Nueva promesa

199 13 24
                                    

Este capítulo contiene una mención al HagaKana y está situado antes de la transición de Muichiro.

—------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Su corazón latía a mil por hora y sus piernitas no daban más, no podía respirar bien por la agitación. Había tenido sueños feos como ese, en el que corría perdido por el bosque buscando a alguien que no podía encontrar, pero esta vez era real. Estaba perdido en la escuela y corría a todo lo que daban sus fuerzas entre los pasillos, aunque todos parecían iguales y la escuela era muy grande. Quería llorar, de hecho sentía sus ojos húmedos.

Mamá Kozo lo estaba esperando en casa y Papá Taru iba a recogerlo, pero no lo encontraba por ningún lado. Se había separado del resto de niños del jardín al momento de la salida, para regresar por su muñeco de Yoriichi-san y ahora no veía a nadie y el sol ya se estaba escondiendo entre los edificios de Ciudad Kimetsu.

Kotetsu siguió corriendo, aunque su maleta pesaba y ya casi no veía por las lágrimas que caían por sus mejillas, además que su máscara se había resbalado y ahora la llevaba a un lado de su cabeza.

Entonces cuando estaba por romper en llanto una puerta se abrió y la silueta de una persona salió. No pudo parar a tiempo su carrera y terminó cayendo frente a él, se trataba de un niño hermoso. Se notaba que tenía unos años más que él y portaba el uniforme de la primaria, llevaba el cabello largo con puntas color aguamarina, sus ojos eran del mismo color y sus rasgos eran tan finos que fácilmente podría haber sido confundido con una niña.

Muichiro era muy aplicado, pero olvidadizo. Siempre terminaba quedándose hasta tarde porque regresaba al salón con la sensación de haber perdido algo, aunque no sabía qué, ni dónde, mas algo le decía que estaba a punto de encontrarlo.

-¿Estás bien?- Preguntó el mayor con una suave voz, mientras le ofrecía una mano. Su rostro parecía preocupado pero aún así sonreía. El pequeño limpió sus manos en el mandil y estiró una de ellas para aceptar la ayuda que le era ofrecida, pero cuando hicieron contacto algo extraño sucedió. Una imagen muy vívida se apoderó de sus mentes, una imagen que parecía de otra era.

—------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

-¿Me lo prometes?- Escuchó su propia voz algo más madura, pero conservando su tono juvenil. Entre sus manos se hallaban las del muchacho que se encontraba frente a él, tenía el cabello más largo, pero igual de liso y portaba esos hermosos ojos color aguamarina brillante.

-Sí.- Asintió el mayor sin soltarlo, sus manos se sentían duras y callosas, tenía cicatrices muy marcadas. El chico portaba un uniforme negro y en su cinto llevaba una espada, pero no pudo ver más, porque su rango de visión se vio limitado por el rostro de su acompañante, quien se acercó y posó sus labios contra los propios. El olor a menta se apoderó del ambiente. Al separarse sabía que ambos esbozaron una sonrisa en sus rostros.

—------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

¿Qué había sido eso? ¿Un recuerdo? ¿Una mirada al futuro? Ambos estaban muy confundidos.

Kotetsu parpadeó un par de veces para aclarar la mirada y notó que el otro niño lo miraba con el mismo desconcierto. Al parecer ambos habían visto lo mismo al tocarse. Ninguno sabía cómo había pasado, pero ni siquiera los nervios los habían hecho separarse.

El mayor tenía los ojos muy abiertos y se encontraba sonrojado, su otra mano se encontraba acariciando sus labios. Kotetsu no sabía qué era lo que ese roce entre bocas significaba, pero sabía que su papá y su mamá solían hacerlo cuando creían que nadie los veía.

Promesa cumplidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora