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Los pasos cercanos rompieron su ensoñación. El ambiente se rompió tan rapido como llegó y el entorno volvió a la normalidad, Wooyoung fue dándose cuenta de donde estaba y con quien, su omega había ganado terreno otra vez poniendo su razón por muy debajo del control de sus acciones, trató de controlar su olor el cual incluso él pudo percibir como dulce. Solo había sido un toque ligero en sus labios; pero Wooyoung sentía todo su cuerpo vibrar.

—¡Amir, hürrem!— era la voz de Mingi sonando desde lejos. Wooyoung se separó un poco avergonzado, reprendiendo a su omega por no tener control sobre si mismo. Era extraño para él tener ese tipo de reacciones que daban lugar antes de que procesara en ellas.

San no se movió ni un poco y solo lo miraba con una intensidad que nunca había experimentado antes. Cuando vio los ojos del alfa aclararse y controlar sus feromonas con tanta facilidad, Wooyoung se preguntó si no fue un sueño los últimos cinco minutos.

—Vamos —se incorporó el alfa. Cuando su cuerpo se separó de la calidez de San, el peli negro sintió a su omega chillar. El tigre también alzó la cabeza pero se quedó en su lugar. Wooyoung acercó su mano dudoso y le dio una última caricia mientras San lo observaba de cerca.

Por alguna extraña razón, Wooyoung sintió que cuando salieron de esa zona y volvieron dentro de la mansión, eran los mismos extraños atrapados en una unión forzada.

Por alguna extraña razón, Wooyoung sintió que cuando salieron de esa zona y volvieron dentro de la mansión, eran los mismos extraños atrapados en una unión forzada

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San no cenó con él, apenas habían pisado la casa se excusó y desapareció dentro de lo que Wooyoung pensaba eran sus oficinas. No tenía derecho a reclamar nada, no dijo ni una sola palabra mientras veía la figura del alfa desaparecer dentro las puertas. No es como si fueran una pareja casada que comparten las comida y hablan de todo lo que hicieron al final del día. Eran su alfa y omega los que se atraían, no ellos como personas. Era solo instinto.

—¿Hürrem?—Mingi lo llamó desde atrás, Wooyoung no se había dado cuenta de que seguía estando en el mismo lugar donde lo dejó San.

—Te he dicho que no me llames así, por favor —inhala Wooyoung dirigiendo sus pasos al azar, no conocía la casa y realmente no quería preguntarle al alfa donde estaban sus cuartos.

Al final Mingi lo guió a sus recamaras, Elit, Kenia y Edith ya estaban esperándolo en la puerta con un carrito de comida. El brasileño dio un asentimiento en despedida y Wooyoung agradeció que no se inclinara de manera reverente como los demás.

Comió, lo bañaron a pesar de sus objeciones y lo vistieron. Cuando las omegas se fueron, Wooyoung se quedó viendo las pinturas en el techo, la enorme cama le recordaba la soledad que sentía en su corazón. Estar unido era más difícil para los omegas, buscaban la atención y el cuidado constante de sus alfas. Había intentado reprimir sus instintos naturales esos días pero con la cercanía de San hoy se dio cuenta de que iba a ser más difícil, Wooyoung tenía una imagen del turco y su omega otra, era la primera vez en su vida que se sintió tan confundido.

Mafia Roja 𓂃 WooSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora