❝ A Rosé le gusta todo de Jisoo:
Su cabello, aunque ligeramente maltratado.
Sus ojos, donde debajo habitan unas ojeras que parecen permanentes.
Su ropa holgada, a veces hasta tres veces más grande que ella.
Sus largas manos, donde siempre sus uñas e...
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El cabello suelto de Jisoo cae por sus hombros mientras mira al frente con atención, intentando que sus ojos no se cierren mientras los segundos pasan en la clase de historia. La profesora Hwang no la tiene en la lista buena, así que no puede permitirse algún reclamo de esta.
Del otro lado del aula hay un par de ojos que no paran de mirarla desde hace rato; Roseanne, la única rubia de la clase está atenta a la manera en que la más baja muerde sus uñas sin ser consciente de ello, del constante pisoteo que realiza con su pie izquierdo y la manera en que mueve el bolígrafo con inquietud. No puede evitar soltar un suspiro algo ruidoso, llamando así la atención de su profesora.
- ¿Hay algún motivo para esos suspiros, señorita Park?
Pero esta no contestó, seguía muy concentrada en la chica que ahora mismo la observaba por alguna razón. Intentó disimular que su vista estaba dirigida hacia ella y cuando lo hizo se topó con el rostro de la profesora justo frente a ella; esta la miraba con cara de pocos amigos.
- A menos que me explique en este momento qué es más interesante que mi clase, la quiero en la oficina de la directora, ya.
- Yo... Solo estaba... - Pensó un momento, ¿qué le diría? "Oh, espere, es que estaba viendo a la chica más hermosa de todo el universo", evidentemente no. - Distraída... - Suspiró con pesadez y tomó sus cosas para salir del salón directo por un reporte.
- La próxima vez que se presente en mi clase quiero un ensayo de diez páginas del porqué es importante mostrar respeto a sus profesores, ¿entendido?
- Sí, profesora Hwang... - Salió casi arrastrando los pies y oyó la puerta ser azotada tras ella.
Dicho reporte no le tomó mucho tiempo, la directora ya conoce lo estricta que puede ser la profesora en turno, así que no es excesiva con la reprimenda hacia los alumnos; lo único que le sorprendió fue que esta vez se tratara de Roseanne Park quien estuviera frente a ella.
Se dirigió a la cafetería mientras se regañaba mentalmente, ahora tendría que esperar poco más de una hora para volver a su aula y así seguir admirando la belleza de su compañera. No tenía idea de qué le ocurría, desde hace ya unas semanas no puede evitar observar a Kim. Ellas dos casi no hablaban, Jisoo era una persona de pocas palabras y limitadas amistades; en todo el tiempo que lleva de conocerla solo la ha visto ser cercana a Jennie y Nayeon, dos chicas que tenían un horario diferente al de ellas y por eso rara vez se encontraban, ella las conoce únicamente por los clubs.
De igual manera, la pelinegra no le es realmente indiferente, ya han estado juntas en varios trabajos grupales, de ahí que Roseanne aprendiera cosas sobre la mayor en las cortas conversaciones que han tenido; algunos de sus hábitos, uno que otro pasatiempo y pocos de sus gustos. Puede que sea por eso que ahora tenga tanta curiosidad sobre ella. Era innegable la atracción que sentía hacia la más baja, pero antes de intentar algo necesitaba conocerla más, solo que aún no sabía cómo acercarse sin ser tan obvia.
Estando tan inmersa en sus pensamientos, no notó a la pequeña figura que se acercaba con pasos cansados hasta la mesa donde se encontraba.
- ¿Puedo sentarme? - Pregunta una voz ligeramente ronca.
Volteo a ver de quién se trataba y grande fue su sorpresa cuando vio a la dueña de sus pensamientos frente a ella.
- Ah, claro. - Se hizo a un lado para dejar espacio a la mayor y esta inmediatamente se sentó. - ¿La clase terminó ya? - Vio con atención el reloj en su muñeca derecha, aún quedaban unos cuarenta minutos antes de que eso pasara.
- No, me echó del aula por quedarme dormida. - Era visible el cansancio en sus ojos. No hizo más que recostarse en sus brazos y bostezar.
- Ouh... ¿No dormiste bien? - Cuestiona preocupada, sabía que Jisoo tenía la costumbre de desvelarse por estar jugando, pero casi nunca se veía así de mal.
- Más bien, no dormí. - Sus palabras se escucharon casi inentendibles, amortiguadas por su sudadera.
- ¿Un nuevo videojuego? - La pelinegra asintió sin verla.
Era su oportunidad, tenía un pretexto para hablar con la más baja sin que se viera tan desesperada por acercarse.
- Oh, ¿crees que podrías mostrármelo? Tal vez podríamos jugar juntas. - Sonrió al mismo tiempo que sacaba su celular, lista para escuchar el nombre y descargarlo.
Sin salir de su escondite, volteo tranquilamente su rostro y dirigió su mirada lentamente a la rubia, esta pudo apreciar el ligero brillo que apareció en los ojos de la mayor y supo que había acertado cuando vio las comisuras de sus labios agrietados elevarse apenas un par de milímetros.
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