Capitulo IV

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Rai nunca se habia sentido tan inpactada en toda su vida, pero a pesar de eso, cuando Martina quiso volver a cerrar la puerta, ella no dio a torcer el brazo.

—Kevin intentó besarme en la puerta de mi casa. No lo deje es más ¡Le dije que Alondra es mi novia! Ella entendio todo mal, debio haber visto eso y sacar sus conclusiones apresuradas, ¡Debes dejarme hablar con ella!

Martina dudó, mirandola con los ojos entrecerrados y una clara expresion de desconfianza.

—Tu la conoces, sabes lo apresurada que puede ser a veces. Por favor, dejame aclarar las cosas con ella. Por favor.— Susurró, intentando lucir lo más desdichada posible.

—Marti dejala entrar de una vez.— La voz de Sofia llegó desde el interior del apartamento, y Martina bufó antes de hacerse a un lado.

La peliroja entró al lugar, que apestaba a cigarrillo, entrando lentamente.

Sofia la miraba desde un viejo sillón frente de la tv.

—Si que la has cagado esta vez.

Rai sacudió la cabeza.

—Ya dejen de joderme ustedes dos, y déjenme ver a mi movia de una vez.— Sofia asintió divertida y Martina sacudió la cabexa, intentando esconder la sonrisa que comenzaba a formarse en su bello rostro.

—La segunda habitación a la derecha.— Indicó Sofia, y Rai caminó por el pasillo hasta dar con la habitación que lucía un cartel de 'No Entrar' pegado en ella.

No tocó la puerta, sino que la abrió lentamente, y le echó una mirada a la habitación antes de entrar.

Paredes blancas, cama de sabanas negras, pequeña, comoda y limpia. Muy... Alondra. Pero las marcas de la tormenta todavia estaban allí, y Rai reparó en los objetos esparcidos por el suelo y los papeles arrojados contra la pared.

Sintio su corazón encogerse un par de pulgadas cuando su mirada se posó en la figura de su novia, que se encontro sentada sobre el marco de la ventana.

—Vete.

—Alo...

—No quiero hablar, vete.

Con el ceño fruncido, Rai la puerta con fuerza, y se acercó hasta ella pisando fuerte.

—No. No me ire hasta que me hayas escuchado.

Alondra giró la cabeza mirandola durante un segundo, y Rai casi se queda sin respiración.

Habia estado llorando, y a pesar de que intentaba esconderlo tras su enoje, estaba terriblemente dolida.

—¿Qué mierda quieres Rai?

—¡Alondra, entendiste todo mal! ¡Nunca podria haberte engañado con Kevin... eso es patetico!

—Di lo que quieras, yo se lo que vi.— Musculló.

—Y yo se lo qué realmente sucedió. Rai bufó, dejando caer su mochila en el suelo, antes de cruzarse de brazos de manera testaruada.—No me gust Kevin. Ni siquiera me agrada. Él me dijo que me amaba e intentó besarme, ¿Y sabes lo que hice yo?

—¿Te tiraste a sus brazos?— Farfulló Alondra y Rai quiso chillar.

—¡No! Claro que no, ¡Le dije que eras mi novia, imbecil! ¡Tuya!— Espetó la peliroja, perdiendo la paciencia.

—Te vi besandolo.

—Eso es imposible porque yo no lo bese.

—Estaba a dos centimentros de tu maldito rostro.— Ella gritó, pero la apabulló, y Rai la siguio mirando fijamente.

—¡Se que lo estuvo, pero lo empuje antes de que nada sucediera! Por todos los cielos, Alondra debes de creerme.

—¿Y si no lo hago?

¿Y si no estaba tan segura de que ella la habia extrañada como para no perdonarla?

La idea la aterrorizó.

—¿Por qué piensas que estoy mintiendo? ¿Por qué habria de mentirte?

—Dimelo tú.

—¡No!. dimelo tú. Esto no tiene ningun sentido, Alondra. Si de verdad estuviera saliendo con Kevin, ¿Por qué habria de querer mantenerlo en secreto? Después de todo, salie con él sería perfecto para mi imagen, y la de mi familia, ¿No te parece? Todos se olvidarian de que alguna vez sucedio algo contigo y volverian a aceptarme. Seria perfecto.

Rai la vio inspirar hondo, y torcer el geste de una mueca de dolor, como si ella la hubiera abofeteado.

—¿Por qué no te vas con él entonces?

Rai la miró, cada vez más enojada.

—Porque no lo amo.

—¿Y a quien amas entonces?

—A ti... Pero en este momento estoy mucha mas cerca de querer tirarte por esa ventana.— Alondra esbozo una sonrisa, pero su rostro volvio a ponerse serio nuevamente.

—Soy yo la posible engañada aqui, nena.

—¡No!, tu eres la idiota prepotente aqui, Alondra. ¿¡No podrias haberme llamado, haberme escrito o simplemente haberte aparecido por mi maldita casa!? ¡No! tuviste que hacer todo este escandolo, y ahora te detesto por no confiar en mi.— Rai dejo de hablar cuando se dio cuenta de que Alondra no la estaba oyendo sino viendo fijamente su mejilla derecha.

—¿Qué sucedio allí?

—Nada.— Masculló Rai intimidada al verla ponerse de pie con agilidad y acercarse a ella, haciendola sentir la persona más pequeña del universo.

—¿Quien te hizo eso?

—Alondra...

—Habla Rai.

—Mi padre...

—¿Fue por mi culpa?

—No... él vio el tatuaje. Me echaron de casa

—¡Esos hijos de puta!... ¿Y asi se hacen llamar cristianos? ¿Golpeando a su propia hija?— Alondra sacudio su cabeza, mientras levantaba mano acariciando la futura hematoma de su novia con total delicadeza.

—Estaré bien. Quizas vaya a la casa de una amiga.

—¿Qué? Claro que no. Tu te quedaras aquí. No te dejaré salir por esa puerta Rai.

—Oh primero me quieres echar y ahora no quieres que me vaya.— Masculló ireado la peliroja y Alondra soltó un suspiro.

—Lo siento, es que... él verte allí con él fue tan... Horrible. Y supongo que simplemente me fue más facil de creer, eso es todo...— Susurró apenada, acercándose cada vez más a ella.

—¿Facil de creer?

—Si Rai. A pesar de tener que esconderlo, estas últimas semanas contigo fueron las mejores de mi vida.m, y todo se sintio tan perfecto. Pero irreal.
Te amo.

—Alo te amo, mi insoportable y prepotente idiota.

Alondra soltó una carcajada antes de besarla, apretandola contra su pecho, como si no fuera a dejarla nunca.

The Tattoo || Adaptación || RailoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora