¿El principio?

3 1 0
                                    

La voz: Verán, todo comenzó mal. Lía tiene la costumbre de fijarse en quien no le conviene y con este chico no sería la excepción, era tonto, un poco dientón, un centímetro menos alto que la mismísima Lía. Era desamorado y mentiroso, pero esperen, eso no es todo, ¡¡este galán de circo que traía muerta de amor a Lía tenía novia!! Lía siempre tuvo tan buen gusto.

- Lía: ¿En serio, es así como vas a contar esta historia?

La voz: Yo no estoy mintiendo, es como yo lo viví.

- Lía: Tu ironía se escurre por todos lados, estoy tan harta de ti.

La voz: ¿Harta tú?, ahora imagínate cómo estoy yo después de ver todos los errores que cometes a diario. ¡Que alguien me saque de aquí!! ¡Dios!

- Lía: ¡Ya basta! ¡Esta historia es mía, la cuento yo!

La voz: ¡Aleluya!

- Lía: Todavía recuerdo cuando lo vi por primera vez, su piel trigueña, su pelo ondulado y unos labios para morirse, sus ojos claros que me gritaban, pero nunca descubrí qué me querían decir. Su sonrisa fue cálida desde el primer momento en que su mirada se atrevió a enfrentar a la mía. Era el primer día de segundo año de bachillerato cuando de repente vi entrar a un grupo de chicos a mi salón. Recuerdo que la profesora dijo que habían reprobado el año anterior, y entre medio de ellos estaba esta sonrisa tan perfecta. Y sonará a cliché, pero fue como pasó. La profesora nos ordenó por lista y él quedó justo delante de mí, como si ya hubiese estado escrito que él y yo debíamos estar juntos o, por lo menos, ser. Recuerdo que al salir del salón para el descanso, él estaba afuera recostado en el barandal viendo el piso de abajo. Cuando me le acerqué y dije lo que solo una niña puberta de 16 años podía decir:

Lía: ¡Holaaa, compañero!

- La voz: ¡Realmente eso fue ingenioso! (sarcasmo)

- Lía: Genial, otra vez tú.

- La voz: No te preocupes, sigue, no molestaré más.

Él dijo con una voz serena:

- : Hola.

Un poco menos exaltada, como si la serenidad de su voz me hubiese calmado, pregunté con una voz más suave:

Lía: Supongo que te sientes raro aquí, ¿verdad?

Él respondió: Sí, bastante.

Lía: Lo sé, no debe ser fácil ser el nuevo.

Él me sonrió.

Lía: Si necesitas ayuda con algo, ya sabes dónde buscarme.

Él preguntó: ¿Dónde?

Lía: Detrás de ti.

Rió y dijo: Claro, tienes razón. Gracias.

Lía: De nada, por cierto ¿como te llamas?

Un breve silencio termino cuando de sus labios salió: Soy Damián.

Lía: Un gusto (Le dije mientras me alejaba).

La voz: Wow, Lía, realmente creo que lo impresionaste. Es como sacado de un libro de cuentos de hadas o, quizá, como de Wattpad, de esos que tanto te gusta leer.

- Lía: ¿Qué nos gusta leer, dices?

La voz: Ajá, sí, claro.

- Lía: Quiero contarles algo, pero no sé cómo empezar, así que solo empezaré y ya.

Era un lunes por la mañana. Mamá me había despertado muy temprano para ir a clases y llegar a tiempo. Eso fue porque el día anterior, mi profesora habló con ella y le dijo que no podía seguir llegando tarde. Eso me causa tanta gracia porque papá siempre me llevaba en su bicicleta y pasábamos a comprar el lonch en la tienda de la esquina, por eso tardábamos 7 minutos en llegar, 5 en la tiendita, 3 en su bicicleta. Es así como recuerdo las cosas. Entré a mi salón, extraño cuando las clases eran un juego. Y de repente: ¡riiiggg riiiggg riinggg! ¡EL RECREO! Niños por doquier, corriendo y gritando. Había toboganes por aquí, una resbaladilla por allá, columpios, avioncitos en el piso y ese día, en particular, al fondo, sentado en la esquina de una tarima, había un niño llorando.

La voz de Lía. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora