no podían haber perdido lo que habían construido juntos.
Unos golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos y Bianca entró con su buzo enorme cubriendo sus manos. Sonrió con dientes apretados y Gastón le hizo un gesto para que pasara.
Bianca se sentó sobre la cama y él se acercó para abrazarla y darle un beso sobre la capucha oscura que cubría su cabeza. Ella lo abrazó también y cuando se sentó a su lado decidió descubrir su rostro.
-¿Cómo estás?- le preguntó colocando su mano arrugada y áspera sobre la de él.
Gastón la alzó y depositó un dulce beso sobre ella.
-Perdoname, hermana, perdoname. - le dijo con lágrimas en los ojos, pero ella comenzó a negar con su cabeza y secó sus lágrimas con énfasis.
-Te lo dije mil veces y no tengo problema en repetirlo, nada fue tu culpa.- le dijo con seguridad.
-¿Cómo ibas a saber que iba a haber un cortocircuito? ¿Cómo ibas a desalojar un estadio con miles de personas? No había nada que hubieras podido hacer.- le dijo enfrentando sus ojos.
-Me fui, Bian, me fui y te dejé ahí..- le dijo con una pena incontenible en su pecho.
-Te sacaron. Y aunque te hubieses quedado no podrías haber hecho nada, era un caos, Cuty, no se veía nada, todos gritaban. No nos hubiéramos encontrado nunca. No podes seguir castigandote por lo que pasó, bastante tenes con haber dejado tu pasión, tu vida. Ninguna de las personas que ya no están van a volver, no importa lo mucho que te culpes o lo que sientas que mereces, no podes cambiar lo que pasó. Y si te soy sincera, estos últimos meses volví a verte reír y me encantó. No sé si fue ayudar a esos chicos, volver a tocar o cierta abogada de ojos verdes, pero no pierdas eso.- le dijo y al ver que una ligera sonrisa asomaba a sus labios ella también sonrió.
-Ella no quiere hablar conmigo.- le dijo desahogando sus dudas con su hermana.
-Debe estar un poco abrumada, pero vi como te miraba, no va a dejarte solo.- le dijo segura de lo que había visto en esa joven.
-Es raro, vi algo en sus ojos, no fue solo la sorpresa, ni los periodistas, hubo algo más, como si nuestra conexión se hubiera roto. - le respondió Gastón abriendo su corazón a una de las personas en las que más confiaba en el mundo.
-Estas exagerando.- le respondió ella sin creer sus palabras.
-No, en serio, me estoy rompiendo la cabeza para entenderlo, pero estoy seguro de que hay algo mal, ni siquiera responde mis mensajes. -le dijo preocupado.
Bianca meditó unos segundos, tampoco entendía, pero su hermano parecía hablar en serio.
-¿Vos decís que no sabía nada? - le preguntó incrédula mientras él alzaba sus cejas como si en verdad no lo supiera.
-¿Pero el comedor no lleva el nombre de uno de tus temas?- volvió a preguntarle Bianca intentando entender lo que ocurría.
-Si, pero no creo que ella lo haya elegido... recuerdo que ni siquiera le gustaba la canción, una vez la pasaron por la radio y se desesperó por cambiarla... no entiendo bien, pero hay algo más.- le respondió pensando junto a ella que era lo que había visto en sus ojos furiosos.
-Si no fue ella, ¿quien eligió el nombre dle lugar?- le preguntó Bianca intentando armar el rompecabezas que se había armado en su mente.
-Su hermana.- respondió Gastón comenzando a tener una idea de lo que podría estar ocurriendo.
-Y preguntémosle a ella.- le dijo Bianca justo cuando Gastón parecía terminar de entender.
-No podemos, ya no vive.- le dijo tomando su teléfono para comenzar a escribir algo en la pantalla.
-¿Tenes la lista de las víctimas de ese día?- le preguntó mientras intentaba encontrarla él mismo.
-Creo que sí, a ver.- le respondió mientras daba con ella y se la enseñaba a su hermano.
-¿Hay alguna mujer de apellido Acuña?- le preguntó comenzando a sentir como sus manos se volvían temblorosas y sudaban con exageración.
No podía creerlo, no podía ser cierto, sentía que toda la culpa que había intentado borrar de su mente se materializaba en un nombre, en una persona real que había hecho sufrir a otra que amaba con locura. Si sus sospechas eran cierta estaba perdido, May nunca lo perdonaría. Ni siquiera él podía hacerlo.
-Hay una Mariana Acuña, es esta.- le dijo Bianca mostrándole la pantalla y cuando él vio esos ojos verdes, tan expresivos como los de May ya no tuvo dudas.
Era ella.
Sin poder responder sus manos atraparon su cabeza mientras se inclinaba sobre sus rodillas. Un llanto atrapado en su garganta estremeció todo su cuerpo mientras sus piernas comenzaban a temblar. Bianca no necesito confirmación, abrazó a su hermano mientras depositaba besos cortos en su brazo.
-No fue tu culpa, no fue tu culpa.- le repetía sin cansancio pero su hermano no podía dejar de pensar lo contrario y sobre todo, no podía dejar de pensar que, una vez más, lo había perdido todo
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Cicatrices- La cueva del olvido (primera parte)
RomansaMay es una joven que dedica su vida a ayudar a los más necesitados. Solìa formar parte del estudio de abogados más prestigioso de la ciudad, pero las circunstancias del destino la llevaron a abandonarlo todo. Ahora pasa sus días haciéndose cargo de...