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Eunha miraba atenta los copos caer a través de la pequeña ventana del carruaje, el frío comenzaba a calarse por su cuerpo dando una sensación familiar. Miro a su lado encontrándose con el pelinegro, este dormía plácidamente ajeno a lo que sucedía.

– Alto! – el grito de aquel caballero hizo que Jungkook se despertara, encontrándose con la mirada de Eunha.

– Hola – le murmuró para después regalarle una pequeña sonrisa.

Se acomodó en su asiento estirándose un poco para después asomarse por la pequeña puerta de aquel carruaje. Observó al comandante de los caballeros y después a su frente.

El bosque se encontraba a unos cuantos pasos de ellos, el acceso del carruaje era imposible.

– Tendrá que caminar desde aquí su majestad – habló el hombre sobre su caballo.

Jungkook asintió mirando de nuevo a Eunha, esta le sonreía en indicación de que había escuchado las palabras de aquel hombre. Abrió la puerta del carruaje pisando fuera de el.

El viento helado esta vez se metió por su vestido, un escalofrío la inundó, sus mejillas se colorearon de un rosado sutil. Sintiendo un calor de repente proporcionado por un abrigo que fue colocado sobre sus hombros por Jungkook.

– Tu sigue, yo estaré justo detrás de ti – hablo el pelinegro.

Ella asintió comenzando su camino. El bosque pintado de blanco completo fue lo único que observó al entrar, emprendiendo el camino ya conocido hasta llegar a su pequeño pueblo.

Todo había quedado reducido a ruinas, las pequeñas chozas llenas de nieve, las fuentes a punto de congelarse.

Algo se removió en el estómago de Jungkook, él había causado todo eso y el arrepentimiento lo estaba atacando, observó el lugar al igual de Eunha, apenado miró a sus caballeros que al igual que él, su semblante no mostraba más que culpa.

Eunha tomó un bocado de aire comenzado el camino fuera del pueblo, cada vez acercándose aquel lugar que tanto le removía el corazón.

Su corazón latía fuertemente que sentía que se escuchaba por todo el lugar, fue entonces cuando vio aquel lugar. Y sin entender cómo.

Vio un pequeña letrero a medida que se acercaba, agachándose fue cuando con claridad leyó.

"Aquí descansa el gran Rey del Norte, descansa en paz, querido hermano"

Entonces el frío se convirtió en algo mucho menos preocupante, los ojos de Eunha se llenaron de lágrimas y el miedo volvió a ella.

Su cuerpo se tambaleó haciendo que cayera sentada sobre la nieve, la mezcla de tristeza y miedo hicieron que las primeras lagrimas se deslizaran por sus mejillas. Su mirada viajó hasta las flores que estaban colocadas al rededor de aquel letrero, se mantenían frescas indicando que no hace mucho habían sido colocadas.

Y bajo ellas sintió la madera, muestra que el cuerpo de su querido amigo de vida reposaba ya en un ataúd. Lloro aún más volviendo a recordar.

Jungkook al igual que los caballeros se inclinaron mostrando respeto y arrepentimiento frente a la tumba de aquel Alfa, Eunha los miro arrodillados sin levantar su cabeza, entonces regreso su mirada a la nieve moviéndola un poco dejándole ver con más claridad la madera del ataúd.

– Mi amada Jin, perdóname por no haber llegado a tiempo, perdóname por ser una omega necia y por lo que estás viendo ahora – le murmuró – Te amare hoy, mañana y siempre mi querido Jin.

Jungkook escuchaba las palabras atentamente, sin reclamar, sin bufar, sin quejar.

– Mi Rey – escuchó sin levantar aún su cabeza, Eunha se acercó y arrodillándose para llegar a su cara la tomó haciendo que la mirara – Debemos irnos de inmediato.

– ¿Porqué? – pregunto con curiosidad, apenas habían llegado y de repente la mujer tenía la necesidad de irse del lugar.

– Él está muy cerca de aquí.

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La omega del emperador | jk Donde viven las historias. Descúbrelo ahora