Me encontraba en un estado de aturdimiento, con la cabeza dándome vueltas y los nudillos marcados por sangre coagulada. No tenía noción del tiempo transcurrido desde el inicio de aquel caos. Al escrutar la habitación, me encontré con un panorama desolador: muebles volcados, objetos rotos y, en el suelo, yacían dos figuras ensangrentadas, aún con vida, pues sus respiraciones entrecortadas lo indicaban. Me aproximé a ellos con cautela, depositando mi mano temblorosa sobre sus pechos palpitantes, sintiendo el ritmo desigual de sus corazones.
Mis nudillos, ahora inflamados y doloridos, me recordaron el frenesí de la violencia que había desatado. La ira y la adrenalina habían amortiguado el dolor en las primeras horas, pero ahora se manifestaba con fuerza, como una quemazón constante que me impedía cerrar el puño sin un tormento indescriptible.
— ¡Davikah! — mi voz resonó en la habitación, haciendo que ella irrumpiera en escena con sorpresa y horror reflejados en su rostro al observar la escena macabra que se desenvolvía ante sus ojos.
— ¿Han dicho algo? — preguntó con voz temblorosa, intentando comprender el caos que se extendía frente a nosotros.
— Aún no — respondí con voz grave, mi mente ya tejiendo planes de acción. — Pero si después de esto no hablan, nada los hará hablar. Y si eso sucede, no sirve de nada tenerlos aquí. — Mi mirada se posó sobre los cuerpos maltratados en el suelo. — Dales agua, que se limpien, cuídalos. Luego, que decidan si desean continuar en este mundo. Si no obtienes respuesta, elimínalos sin dudarlo.
Davikah asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.
— Ahora llama a Tay. Dile que me dirijo al hospital, necesito que examine esto — indiqué, señalando mis nudillos inflamados con gesto adolorido. — Creo que podría haberme fracturado algún hueso. Y dile a New que me acompañe.
— Mew, sabes que New y Tay no se soportan — replicó Davikah, preocupada por las posibles implicaciones de llevar a New.
Mis ojos se entornaron con determinación.
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Mafia en Nueva York [MEWTUL]
RomanceNueva York, la ciudad que nunca duerme, se cernía sobre el horizonte con sus imponentes rascacielos, testigos mudos de las oscuras intrigas que se escondían entre sus calles. En el corazón de la metrópolis, Mew Suppasit reinaba como el jefe indiscut...