𝙥𝙖𝙧𝙩𝙚 𝙙𝙤𝙨

298 25 17
                                    

-Oh dios mío.- dije completamente trastornado. La imagen de Pierre encima de la barra era tan graciosa como patética.

Cuando se terminó las dos botellas de vodka casi se cae de no ser por las personas que estaban a su alrededor, viendo su numerito. Lo agarraron y lo tumbaron en el suelo, él se estaba riendo como un poseído, lo cual no es de extrañar tras las dos botellas que se había metido entre pecho y espalda.

Intenté acercarme a él, pero la masa de gente que lo rodeaba era interminable. Poco a poco fui abriendo paso en la multitud para llegar hasta él, cuando lo vi, tenía las cachetas coloradas, ese brillo típico en los ojos de un borracho y una sonrisa de media cara. Estaba completamente alcohólico, y ni se daba cuenta.

-Pierre.- le llamé, pero estaba tan absorto en su entorno que no notó ni mi presencia tocándole el hombro. En consecuencia lo zarandeé, haciendo que mirara al tipo que le estaba tocando.

-Pierre, tenemos que irnos.- cuando las personas que estaban rodeándonos me escucharon, un abucheo masivo se cernió sobre mí. Era normal, la gente adoraba a los payasos cuando estaba borracha, pero no iba a dejar que mi mejor amigo fuera el bufón de la asquerosa muchedumbre que esperaba ver algo más.

Él se quejó, pero como buen borracho que era, razonó y me tomó del antebrazo para seguirme a la salida. Pierre no tenía problemas para entender que ya estaba demasiado borracho, o que se había excedido con la bebida. Él confiaba en mí, y si yo decía que ya era suficiente para él, era porque ya había tomado demasiado. No quería que le diese un coma etílico o algo similar.

Cuando por fin terminamos de salir de la casa, el aire frío de la noche fue como una bofetada para Pierre. De la nada empezó a ponerse pálido y a tocarse la base del estómago, si no hacía algo rápidi vomitaría en el primer lugar que pillase. Le indiqué unas plantas que se encontraban cerca de nuestra posición, y le dejé vaciando su estómago tranquilo.

-Menuda noche, ¿no?- una voz gruesa y grave llegó a mis oídos. Era una voz atractiva, no me iba a engañar. Tenía un deje de acento del cual estaba casi seguro de que lo había escuchado en alguna otra parte. Asentí con la cabeza sin querer interaccionar más con el hombre que me habló, para intentar irme lo más rápido posible de la casa de Daniel. -Se podría decir que no ha sido de las mejores.- me encontré a mí mismo respondiéndole, el aroma del alcohol me habría embriagado un poco, eso debe ser. De otra manera no sé cómo le di una respuesta.

Una risa ronca salió de la garganta del hombre, quien aún sin verle la cara, hizo que mi vello corporal se erizara de inmediato ante el sonido.

Charles, no eres un hormonal, compórtate.

Decidí girarme, ya me había hartado de ver el culo de mi amigo meneándose por los espasmos que el vómito le probocaba. Cuando di media vuelta me encontré con un hombre alto, más alto que yo, a un metro y medio de distancia. Tenía los hombros anchos y definidos, un cuello largo que daba a una línea de mandíbula apretada y dura. La camisa blanca ajustada que llevaba permitía ver la figura que se escondía debajo, un pecho ancho y musculado y una cintura fina y fibrosa. Los pantalones de color negro se ceñían a la perfección a sus muslos bien trabajados y a lo que parecía ser su paquete, que más bien era su paquetón. Aparté ma vista de inmediato y la centré en su cara, fue una mala idea en cuanto vi sus facciones. La barba era fina y en poca cantidad, la suficiente para hacerlo ver más masculino, sus labios eran gruesos y esponjosos, su nariz, dios su nariz, y sus ojos eran tan oscuros que pareciera que podían penetrar mi mente y acceder a mis pensamientos.

-¿Ya has terminado la inspección?- inmediatamente me ruboricé y aparté la mirada. Este hombre no tenía nada imperfecto. Cuando aparté la mirada ne encontré con sus manos, y una ola de calor me recorrió la espalda. Me estaba comportando como un adolescente mojado en búsqueda de una buena follada.

Once In Monaco | Charlos *PAUSADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora