P r ó l o g o.

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P r ó l o g o.

Llanto.

Gritos.

Desesperación.

El olor metálico de la sangre colándose en mi nariz.

El olor a muerte impregnando el aire por totalidad.

El humo cerrando el paso al aire en mis pulmones.

¿Qué pasó?

¿Dónde estoy?

¿Quién soy?

Abro los ojos con dificultad, la negrura en su máximo esplendor me ciega. Poco a poco voy viendo a través de la oscuridad las siluetas de las personas pasando a mi lado gritando y llorando. Me quejo en voz alta sin poder evitarlo, siento la garganta reseca y me duele la cabeza fuertemente. 

Respiro lento y comienzo a buscar a alguien cerca de mí o un indicio que me diga donde estoy. No tardo en darme cuenta que estoy en un auto, medio sentada, con vidrios incrustados por todo mi cuerpo.

Un choque...

Miro hacia atrás pero no hay nadie más conmigo aquí, el auto está vacío y vuelto añicos.

Con cuidado respirando pausado y pesadamente, trato de levantarme pero fallo en el intento y me ahogo tratando de tomar aire. Hay mucho humo en el ambiente. Mis costillas arden ante la tos que me ataca y el dolor es tan asfixiante que me hace gritar, mi cabeza arde y grito asustada nuevamente cuando me toco y veo sangre manchar mis manos.

Mis extremidades hormiguean, tengo que afincar mis pasos para poder levantarme, es como si estuviese en una especie de sueño lúcido, escucho y siento personas pasar a mi alrededor pero no veo a nadie. En un último intento logro pasar por encima de la ventana del auto, y luego me arrastro fuera de este haciéndome daño en el proceso. Me resulta fácil aunque doloroso ya que el auto está de lado, casi cayendo al suelo. Mis piernas arden y siento como pequeños fragmentos se entierran en ellas, pero no se compara con el dolor de cabeza que me envuelve. Me coloco boca arriba y respiro con la boca abierta, me toco la costilla derecha y siento un objeto punzante salir de está.

Hay algo perforando mis costillas...

Con cuidado y usando de apoyo la puerta del auto, me levanto soportando el dolor. Me tomo unos segundos y avanzo unos pasos, el humo no me deja ver mucho, pero veo luces rojas y naranjas serpenteando a lo lejos.

Fuego...

De nuevo me pregunto, ¿Qué pasó?

Un grito a mi lado hace que me de la vuelta asustada, es una niña. Ella corre gritando el nombre de una mujer, lo que supongo ha de ser su madre. Sin embargo, no es ella quien llama mi atención, sino su vestimenta. Lleva una camisa blanca manga largas y un pantalón corto, ambos llenos de sangre, su cabello se pega a su cara y le falta un zapatito. Mi corazón se estruja cuando comienza a llorar desconsolada y me aproximo a ella, sin embargo, en menos de tres segundos se pierde en medio del humo.

Pestañeo seguidamente y miro hacia ambos lados, no veo a nadie, al menos, no sus rostros. Varios pasan a mi lado y me tropiezan, los ignoro y continúo caminando. Un paso. Dos pasos. Estoy por llegar a donde el fuego comienza a extenderse más, sé que es una locura, pero necesito algo de luz para guiarme y buscar la salida de este lugar.

Si es que la tiene.

El sonido de los gritos y los llantos se mezclan, taladrándome el pecho mientras mi corazón late con demasiada fuerza. Mi cabeza, mis ojos y mis manos arden y comienzan a temblar. Mientras miro hacia abajo y veo la luz del fuego, observo mis pies. Están cubiertos de arena y una sustancia roja y pegajosa que me hace sentir arcadas y dolor en las yemas de mis dedos. Me siento desesperada y sin esperanza y el dolor en mi costilla me hace chillar sin parar.

Desde que te encontré. (Juanicar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora