Para su desgracia, Louis está haciendo horas extra en el trabajo.
Son las seis y quince de la tarde, su turno debió de haber terminado hace una más de una hora (que alguien encuentre al que inventó las horas de 9 a 5, por favor, Louis tiene que hablar seriamente con él), no ha comido nada desde el mediodía y su silla, a pesar de que es acolchada, se siente como una roca bajo su trasero. Lleva sentado por tantas horas que ya ni siquiera siente su espalda baja. O sus piernas. Y no vamos a hablar de lo mucho que le duelen sus ojos. Por esto necesita lentes, definitivamente no es por quedarse muchas horas despierto con el celular.
Siendo optimistas, su trabajo no está tan mal. En serio. Generalmente, termina a las 5:10 y puede irse a casa sin el suficiente retraso para pasear a Sam, tomar sus suplementos, recalentar las sobras del día anterior (usualmente comida China, porque Louis ama el arroz frito del restaurante a unas cuantas calles) y quedarse despierto hasta las 4 de la mañana viendo algo en Netflix porque no puede dormir la mayoría de las noches. La cosa empeora, sin embargo, cuando las fechas límites aparecen en su calendario. La oficina se vuelve un caos. Un montón de papeleo, pasos por doquier, demasiadas tazas de café y un desorden en la sala de descansos.
¿Lo peor? Su jefe se pone de malhumor. Y oh, nadie quiere verlo de malhumor. El maldito es un diablo cuando se le sube el genio. Le da a Louis pesadillas.
Por eso, realmente nadie dice nada ante las horas extras. La mayoría sabe mejor que meterse con el jefe, y, bueno, al menos reciben paga extra. Así que no está tan mal. Es relativamente justo...O algo así.
A Louis le duele tanto el estómago. (Y la cabeza)
"Ugh," gime para sí mismo, golpeando su frente en el teclado y causando que un montón de letras aparezcan en el documento que está editando. "Jesús, María y José, sálvenme por favor," murmura para sí mismo.
"Vete a casa, Lou." Louis voltea la cabeza para ver a Alex, quien está inclinada sobre su escritorio con una mirada llena de simpatía en sus ojos azules. "Debes de dejar de acceder a las demandas del jefe. Eres el único con trabajo extra."
"Es que me da miedo..." Louis pucherea. No es del todo cierto, pues sabe a cierta ciencia que podría aplastar a aquel viejo alfa si quisiera, pero la verdad es que se siente vacío sin el estrés del trabajo.
Alex resopla. "No dejes que pase por encima de ti. Vamos, vuelve a casa. Todos sabemos que tu productividad baja sin comida."
"Iré a la sala de descanso."
"Ya no queda nada allí. Rajj se acabó el último sobre de café. ¿Recuerdas esas cinco cajas donas que el jefe nos dejó en la mañana? Desaparecieron."
"Malditos," Louis bosteza. Solo había podido comer una Boston Creme a las diez. Todos sus compañeros son unos buitres. "¿Sabes qué? Ya no puedo más." Louis levanta su cabeza y hace su silla hacia atrás, mandándole una mirada suplicante a su compañera. "¿Puedes cubrirme? Realmente no me queda mucho en este capítulo. Dile al jefe que tengo indigestión o algo así... Lo terminaré para mañana."
Alex se ríe. Louis realmente no entiende cómo es que ella sigue luciendo tan refrescada y animada después de estar horas en la oficina. Pero, de nuevo, se trata de Alex, la alfa más extrovertida y energética que ha conocido en su vida. En serio.
"Te tengo, Lou. No te preocupes. Me gusta verte sano y feliz... Claramente no estás obteniendo ninguna de esas cosas aquí."
"Uf, ¿tú crees?" Louis pone los ojos, levantándose, recogiendo su bolso y metiendo todas sus pertenencias desordenadamente. Solo quiere irse. "No te quedes hasta muy tarde, ¿okay? Por mucho que sonrías, puedo ver a través de ti."
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Pans, Rods, and Ginger Smiles; ls
FanficEl plan era sencillo: escabullir a su Pastor Alemán en la repostería y comprar un pastel de cumpleaños para Liam Payne. Sin embargo, Louis nunca vio venir al fenómeno que era Harry Styles-alto, guapo, y aparentemente un fanático de los animales. El...