[II]

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Poco a poco, aquel viento fue desvaneciéndose, hasta solo ser una tenue brisa. Ya me había alejado bastante de aquella ciudad. Empezaba a oscurecer, por lo que debería parar por un rato. Primero, para poder fijar un rumbo y, segundo, para descansar un poco mientras lo hago. 

Miré atrás mío, encontrando al cabizbajo albino solo pendiente del camino. No escuché ninguna queja de él, algo que me daba calma. Era como un fantasma que me seguía y ya. Supongo que era incómodo, pero era lo mínimo que podía dejarlo hacer. 

Volví a mirar al frente. 

Mis pasos estaban sincronizados con los de él, mientras solo íbamos pisando las hojas y pasando arriba de algunos árboles caídos. 

El sol que poco a poco se ocultaba resplandeció por mi rostro. Paré en seco, al notar que ya estaba en mi destino. Vi a mi derecha, contemplando el atardecer, que ya casi terminaba. Miré arriba mío, al gran árbol que estaba allí. Me acerqué, para luego treparme de una rama y subir rápidamente a este, escondiendome de las hojas. 

—Ehm… —. Silver me miró, confuso de lo que hacía. 

—¿Te quedas abajo? —. Pregunté, desinteresado por la respuesta. 

—¡Oh! Uhm… ¿No…?

—Entonces, sube —. Le mandé de mala gana, achicando mis ojos. 

El cuerpo del muchacho se enredó entre un aura de color verde agua. En poco tiempo, él se levantó y subió, levitando hasta donde yo estaba. Solo lo observé, algo curioso por eso, sin embargo, no dije nada. Él tampoco lo hizo, seguía algo apagado. 

Agarré de una de las ramas de más arriba un bolso, luego me volví a sentar y tiré la mochila de forma delicada contra el tronco. Solo revisé aquella, para luego sacar un mapa y lapicero. Observé con atención el papel amarillento y arrugado, roto por algunas esquinas. Taché la ciudad en la que estábamos, suspirando. Supongo que esto es lo único que Central City pudo dar. Esperaba más de ella, pues es una de las ciudades principales. Pero supongo que con todo lo que está sucediendo, se podría esperar hasta más de una alcantarilla.

Solo me quedaban pocas ciudades a donde ir. No sabía realmente si aquellas eran seguras o, como siempre, esto sería una pérdida total de tiempo. Hace rato no encuentro recursos y esto me frustra. Ahora tenía que lidiar con este idiota que seguro no me va a soltar hasta que se consiga a alguien mejor que yo para seguir y no dejar nunca más. Y quién sabe si eso será posible… 

—Oye —. Silver interrumpió mis pensamientos—. No quiero molestar, pero estas cosas… duelen —. Señaló casi todo su cuerpo, el cual seguía teniendo escombros y otras cosas clavadas. 

—Pues arrancalas —. Hablé con mi mismo desgano e irritabilidad. 

—Oh, lo haré —. Aseguró, volteando los ojos—. Pero si lo hago voy a tener alguna hemorragia. Y me voy a quejar, porque no planeo morirme hoy, no otra vez —. Gruñó.

Volteé mi mirar a él, y le gruñí yo también.

—Bien… —. Reproché.

Después de rebuscar entre varios bolsillos de mi mochila, saqué una caja de vendas y agua oxigenada de aquellos. Se lo tiré de mala gana, a lo que el albino solo lo agarró en el aire. 

—Gracias… —. Miró al suelo, con el ceño un poco fruncido. 

—De nada —. Fue lo último que dije. 

Este tipo parecía que estaba empezando a molestar con su actitud. Era algo a lo que estaba preparado, sabía perfectamente que no todo iba a ser tan bueno. Apenas es es comienzo y ya me molesta. Debo controlar mi paciencia. Bueno, no me interesa ahora, me desharé de él apenas tenga oportunidad. Pero por ahora, no debo dejar que sospeche que lo haré. 

Mano Amiga || ShadilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora