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Con la mano en el cristal y su omega agitado dentro suyo, Wooyoung se sintió extrañado a su comportamiento impulsado por la inseguridad

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Con la mano en el cristal y su omega agitado dentro suyo, Wooyoung se sintió extrañado a su comportamiento impulsado por la inseguridad. Una parte de él sabía que era su omega queriendo remarcar su lugar como el mate de San, con su deseo sexual en aumento no era una actitud poco común que tendría en ese momento; sin embargo, la otra parte le confirmaba que cierta duda si provenía de él y no tenía nada que ver con su segundo género.

El alfa le había hecho una promesa y habían negociado. El problema era que él había roto su parte del trato y no garantizaba la fidelidad de San.

No tenía nada de que quejarse, se recordó. Pero sería más complicado para su omega si no imponía el lugar que le correspondía, más que nada por instinto.

Con decisión abrió la puerta, ya había interrumpido en el espacio de San más de una vez, otra no empeoraría su situación.

El desagrado en su interior no se hizo esperar.

No los había encontrado en ninguna posición comprometedora, pero la cercanía entre ellos hizo a su omega rugir. San estaba sentado, revisando en el escritorio de cristal unos papales que el pelirrubio inclinaba sugestivamente hacia el alfa. La posición del pelirrubio era casi indecente y Wooyoung no pudo evitar el enojo ante la poca discreción en su objetivo. Lo peor era que San parecía acostumbrado a eso.

—Ah, eres tú —habla San mientras volvía su vista de nuevo a la información en sus manos—. Es la segunda vez que irrumpes en mis oficinas sin tocar, ¿a qué se debe esta vez?

La agresividad de su omega se apacigua y es remplazada por el sentimiento de aflicción. Wooyoung siente un nudo en la garganta.

—Y-yo...— carraspea para enderezar su voz— Termine con los datos y el trabajo de hoy.

No estaban haciendo nada malo frente a él, pero no podía seguir observando el descaro del otro omega y como San no hacía nada para evitarlo.

—No era necesario que viniera hasta aquí, hürrem. Mi oficina siempre estará abierta para usted — dice Felix con el mismo tono falso de la mañana. Wooyoung tuerce la boca ante el gesto burlón del ojicarzo.

—Está bien, déjalos aquí —señala el alfa un espacio en la mesa. Wooyoung aprieta las hojas y se acerca, San no le dirigiré ni una mirada cuando los deja frente a él—. Ya puedes irte, uno de mis hombres te acompañará al coche que te estará esperando abajo, te llevará a casa. Yo aún tengo que ver unas cosas con Felix en la empresa.

El nudo en su garganta se vuelve más grande, y el de mechones negros no ve más opción que asentir. No da una mirada atrás mientras se retira de la habitación.

Ya había un alfa esperándolo en el marco del elevador para llevarlo de vuelta a la mansión.

Ya había un alfa esperándolo en el marco del elevador para llevarlo de vuelta a la mansión

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Mafia Roja 𓂃 WooSanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora