Capítulo 16: 1 de septiembre de 2023

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A las 14:30, los motores se apagaron mientras los primeros entrenamientos libres en Monza llegaban a su fin. Para Carlos, quedar en segundo lugar al final de estos entrenamientos era una victoria, un destello de satisfacción en un día lleno de expectativas. Su mente estaba cautiva, impaciente por una sola persona a la que esperaba con ansias. Talia había confirmado su llegada entre las dos sesiones de entrenamiento, pero los retrasos en los vuelos y las huelgas habían sembrado dudas sobre sus previsiones. A petición de Talia, Carlos mantuvo la sorpresa de su llegada para sí mismo, no informando a su amigo Lando de la visita inminente del objeto de sus pensamientos.

Mientras los motores se apagaban, Carlos estaba obsesionado por las llamadas y mensajes intercambiados con su amada. El miedo a perderla lo había llevado a enviar precipitadamente una invitación para el fin de semana en Ferrari, ofreciendo a Talia la oportunidad de unirse a él en esta epopeya deportiva. La anticipación electrificaba su ser, el deseo de su presencia era palpable, pero era más que un simple anhelo físico. Deseaba abrazarla, sentir el calor de su ser cerca, su mano descansando con ternura en su cintura. En las dudas que tal vez asaltaban a Talia, Carlos veía una oportunidad para aprovechar, una oportunidad que no podía dejar pasar. Porque para él, no había dudas: estaba dispuesto a arriesgar una parte de su corazón por esta aventura incipiente con ella.

Fue al final de su reunión de revisión técnica que su calvario terminó. Carlos salió de la oficina, su mente aún nublada por las discusiones técnicas, cuando de repente, al doblar una esquina, la vio. Allí, frente a él, estaba Talia, acompañada por Alexandra, la pareja de Charles. Un escalofrío de emoción recorrió su cuerpo cuando finalmente sus miradas se encontraron. Una sonrisa radiante se extendió por los labios de Talia, iluminando su rostro con un aura deslumbrante. Carlos aceleró el paso, ansioso por reunirse con ella.

Alexandra, percibiendo la complicidad entre los dos, entendió tacitamente la situación y, con un gesto cómplice, se apartó discretamente, dejando espacio para el tan esperado encuentro. Se mezcló con la multitud del paddock, dejando que Carlos y Talia finalmente se encontraran, solos juntos.

Carlos se acercó a Talia, una sonrisa contagiosa iluminando su rostro. Sus pasos los acercaron inevitablemente hasta que estuvieron frente a frente. Sus ojos brillaban de emoción, Carlos tomó las manos de Talia en las suyas, incapaz de contener su alegría. Talia, conmovida, lo miró intensamente, sus ojos reflejando una mezcla de afecto y felicidad. En un instante, el mundo a su alrededor pareció desvanecerse, dejando solo el mágico momento de su reunión.

El tiempo parecía suspendido a su alrededor, como si el mundo entero hubiera dejado de existir momentáneamente, dejando solo el instante mágico de su reencuentro. Carlos se sumergió en la mirada de Talia, absorbiendo su presencia, sus rasgos familiares y el destello en sus ojos. Una emoción intensa lo inundó, mezclando la alegría de encontrarla con la anticipación de este tan esperado momento.

Sin decir una palabra, se contemplaron mutuamente, saboreando cada momento juntos, sintiendo el vínculo que los unía. Luego, como si un acuerdo silencioso los uniera, se acercaron el uno al otro y se abrazaron tiernamente. Sus brazos se envolvieron alrededor de sus cuerpos, creando un capullo de calor y consuelo.

Para Carlos, este momento fue como un soplo de aire fresco después de una larga apnea. Se sentía vivo de nuevo, llevado por la emoción de su reencuentro. Talia, también, se dejó envolver por este abrazo, sintiéndose segura en los brazos de Carlos.

Así se quedaron, perdidos en este momento de intimidad, sus corazones latiendo al unísono. Nada más importaba en ese momento, solo su mutua presencia, reconfortante y calmante.

Por un momento que pareció eterno, se quedaron así, saboreando la simple felicidad de estar juntos, sus brazos entrelazados el uno alrededor del otro. Luego, lentamente, se separaron, pero sus manos permanecieron unidas, testificando su conexión indeleble.

Mi campeón - Carlos Sainz (SP/ES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora